Ejemplos con romances

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Esta autora solo ha publicado en anime esta serie y Loveless, las similitudes son evidentes en le físico de los personajes y el el desarrollo de los romances.
En el campo artístico y cultural, los romances fronterizos, denominación de Ramón Menéndez Pidal, quizá sean uno de los aspectos más brillantes fruto de este contacto entre civilizaciones.
Es autor de numerosas obras de distinta temática, entre las que predominan las dedicadas a la lengua rumana y a las lenguas romances en general.
Por ejemplo las Glosas Reichenau , glosan la Biblia Latin Vulgata con una forma primitiva de una de las lenguas romances, y por lo tanto permite obtener información sobre el Latín vulgar en una época en que no se solía escribir en esta lengua.
El Marqués de Santillana lo recuerda en su Proemio y carta al Condestable de Portugal, al hacer un repaso por la poesía en lenguas romances, con estas escuetas palabras: Fernán Sánchez Calavera, comendador de la orden de Calatrava, compuso asaz buenos decires.
Unos mil años después, la isla fue centro del dialecto Vegliot del dálmata, una lengua romances actualmente extinta.
Dante es también el autor del tratado De vulgari eloquentia, fundamental para entender el proceso de dignificación de las lenguas romances.
En cuanto a su papel en la historiografía española, es una de las obras culminantes del género de las crónicas en latín en la Península, que en este siglo llega precisamente a sus más altas cotas, justo en el momento en el que las crónicas romances empiezan a dar sus primeros pasos en forma de escuetos anales.
Este libro dio origen a dos tradiciones, la de la traducción hispánica Poridat de poridades, que circuló ampliamente en el ámbito peninsular, y la de una versión en latín de Felipe de Trípoli, también del siglo XIII, el Secretum secretorum, a partir de una fuente más extensa tardía, que, tras influir en la literatura europea, regresó a España para ser a partir de ahí nuevamente traducido al castellano como Secreto de los secretos y a otras lenguas romances peninsulares.
Iba a cantar uno de aquellos romances que sacaba de su cabeza, una relación cortada a uso del país por un alarido tembloroso, gorjeo de dolor que se iba prolongando mientras el cantante tenía aire en los pulmones.
Al alarde de riqueza métrica que caracteriza a la revolución de la poesía española en los últimos treinta años, Juan Ramón Jiménez, aunque capaz de los mayores refinamientos técnicos, responde con el uso renovado y moderno de los metros tradicionales más sencillos y populares, y nadie como él ha sabido revivir los versos asonantados de los antiguos romances.
Él iba a ser como los paladines de los viejos romances, que salían a correr luengas tierras para hacer presentes a su dama.
—Eso aprenderé yo de muy buena gana, respondió Preciosa, y mire, señor, que no me deje de dar los romances que dice, con tal condicion que sean honestos, y si quiere que se los pague, concertémonos por docenas, y docena cantada docena pagada, porque pensar que le tengo de pagar adelantado, es pensar lo imposible.
¡Oh pícaros de cocina, sucios, gordos y lucios: pobres fingidos, tullidos falsos, cicateruelos de Zocodover y de la plaza de Madrid, vistosos oracioneros, esportilleros de Sevilla, mandilejos de la hampa, con toda la caterva innumerable que se encierra debajo deste nombre pícaro! Bajad el toldo, amainad el brio, no os llameis pícaros si no habeis cursado dos cursos en la academia de la pesca de los atunes: allí, allí está en su centro el trabajo junto con la poltronería: allí está la suciedad limpia, la gordura rolliza, la hambre pronta, la hartura abundante, sin disfraz el vicio, el juego siempre, las pendencias por momentos, las muertes por puntos, las pullas a cada paso, los bailes como en bodas, las seguidillas como en estampa, los romances con estribos, la poesía sin acciones: aquí se canta, allí se reniega, acullá se riñe, acá se juega, y por todo se hurta: allí campea la libertad y luce el trabajo: allí van o envían muchos padres principales a buscar a sus hijos, y los hallan, y tanto sienten sacarlos de aquella vida, como si los llevaran a dar la muerte.
¿Piensas tú que las Amariles, las Filis, las Silvias, las Dianas, las Galateas, las Alidas y otras tales de que los libros, los romances, las tiendas de los barberos, los teatros de las comedias, están llenos, fueron verdaderamente damas de carne y hueso, y de aquéllos que las celebran y celebraron? No, por cierto, sino que las más se las fingen, por dar subjeto a sus versos y porque los tengan por enamorados y por hombres que tienen valor para serlo.
Esta verdadera historia que aquí a vuesas mercedes se representa es sacada al pie de la letra de las corónicas francesas y de los romances españoles que andan en boca de las gentes, y de los muchachos, por esas calles.
Y torno a decir que si vuestra señoría no me quisiere dar la ínsula por tonto, yo sabré no dárseme nada por discreto, y yo he oído decir que detrás de la cruz está el diablo, y que no es oro todo lo que reluce, y que de entre los bueyes, arados y coyundas sacaron al labrador Wamba para ser rey de España, y de entre los brocados, pasatiempos y riquezas sacaron a Rodrigo para ser comido de culebras, si es que las trovas de los romances antiguos no mienten.

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