Ejemplos con resbaladizas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

De manera contraria a las revisiones positivas, Pat Hipp de Prefix, escribió que los comienzos de respiración la arruinan , Jennifer Vineyard de MTV, catalogó de ausente e inaudible a la intro, Kelefa Sanneh de The New York Times, escribió que en Gimme more la cantante pronuncia invitaciones nada más que resbaladizas y desafiantes a la decadencia de los clubes nocturnos y que el uso de los ritmos electrónicos y la línea de bajo, son un tanto gruesas para la delgada voz de Britney Spears, Mike Schiller de PopMatters, escribió que la inserción de la palabra more en el estribillo, la degrada y enfatizó en que Gimme more genéticamente trama ser del tipo de banger de las pistas de baile.
Pelos erectos y garras desafiladas realzan el agarre en superficies resbaladizas, y vasos sanguíneos especiales evitan el enfriamiento de las almohadillas de las patas.
En las resbaladizas piedras del cuadoloso río los peces saltaban y la inquieta mirada los aborígenes daban lugar a la pesca utilizando unas raíces llamadas barbusco.
Sus mangos o empuñaduras deberán ser de dimensiones adecuadas, sin bordes agudos ni superficies resbaladizas, y aislantes en caso necesario,.
En la parte donde no llegaba el agua se amontonaban excrementos de pájaros, huesos de gaviotas y plumas, cerca de la proa, desencuadernada, deshecha y humedecida por la marea, las tablas se hallaban cubiertas de algas y de fucos y resbaladizas como una cucaña.
Luego, Roma, la terrestre Roma, para no morir bajo la superioridad de los navegantes semitas de Cartago, tenía que enseñar el manejo del remo y el combate en las olas a los labradores del Lacio, legionarios de mejillas endurecidas por las carrilleras del casco, que no sabían cómo mover sobre las tablas resbaladizas sus pies de hierro dominadores del mundo.
Escaleras mojadas y resbaladizas, paredes que lagrimeaban, luces eléctricas veladas y mortecinas bajo el halo irisado de la humedad, gruesos caños conductores del frío a lo largo de los muros.
Admiré en la mía el pasmoso instinto con que sorteaba las pendientes resbaladizas.
En el momento de mayor soledad, una mujer dobló con decidido paso la esquina de Embajadores, y puso cara y pecho a la siniestra calle, sin vacilación ni recelo, metiéndose por la obscuridad, afrontando animosa las molestias y peligros del suelo, que no eran pocos, pues donde no había charco, había resbaladizas piedras, y aquí y allá objetos abandonados, como cestos rotos o montones de virutas, dispersos bultos que figuraban en la obscuridad perros dormidos o gatos en acecho.
Yo reconocí en aquellas formas extravagantes las de ciertos monstruos que venían a amedrentarme en mis sueños de enfermo, y no les faltaba más que cuatro patas resbaladizas, húmedas, cartilaginosas, para arrojarse sobre mí.
En torno, gente que pasaba mirándoles de reojo y barruntando trapicheo, algún chico parado, con los libros sujetos entre las piernas, ocupados dientes y manos en el aceitoso buñuelo, al fondo, los soportales de la Plaza esfumados en la neblina temprana, las mulas del tranvía despidiendo del cuerpo nubes de vaho, la atmósfera húmeda, impregnada del olor al café que un mancebo tostaba ante una tienda, el ambiente sucio, como si en él se condensaran los soeces ternos y tacos de los carreteros, las piedras resbaladizas, y en el centro del jardinillo, descollando sobre un macizo de arbustos amoratados por los hielos, la estatua del pobre Felipe III, con el cetro y los bigotes acaramelados por la escarcha.
Los rayos de sol penetraban por entre las junturas de los cortinajes, liquidando en resbaladizas gotas el vaho que empañaba los vidrios, y posándose luego en rasgos o girones de luz sobre los rasos de colores.
Ya salgo, me escurro por estas piedras resbaladizas y verdosas.
Dos dedos de una de estas manos resbaladizas y finas alargó al joven en el momento de la despedida, en la cual creyó el aristócrata que había hasta un acto de popularidad.
El sendero que atravesara la cabalgata era sumamente difícil, casi intransitable: no era ya la hermosa y cómoda calzada del castillo con sus alamedas frondosas, sino una senda pedregosa sembrada de guijarros calcáreos que rodeara un áspero collado de cuarzo silíceo con sus breñas cortantes y resbaladizas, donde apenas había vestigio de vegetación, excepto algún que otro grupo de palmeras silvestres, y un enorme pino doncel que se elevaba com o un espectro allá en la cumbre granítica de un peñasco.
a los mortales cuando ya extienden los pies sobre las resbaladizas pendientes del crimen.
No puedo decir lo que me aterra cuando estoy solo en un cuarto obscuro, cuando voy por la calle en tenebrosas horas, cuando cruzo el monte umbrío, como no puedo decir lo que sentía cuando trepaba las laderas resbaladizas de la gran Cordillera de los Andes, sobre el seguro lomo de cautelosa mula.
Este vapor húmedo y fresco, condensándose en las aceras, las hacía resbaladizas, y los adoquines brillaban como si les hubieran dado una mano de negro jabón.
Dos dedos de una de estas manos resbaladizas y finas alargó al joven en el momento de la despedida, en la cual creyó el aristócrata que había hasta un acto de popularidad.
Admiré en la mía el pasmoso instinto con que sorteaba las pendientes resbaladizas.
En el momento de mayor soledad, una mujer dobló con decidido paso la esquina de Embajadores, y puso cara y pecho a la siniestra calle, sin vacilación ni recelo, metiéndose por la obscuridad, afrontando animosa las molestias y peligros del suelo, que no eran pocos, pues donde no había charco, había resbaladizas piedras, y aquí y allá objetos abandonados, como cestos rotos o montones de virutas, dispersos bultos que figuraban en la obscuridad perros dormidos o gatos en acecho.
y como ellos, resbaladizas.
Y si mi desnudez no es más fresca que el agua de la sierra! Toca mi cabellera, ¡oh pastor! ¡Es más sedosa que el bello del cordero al salir del vientre de su madre! ¡Mis caderas son finas y resbaladizas, y apenas se dibujan en mi primera eflorescencia! ¡Y mis senos, que comienzan a hincharse, se estremecerían sólo con que los rozara ligeramente tu mano! ¡Ven! ¡Mis labios, que siento vibrar se derretirán en tu boca! ¡Mis dientes tienen mordiscos que infunden vida a los viejos moribundos! ¡Ven, que mi miel está pronta a caer gota a gota de todos los poros de mi cuerpo! ¡Ven!.
Me asomé a una ventana abierta en la pared del Este junto a una alacena, y vi lo que ya me había imaginado: el peñascal negro, jaspeado de grietas con vegetaciones silvestres y separado de la casa por un callejón pendiente, de lastras resbaladizas.
La política va en aumento y está derramada con una prodigalidad admirable, y es tal el almíbar que van destilando las palabritas resbaladizas del señor Carnerero por donde pasan, que siempre va tropezando y cayendo, y yo le daría las gracias.

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