Ejemplos con remendándose

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Allí había algo del hermosos género ojival que domina en el Principado, restos de bóvedas románicas, puertas churriguerescas, trozos pertenecientes a la insulsa arquitectura del siglo pasado, paredes de ladrillo enyesado, tapias de adobes, muros hendidos, techos que se habían chafado cual sombrero, tragaluces bizcos, rodeados de una especie de marco palpebral hecho con blanco yeso, rejas comidas de moho, tras de las cuales estaban las podridas celosías, por cuyos huecos sólo cabía el dedo meñique de las monjas, vigas que servían de puntales, tapiales modernos que se empeñaban en cubrir huecos ocasionados por el desplome o abiertos por la bala de artillería, una torrecilla cuya espadaña sólo tenía un esquilón, en suma, era un adalid valeroso combatido por los formidables enemigos que se llaman tiempo y guerra, pero que se defendía bien tapándose sus heridas y remendándose sus desgarrones como Dios le daba a entender, y desafiaba orgulloso a lluvias y vientos, prometiéndose llegar con sus jorobas, infartos, bizmas y muletas a las más remotas edades venideras.
Digo que todos los pensamientos que he dicho, y muchos mas, me causaron ver los diferentes tratos y ejercicios que mis pastores y todos los demas de aquella marina tenian, de aquellos que habia oido leer que tenian los pastores de los libros, porque si los mios cantaban, no eran canciones acordadas y bien compuestas, sino un , y otras cosas semejantes, y esto no al son de churumbelas, rabeles o gaitas, sino al que hacia el dar un cayado con otro o al de algunas tejuelas puestas entre los dedos, y no con voces delicadas, sonoras y admirables, sino con voces roncas, que solas o juntas parecia, no que cantaban, sino que gritaban o gruñian: lo mas del dia se les pasaba espulgándose o remendándose sus abarcas: ni entre ellos se nombraban Amarilis, Fílidas, Galateas y Dianas, ni habia Lisardos, Lausos, Jacintos ni Riselos, todos eran Antones, Domingos, Pablos o Llorentes, por donde vine a entender lo que pienso que deben de creer todos, que todos aquellos libros son cosas soñadas y bien escritas para entretenimiento de los ociosos, y no verdad alguna: que a serlo, entre mis pastores hubiera alguna reliquia de aquella felicísima vida y de aquellos amenos prados, espaciosas selvas, sagrados montes, hermosos jardines, arroyos claros y cristalinas fuentes, y de aquellos tan honestos cuanto bien declarados requiebros, y de aquel desmayarse aquí el pastor, allí la pastora, acullá resonar la zampoña del uno, acá el caramillo del otro.
Sepáis: como, advirtiendo las grandes desórdenes y desperdicios con que han vivido hasta aquí los que manejan nuestros ritmos, y que son tantos los que, sin temor de Dios y de sus conciencias, componen, escriben y hacen versos, salteando y capeando de noche y de día los estilos, conceptos y modos de decir de los mayores, no imitándolos con la templanza y perífrasis que aconseja Aristóteles, Horacio y César Escalígero, y los demás censores que nuestra Poética advierten, sino remendándose con centones de los otros y haciendo mohatras de versos, fullerías y trapazas, y para poner remedio en esto, como es justo, ordenamos y mandamos lo siguiente:.

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