Ejemplos con retiré

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Yo me retiré muy guapa y Arielada, por eso mismo no me gustaría regresar.
Un día me cansé y me retiré del Colón: yo quería viajar, y me di el gusto.
Suavemente retiré a un lado los sombríos cortinajes.
Y la chica, en un momento de arrebato, se acercó al acantilado con intención de tirarse al mar, yo la cogí de un brazo y la retiré de allí.
Me retiré, invocando a para que de aquella horrible turbación me sacase.
Yo me retiré a retaguardia porque no había ido a la campaña con miras heroicas.
No me presté a reconciliaciones ni saluditos, y me retiré con tranquilidad augusta.
En mi confusión y azoramiento al ver desaparecida o tragada por la tierra la gruta de la maga, me retiré sin saber por dónde iba.
Obediente a su mandato, me retiré a mi casa y esperé tranquilo los pícaros acontecimientos.
Cuando regresamos del cementerio me retiré a mi cuarto.
Me retiré de la botica triste y afligido.
No, si no hay más Yo retiré mi mano, y me fui sin decirle nada No tuve alma para seguir adelante sin mirar para atrás, y miré y le vi Me seguía, distante.
Me retiré, pues, y en el corredor, una puerta se entreabrió para dejarme ver el lindo rostro de Presentación y una blanca manecita que me saludaba.
Dile las gracias y me retiré tan satisfecho del resultado de mis investigaciones, que el mismo día decidí marchar a Córdoba cuando estuviera restablecido.
Anoche a las once, hora a que yo me retiré de la casa, todavía no había vuelto y estaban muy sobre ascuas.
Tres veces extendí mi mano hacia el cofrecillo, y tres veces la retiré.
Me retiré a mi aposento, cambié lentamente el traje negro que me había puesto para la ceremonia por el de casa, dejé pasar, con una impaciencia mortal algún tiempo, y luego abrí silenciosamente la puerta de escape de mi alcoba, y me acerqué, sin causar el más leve ruido, a la otra puerta de escape del dormitorio de Amparo.
A mi vez me retiré en silencio y me acosté.
En ella no he visto animal alguno, ni rastro de ellos: hice tender la red y se tomaron pejereyes, pero grandes y de especial gusto, y a las seis y media de la noche me retiré a bordo.
Naturalmente eres cobarde, Sancho dijo don Quijote, pero, porque no digas que soy contumaz y que jamás hago lo que me aconsejas, por esta vez quiero tomar tu consejo y apartarme de la furia que tanto temes, mas ha de ser con una condición: que jamás, en vida ni en muerte, has de decir a nadie que yo me retiré y aparté deste peligro de miedo, sino por complacer a tus ruegos, que si otra cosa dijeres, mentirás en ello, y desde ahora para entonces, y desde entonces para ahora, te desmiento, y digo que mientes y mentirás todas las veces que lo pensares o lo dijeres.
Escribí no sé qué diatriba, púsele mi nombre al pie, y llevéla a la imprenta de El Progreso , poniéndola directamente en manos de los compositores, hecho lo cual me retiré a casa en silencio, cargué las pistolas y aguardé que estallase la mina que debía volarme a mí mismo, pero que me dejaba vengado y satisfecho de haber hecho un grande acto de justicia.
Se lo comuniqué a mi huésped y le pedí permiso para retirarme, y me retiré diciéndome a mí mismo, lleno de curiosidad: ¿qué habrá?.
Me retiré, conviniendo en que más tarde fijaríamos el día de la junta.
Retiré una, desabroché el guante y ayudándole a tirar me lo saqué.
Me retiré.
Me retiré.
Le pedí permiso a Ramón para retirarme, comunicándole la ocurrencia: me retiré, y un momento después el capitán Rivadavia se separaba de mí con una carta bastante fuerte para Mariano Rosas.
gusto, y á las seis y media de la noche me retiré á bordo.
Pero cuando me retiré, con un caudal regular, a mi tierra, y me entró deseo de casarme y de tener chiquillos -la vejez en soledad no siempre es alegre, ¡se acuerda uno de tantas cosas cuando está solo!-, se me vino a la memoria, no sé por qué, lo que me había dicho la salvaje.
Lo mejor del cuadro era mi habitación, amplia, sin llegar a lo enorme, como su colindante y la cocina, blanca y bien provista de muebles, pero ¡qué frío se sentía en ella! ¡Y aún no había empezado el mes de noviembre! Instintivamente palpé el espesor de las ropas de mi cama, y aunque era muy considerable, retiré la colcha de damasco rojo y puse en su lugar mi pesada manta de viaje en dos dobleces.

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