Ejemplos con retira

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Se retira de los escenarios coincidiendo con la disolución del grupo.
Iori se retira del torneo temiendo no poder controlar al Orochi.
Para tratar de escapar, Iemon se retira a las montanas y se va a pescar pero en lugar de peces El atrapa la tabla con los cadáveres de Oiwa y Kohei.
Cuando un profesor muere o se retira, su grupo de estudio normalmente se disuelve en nuevos grupos.
Se le retira al General Aleksandr Kerensky el cargo de Protector de la Liga Estelar.
Sólo juega un partido y el club le retira la ficha en el mes de enero.
Finalmente se retira el palo y se cubre con chocolate el agujero dejado por éste.
Días después, al cobrar de nuevo fuerzas y conciencia se retira a las afueras de la ciudad donde empezó a tomar una nueva visión sobre la religión de Jesucristo.
Reunidos Boves y Morales se adentran nuevamente en los valles aragueños, Bolívar sale de Caracas para defender las estratégicas ciudades que defienden la comunicación entre Valencia y Caracas y se sitúa en la ciudad de San Mateo donde recibe y rechaza el ataque español a mediados de febrero y asegura el triunfo a finales de marzo cuando Boves se retira con sus desgastadas tropas a hacer frente al ejército oriental de Santiago Mariño quien viene desde Cumaná a auxiliar a Bolívar.
Mariño derrota a Boves en Bocachica y este se retira rodeando el Lago de Valencia hacia Valencia para reunirse a Cajigal y Ceballos, mientras que Bolívar lo persigue de cerca.
A partir de ese momento Coin se refiere a Rincewind como un maestro y la persona de la que más aprendió, usando su magia para restituir el mundo a su estado anterior a la guerra que causó, sin embargo termina siendo consciente del peligro que supone su capacidad mágica y se retira a un mundo creado por un rechicero en la antiguedad para no intervenir nuevamente en el Disco, allí él puede residir sin causar peligro.
Dispone de un velo y manto negro bordado en oro, que se retira en la procesión del Domingo de Resurrección.
Homer hace un trato con Dios: le dice que le hará culto, pero a su manera, a lo cual Dios acepta y se retira.
Todo marchaba bien hasta que a la tropa les da comezón y Abelinda se resbala y cae al lodo, sin embargo, Tipo es descubierto por Abelinda y esta le regaña, al mismo tiempo que Kronk observa, por que en el fondo él era el culpable ya que él le dijo Hagan lo que haga falta, arrepentido, Kronk le dijo la verdad a Abelinda, luego esta se enfurece y se retira, rompiendo con Kronk.
Los enemigos van a invadir el suelo de Francia Pero nuestro ejército se mantiene intacto y se retira en buen orden.
El ejército se mantiene firme, aún está intacto, pero se retira se retira, cediendo terreno Créame, lo mejor es marcharse de París.
Y Pablo no acepta jamás la gratificación que es costumbre dar a los otros cazadores de fieras dañinas, sino que después de haber traído muertos al tigre, al lobo o al leopardo, o de haber avisado a los pastores en qué lugar queda tendido, se retira sin hablar más.
De modo que, como con el cultivo de la inteligencia vienen los gustos costosos, tan naturales en los hispanoamericanos como el color sonrosado en las mejillas de una niña quinceña, como en las tierras calientes y floridas, se despierta temprano el amor, que quiere casa, y lo mejor que haya en la ebanistería para amueblarla, y la seda más joyante y la pedrería más rica para que a todos maraville y encele su dueña, como la ciudad, infecunda en nuestros países nuevos, retiene en sus redes suntuosas a los que fuera de ella no saben ganar el pan, ni en ella tienen cómo ganarlo, a pesar de sus talentos, bien así como un pasmoso cincelador de espadas de taza, que sabría poblar éstas de castellanas de larga amazona desmayadas en brazos de guerreros fuertes, y otras sutiles lindezas en plata y en oro, no halla empleo en un villorrio de gente labriega, que vive en paz, o al puñal o a los puños remite el término de sus contiendas, como con nuestras cabezas hispanoamericanas, cargadas de ideas de Europa y Norteamérica, somos en nuestros propios países a manera de frutos sin mercado, cual las excrecencias de la tierra, que le pesan y estorban, y no como su natural florecimiento, sucede que los poseedores de la inteligencia, estéril entre nosotros por su mala dirección, y necesitados para subsistir de hacerla fecunda, la dedican con exceso exclusivo a los combates políticos, cuando más nobles, produciendo así un desequilibrio entre el país escaso y su política sobrada, o, apremiados por las urgencias de la vida, sirven al gobernante fuerte que les paga y corrompe, o trabajan por volcarle cuando, molestado aquel por nuevos menesterosos, les retira la paga abundante de sus funestos servicios.
Lucía, como una flor que el sol encorva sobre su tallo débil cuando esplende en todo su fuego el mediodía, que como toda naturaleza subyugadora necesitaba ser subyugada, que de un modo confuso e impaciente, y sin aquel orden y humildad que revelan la fuerza verdadera, amaba lo extraordinario y poderoso, y gustaba de los caballos desalados, de los ascensos por la montaña, de las noches de tempestad y de los troncos abatidos, Lucía, que, niña aun, cuando parecía que la sobremesa de personas mayores en los gratos almuerzos de domingo debía fatigarle, olvidaba los juegos de su edad, y el coger las flores del jardín, y el ver andar en parejas por el agua clara de la fuente los pececillos de plata y de oro, y el peinar las plumas blandas de su último sombrero, por escuchar, hundida en su silla, con los ojos brillantes y abiertos, aquellas aladas palabras, grandes como águilas, que Juan reprimía siempre delante de gente extraña o común, pero dejaba salir a caudales de sus labios, como lanzas adornadas de cintas y de flores, apenas se sentía, cual pájaro perseguido en su nido caliente, entre almas buenas que le escuchaban con amor, Lucía, en quien un deseo se clavaba como en los peces se clavan los anzuelos, y de tener que renunciar a algún deseo, quedaba rota y sangrando, como cuando el anzuelo se le retira queda la carne del pez, Lucía que, con su encarnizado pensamiento, había poblado el cielo que miraba, y los florales cuyas hojas gustaba de quebrar, y las paredes de la casa en que lo escribía con lápices de colores, y el pavimento a que con los brazos caídos sobre los de su mecedora solía quedarse mirando largamente, de aquel nombre adorado de Juan Jerez, que en todas partes por donde miraba le resplandecía, porque ella lo fijaba en todas partes con su voluntad y su mirada como los obreros de la fábrica de Eibar, en España, embuten los hilos de plata y de oro sobre la lámina negra del hierro esmerilado, Lucía, que cuando veía entrar a Juan, sentía resonar en su pecho unas como arpas que tuviesen alas, y abrirse en el aire, grandes como soles, unas rosas azules, ribeteadas de negro, y cada vez que lo veía salir, le tendía con desdén la mano fría, colérica de que se fuese, y no podía hablarle, porque se le llenaban de lágrimas los ojos, Lucía, en quien las flores de la edad escondían la lava candente que como las vetas de metales preciosos en las minas le culebreaban en el pecho, Lucía, que padecía de amarle, y le amaba irrevocablemente, y era bella a los ojos de Juan Jerez, puesto que era pura, sintió una noche, una noche de su santo, en que antes de salir para el teatro se abandonaba a sus pensamientos con una mano puesta sobre el mármol del espejo, que Juan Jerez, lisonjeado por aquella magnífica tristeza, daba un beso, largo y blando, en su otra mano.
Primeramente, le había querido con una simpatía pálida y pasiva, porque era bueno con ella, porque la había sacado de su antigua vida de artista errante, dándola la respetabilidad y el bienestar de una mundana que se retira.
Habíala tomado por una de esas pobres vergonzantes que a las altas horas de la noche extienden en silencio su mano descarnada al transeúnte que se retira solicitado por el descanso u hostigado por los vicios.
El alma que se retira dentro de sí, que se hunde en el abismo insondable de su propia esencia, donde se une o cree unirse con su Dios, ¿qué vale a los hombres? ¿Qué amor les consagra? ¿Qué criatura terrenal podrá existir por cuya suerte se interese? El alma que así se endiosa, encastillada en su recogimiento soberano, lo desdeña todo, menos su propio centro, donde vive identificada con el eterno amante a quien adora y de quien recibe bienaventuranza completa.
María muere, Angelina se retira para olvidar, a un convento, para olvidar un amor que ya adivina amenguado en el perfecto amante de su fantasía.
Veréis: Es aquel dramita moral en que se recomienda el matrimonio y las buenas costumbres, como que allí resulta que todos los solteros somos unos pillos, y porque un joven se retira tarde y se gasta algún durete en picos pardos, me le llaman monstruo y el papá le maldice Hay una escena en que todos se desmayan, porque sale uno muy malo, que resulta ser un hombre dedicado a la ciencia, el cual dice con la mayor frescura que él no cree en Dios aunque le fusilen.
¡Ah!, ya parece que se retira el ladrón, pues ladrón debe de ser.
No huye el que se retira respondió don Quijote, porque has de saber, Sancho, que la valentía que no se funda sobre la basa de la prudencia se llama temeridad, y las hazañas del temerario más se atribuyen a la buena fortuna que a su ánimo.

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