Ejemplos con riñó

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Un caso aislado sería el del faraón egipcio Akenatón y su culto heliolátrico de matices monoteístas que riñó con el poder clerical de los sacerdotes tebanos.
No me pidió cuenta de mis diabluras en el patio, que sin duda conocía, ni me riñó por haber intentado sonsacarle a la doliente.
Llegó el doctor más pronto de lo que se esperaba, y mientras duró el examen de la pierna y se hizo la cura, mortificando grandemente al pobre chico, riñó a este y a la madre porque no se observaba la quietud indispensable para la curación.
Había empezado aquel día la monilla por hacer bien las cosas, pero la riñó su ama tan sin razón, que ¡diablo de chica!, concluyó por hacerlo todo al revés.
Te repito que ayer no se sofocó mamá con nadie, no riñó a ninguna criada, estuvo apacible y silenciosa.
Baste decir que la Pintosilla riñó por primera vez con Pedro Potes a los tres meses de casada, y que desde entonces, y a causa de las ruidosas victorias alcanzadas sobre el débil consorte, adquirió el prestigio de que disfrutaba en el barrio, y su nombre corrió de extremo a extremo por toda la coronada villa.
Un día, al ver que la desventurada se había peinado con menos sencillez que de ordinario, y se había vestido, reformando un poco su natural elegancia con el poderoso instinto de la moda, que las mujeres más apartadas del mundo poseen, la riñó, repitiéndole muchas veces esta frase que le costó lágrimas a la infeliz: Clara, te has echado a perder.
Su tío, al saber que el muchacho era exaltado y que la echaba de orador, se puso hecho un veneno, fue a la cárcel, le riñó de lo lindo y ha roto con él, diciéndole que mientras tenga aquellas ideas no parezca por su casa.
Se enfadó mucho, nos riñó mucho.
No le riñó por las indiscreciones que había tenido con su esposa.
Espantada quedó Camila de oír lo que Lotario le decía, y con mucho enojo y muchas y discretas razones le riñó y afeó su mal pensamiento y la simple y mala determinación que había tenido.
De aquí es que, teniendo celos el uno del otro, altercaron muchas veces, y luna sola, en la India, vinieron a las manos, llegando hasta sacar las espadas, y cuando sus respectivos amigos apadrinaban a uno y a otro, presentándose Alejandro a Hefestión le reprendió abiertamente, llamándole arrebatado y loco, si no veía que si alguno le privaba de la sombra de Alejandro no era nada, y a Crátero le riñó también, aunque en particular ásperamente.
Por debilidad, por falsos cálculos, por conveniencia, qué sé yo por qué, se vinculó a los últimos y riñó con ellos después.
Acercose también Ángel, y doña Sales les riñó a entrambos por empeñarse en velar cuando menos necesidad había de que se molestasen.
Baste decir que la Pintosilla riñó por primera vez con Pedro Potes a los tres meses de casada, y que desde entonces, y a causa de las ruidosas victorias alcanzadas sobre el débil consorte, adquirió el prestigio de que disfrutaba en el barrio, y su nombre corrió de extremo a extremo por toda la coronada villa.
Se enfadó mucho, nos riñó mucho.
Su tío, al saber que el muchacho era exaltado y que la echaba de orador, se puso hecho un veneno, fue a la cárcel, le riñó de lo lindo y ha roto con él, diciéndole que mientras tenga aquellas ideas no parezca por su casa.
Un día, al ver que la desventurada se había peinado con menos sencillez que de ordinario, y se había vestido, reformando un poco su natural elegancia con el poderoso instinto de la moda, que las mujeres más apartadas del mundo poseen, la riñó, repitiéndole muchas veces esta frase que le costó lágrimas a la infeliz: «Clara, te has echado a perder».
Esta les riñó amablemente, y se fue a ultimar la cena, trasteando en la cocina, pues era de estas señoras caseras que gustan de estar en todo.
Óiganla: «Ya riñó la Navalcarazo con Jacinto Uclés, ahora está con Pepe Armada: se lo quitó a la Villaverdeja, que se ha vengado contando las historias de la Navalcarazo y enseñando cartas de ella que se procuró no sabemos cómo.
Porque una vez su hermano Léptines, para hacerle la descripción de un terreno, tomando la lanza de uno de los de la guardia, dibujó con ella aquel sitio, al hermano le riñó ásperamente, y al que le dio la lanza le quitó la vida.
Por no sé qué fútil motivo, riñó con Marcial,.
En las marchas caminaba a pie, llevando sus armas, sólo le seguía un sirviente, que llevaba lo que habían de comer, con el cual no se incomodó nunca, ni le riñó por el modo de disponerle la comida o la cena, sino que a veces echaba también mano y le ayudaba en estos ministerios después de fenecidos los de la milicia.
La mejor prueba de su obediencia y docilidad es la memoria que ha quedado de las que se hicieron reprensibles, pues así como entre nosotros los historiadores refieren quiénes fueron los primeros que hicieron una muerte en su familia, o se pelearon con sus hermanos, o pusieron manos en su padre o madre, de la misma manera hacen memoria los Romanos de que fue Espurio Carbilio el primero que repudió a su mujer, a los doscientos y treinta años de la fundación de la ciudad, no habiéndolo ejecutado antes ningún otro: y una llamada Talea, mujer de Pinario, fue la primera que riñó con su suegra Gegania, reinando Tarquino el Soberbio, ¡con tanta honestidad y decencia había sido arreglado este punto de los matrimonios por el legislador!.
culebrilla su hija: que, viéndola andar torcida, la riñó mucho y mandó que caminase.
De El Solfeo salí sin pelos en la cara, una criatura, peor, un insecto, a padecer motines en América, y habiendo regresado, a poco andar, redacté en Madrid un periódico que atacó a mis enemigos, riñó con los vates sinsontiles, echó abajo una audiencia con aplauso de la prensa madrileña, crucificó caciques y.
Pues es Medium Barcha, a cuyas puertas se riñó aquella sangrienta batalla entre el MARQUÉS DE LOS VÉLEZ y ABEN-HUMEYA en que ambos ejércitos quedaron destrozados, teniéndose que retirar éste a Valor y aquél a Adra.
El barquero los riñó mucho.
Diose Mercedes por ofendida, riñó algo con él, y como al mismo tiempo mamá no se cansaba en obsequiarle, creyó el infeliz que mi hermana no le quería ya.
La mujer que los había contado recogió la mantilla y la desocupó en la gorra del pescador, murmurando hacia la que riñó con ella:.

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