Ejemplos con rodela

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El delantero, en versiones primitivas, es similar al del Uzi, aunque luego pasó a ser cautivo y giratorio en la rodela que sujeta el cañón al cajón de mecanismos.
Por último, un cañón cromado de gran dureza asoma libremente por delante de la rodela que lo fija, típico para el disparo desde transportes blindados.
La Rodela es un tipo de escudo del que esta unidad toma su nombre.
En la batalla se le describe con una rodela de drago a modo de escudo, blanca, negra y colorada, en cuarteado, y portando una enorme espada de madera.
Sobre estas hornacinas, paralelamente también aparece una cartela ovalada enmarcando la figura de un soldado con armadura, portador de una lanza y de rodela apoyadas en el suelo.
Tiene la forma tradicional de escudo, con la parte superior horizontal bajando en dos paralelos que se juntan en punta en la parte inferior, dividiendo en dos partes y dejando en el campo superior la imagen del Santo Patrono San Juan Bautista en medio cuerpo, soportada en el Puente de la Historia, el puente de cinco arcos, la parte inferior se divide en dos campos quedando en el lado derecho del escudo la rodela Otomí y en el lado izquierdo del escudo, el escudo de España.
La lanza, la espada y la rodela acompañaron al conquistador en sus expediciones de tierra adentro.
Eran socios industriales con una participación variable, según si iban a pie o mantenían caballo, si poseían arcabuz o disponían únicamente de espada y rodela.
Encuentro hubo del que surgió llevando en su rodela, según los cronistas, las señales de más de trescientos flechazos.
Lleva en la cabeza morrión, y se ven a sus pies una rodela y una espada.
Entre los de lord Gray, vi un figurón armado de pies a cabeza, con peto y espaldar de latón, celada de encaje, rodela y con tantas plumas en la cabeza que más que guerrero parecía salvaje de América.
Salió, en esto, don Quijote, armado de todos sus pertrechos, con el yelmo, aunque abollado, de Mambrino en la cabeza, embrazado de su rodela y arrimado a su tronco o lanzón.
Y, en diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante y embistió con el primero molino que estaba delante, y, dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo.
Y, arrojando la lanza en el suelo, sacó su espada y embrazó su rodela, y arremetió al vizcaíno con determinación de quitarle la vida.
La señora del coche, admirada y temerosa de lo que veía, hizo al cochero que se desviase de allí algún poco, y desde lejos se puso a mirar la rigurosa contienda, en el discurso de la cual dio el vizcaíno una gran cuchillada a don Quijote encima de un hombro, por encima de la rodela, que, a dársela sin defensa, le abriera hasta la cintura.
El decir esto, y el apretar la espada, y el cubrirse bien de su rodela, y el arremeter al vizcaíno, todo fue en un tiempo, llevando determinación de aventurarlo todo a la de un golpe solo.
Estaba en el primero cartapacio, pintada muy al natural, la batalla de don Quijote con el vizcaíno, puestos en la mesma postura que la historia cuenta, levantadas las espadas, el uno cubierto de su rodela, el otro de la almohada, y la mula del vizcaíno tan al vivo, que estaba mostrando ser de alquiler a tiro de ballesta.
Rióse don Quijote del donaire de Sancho, pero, con todo, propuso de llamarse de aquel nombre en pudiendo pintar su escudo, o rodela, como había imaginado.
Acomodóse asimesmo de una rodela, que pidió prestada a un su amigo, y, pertrechando su rota celada lo mejor que pudo, avisó a su escudero Sancho del día y la hora que pensaba ponerse en camino, para que él se acomodase de lo que viese que más le era menester.
Pero don Quijote, acompañado de su intrépido corazón, saltó sobre Rocinante, y, embrazando su rodela, terció su lanzón y dijo: Sancho amigo, has de saber que yo nací, por querer del cielo, en esta nuestra edad de hierro, para resucitar en ella la de oro, o la dorada, como suele llamarse.
Pasamonte, que no era nada bien sufrido, estando ya enterado que don Quijote no era muy cuerdo, pues tal disparate había cometido como el de querer darles libertad, viéndose tratar de aquella manera, hizo del ojo a los compañeros, y, apartándose aparte, comenzaron a llover tantas piedras sobre don Quijote, que no se daba manos a cubrirse con la rodela, y el pobre de Rocinante no hacía más caso de la espuela que si fuera hecho de bronce.
Dio lugar la aurora al sol, que, un rostro mayor que el de una rodela, por el más bajo horizonte, poco a poco, se iba levantando.
Caballero del Azor -dijo la infanta antes de que el rey hablase-, ¿por qué llevas un azor esmaltado en la rodela?.
»Dio ejemplo a los soldados y terror a los moriscos un fraile francisco, llamado FRAY CRISTÓBAL MOLINA, el cual, con un crucifijo en la mano izquierda, una espada en la derecha, los hábitos cogidos en la cinta y una rodela a la espalda, llegó al paso, se apoyó en un madero, saltó, y, cuando todos esperaban verle caer, se admiraron de contemplarle salvo en la orilla opuesta.
Y diciendo y haciendo, volvió a desplegar aquélla su gran rodela defensa, y, a los graznidos de los Cuervos y los Grajos, vinieron del campo el Lobo y la Vulpeja, creyendo eran clamores, para dar sepultura a algún cadáver.
Esta rodela acerada, grabada de tantas hazañas y.
Había una rodela hecha de una materia bien extraordinaria, ni usada ni conocida.
Estando ya todos desalentados, cuéntase que una rodela de bronce arrojada del cielo vino a caer en las manos de Numa, acerca de la cual refirió éste una maravillosa declaración, que había recibido de Egeria y de las Musas: que aquella arma venía en salvación de la ciudad, y debía tenerse en gran custodia, haciéndose otras once en la figura, en la magnitud y en la forma del todo parecidas a ella, de manera que un ladrón no tuviera medio, a causa de la semejanza, de acertar con la venida del cielo, y que además aquel terreno debía consagrarse a las Musas con los prados inmediatos, adonde por lo común concurrían a conferenciar con él: y la fuente que regaba el mismo terreno había de designarse como agua sagrada para las vírgenes vestales, a fin de que yendo a tomarla todos los días, con ella lavaran y asearan el templo, de todo lo que dicen da testimonio el haber cesado al punto la peste.
Era una fuerte rodela, en cuya planta de acero figuraba en esmalte, sobre campo de gules, un azor, cubierta la cabeza por el capirote y asido por la pihuela a una blanca mano que parecía de mujer.
panoplia sobre una rodela, y destacándose del fondo oscuro del.

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