Ejemplos con reconcilió

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Luego se reconcilió con Paul Bearer y aclaró que él y Bearer deberían liberar su Ministerio de la Oscuridad en la WWF.
Después de ese conflicto, Haakon se reconcilió con Magnus, y llegó un acuerdo con él para compartir el gobierno.
Era la amiga de su esposo, su compañera, temerosa de las tentaciones del mundo, se entregó a las labores, pronto se volvió absolutamente necesaria para él en todo momento, y en todos los incidentes de su vida, su ayuda se veía así sellada, ahora y entonces causó un suspiro, pero el sentido de las tareas la reconcilió con cualquier inconveniente.
La pareja se reconcilió y se separó unas seis veces.
Luego, atendiendo a las demandas del pueblo, Domiciano se reconcilió con Domicia, pero a pesar de ello, continuó su relación con Julia.
Sagrario, madre de Marta y esposa de Benito, tras sus cuernos se mudó a vivir en casa de los Serrano, pero después se reconcilió con Benito, gracias a la intervención de Carmen.
El escándalo solamente concluyó cuando Osgood se reconcilió con su marido.
De hecho, su personalidad explosiva hizo que en primer año renunciara a ser la s½ur de Rei, aunque poco después se reconcilió, ahora siente una atracción con Nana Arima, su potencial petite s½ur.
Universalismo: En diversas formas, la creencia de que todas las personas finalmente se reconcilió con Dios, más famosa defendida por Orígenes.
Filipo se reconcilió con el Senado cuando los miembros que antes apoyaban a Druso empezaron a oponérsele.
Reconcilió a las diversas tendencias del budismo al considerar a todas las doctrinas como verdaderas y presentes en la mente del iluminado Buda.
Al año siguiente Sádoco, hijo y sucesor del rey de los tracios odrisios, Sitalces, reconcilió a Pérdicas con los atenienses, y los persuadió a devolverle Terme.
Obtuvo éxitos navales en el Mar Jónico contra el Segundo Triunvirato, pero por intervención de Cayo Asinio Polión, se reconcilió con Marco Antonio, quien le nombró gobernador de Bitinia.
Sin embargo, la pareja se reconcilió en vísperas de su undécimo aniversario de boda.
En consecuencia, la imagen pública de De Burgh decayó por un tiempo, aunque él finalmente se reconcilió con su esposa.
En el tiempo que precedió a su ejecución, Riel se reconcilió con la iglesia católica, y tuvo como consejero espiritual al Padre André.
Ni en la mañana en que la Regenta reconcilió con don Fermín, antes de comulgar, ni ocho días más tarde, cuando volvió al confesonario, ni en las demás conferencias matutinas en que declaró al padre espiritual dudas, temores, escrúpulos, tristezas, dijo Ana aquello que al determinarse a rectificar su confesión general se había propuesto decir: no habló de la gran tentación que la empujaba al adulterio -así se llamaba- mucho tiempo hacía.
Persuadióle, en efecto, Demades, recabando el perdón de aquellos, y reconcilió con él a la ciudad.
Entonces, pues, contuvo a Juba, que casi había hecho sus sátrapas a Escipión y a Varo, y a éstos los reconcilió e hizo amigos.
Tomó ésta de entre sus amigos para que la acompañase al siciliano Apolodoro, y embarcándose en una lanchilla se acercó al palacio al mismo oscurecer, mas como dudasen mucho de que pudiera entrar oculta de otra manera, tendieron en el suelo un colchón, y, echada y envuelta en él, Apolodoro lo ató con un cordel, y así la entró por las puertas hasta la habitación de, César, dícese que ésta fue la primera añagaza con que le cautivó Cleopatra, y que, vencido de su trato y de sus gracias, la reconcilió con el hermano, negociando que reinaran juntos.
Habiendo sido Cicerón restituido por una ley, al punto reconcilió al Senado con Pompeyo, y hablando en favor de la ley de abastos volvió a hacer a Pompeyo árbitro y dueño en cierto modo de cuanto por tierra y por mar poseían los Romanos, pues quedaron a sus órdenes los puertos, los mercados el comercio de granos y, en una palabra, todos los intereses de los navegantes, y labradores, sobre lo que decía Clodio, en tono de acusación, que no se había propuesto la ley porque hubiese carestía, sino que se había hecho que hubiese carestía para dar la ley, a fin que volviese y se recobrase como de un desmayo con esta nueva autoridad el poder de Pompeyo que andaba achacoso y decaído.
Como Antígono, que pensaba ya en bandearse por sí, y miraba con desprecio a los demás, no se prestase a ejecutar las órdenes de Perdicas, Leonato bajó con Éumenes a la Frigia, tomando a su cargo aquella expedición, pero habiéndose unido con él Hecateo, tirano de los Cardianos, y rogándole que auxiliase con preferencia a Antípatro y a los que se hallaban sitiados en Lamia, se decidió a esta marcha, llamando a Éumenes, a quien reconcilió con Hecateo, había, efectivamente, entre ellos ciertos recelos, nacidos de disensiones políticas, y Éumenes en muchas ocasiones había acusado abiertamente la tiranía de Hecateo, excitando a Alejandro a que diera la libertad a los Cardianos.
Luego que volvió Cimón, al punto puso fin a la guerra y reconcilió las ciudades, pero como hecha la paz viese que los Atenienses no podían permanecer en reposo, sino que deseaban estar en acción y aumentar su poder por medio de expediciones, para que no incomodaran a los demás Griegos, ni dirigiéndose con muchas naves hacía las islas y el Peloponeso diesen ocasión a guerras civiles u origen a quejas de parte de los aliados contra la ciudad, tripuló doscientos trirremes, con muestras de marchar otra vez contra el Egipto y Chipre, llevando en esto la idea, por una parte, de que los Atenienses no se descuidaran nunca de la guerra contra los bárbaros, y por otra, de que granjearan justamente riquezas, trasladando a la Grecia la opulencia de sus naturales enemigos.
Mas no por esto se abstuvo de intervenir en los negocios públicos, porque diez días antes de su fallecimiento reconcilió a los de Putéolos, que andaban revueltos e inquietos entre sí, y les dio ley según la que se gobernasen, y un día antes, habiendo entendido que el empleado Granio, deudor a los caudales públicos, no pagaba, sino que aguardaba a que él muriese, lo mandó llamar a su cuarto, allí, en su presencia, hizo que los ministros lo estrangulasen, y rompiéndosele con las voces y el acaloramiento la apostema, arrojó cantidad de sangre.
Luego que dados los votos se anunció que había vencido, los Siracusanos se arrojaron a sus pies, pidiéndole con lágrimas que aplacase su ira contra ellos y se compadeciera de la ciudad, que tenía presentes y agradecía sus beneficios, templado, pues, Marcelo se reconcilió con aquellos mismos, y a los demás Siracusanos les hizo siempre todo el bien que pudo, el Senado confirmó la libertad, las leyes y aquella parte de bienes que Marcelo les había concedido, en recompensas de lo cual, recibió también de los Siracusanos honores muy singulares, y, entre otros, el de haber hecho una ley para que, si Marcelo o alguno de sus descendientes aportase a Sicilia, los Siracusanos tomasen coronas y con ellas sacrificasen a los Dioses.
Entregados, recíprocamente y castigados los delincuentes, manifiestamente cesaron las plagas, y Rómulo reconcilió las dos ciudades con expiaciones, que se dice practicarse todavía junto a la Puerta Ferentina.
En el tiempo que Cimon se hallaba desterrado de Atenas tuvo la dicha de alcanzar la palma en Olimpia con su carroza, y quiso ceder la gloria de aquel primer premio a Milcíades, su hermano uterino, y habiendo salido él mismo vencedor con las mismas yeguas en los juegos olímpicos inmediatos, concedió a Pisístrato que fuese aclamado por vencedor a voz pública de pregonero, cuya victoria le reconcilió con él e hizo restituirlo a su patria.
Megacles lo llevó muy a mal, viendo que así le deshonraba Pisístrato, y por resentimiento se reconcilió de nuevo con los amotinados.
:Hombre ya, Platero, un fabulista, Jean de La Fontaine, de quien tú me has oído tanto hablar y repetir, me reconcilió con los animales parlantes, y un verso suyo, a veces, me parecía voz verdadera del grajo, de la paloma o de la cabra.
Entonces el síndico pensó: ¡Este Sésamo, que se pasa la vida en el libertinaje, seguramente debe entender de drogas endurecedoras! ¡Voy a poner mi fe en Alah y en él! Y volvió a su casa y se reconcilió con su esposa, a la cual, por otra parte, amaba, y ella le amaba a él, y ambos se dieron mutuas explicaciones por su arrebato pasajero, y se hicieron presente cuánta pena les había causado estar reñidos toda una noche por palabras sin importancia.

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