Ejemplos con quejido

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En la obra de Quejido hay una reacción frente al oscurantismo y la gravedad existencialista propia del anterior informalismo.
Quejido recibe sobre todo la influencia del el pop inglés, de la mano de los artistas Kitaj, Blake.
El quehacer artístico de Quejido posteriormente se sitúa en una suerte de hibridación entre el Pop Art y la pintura neoexpresionista.
Quejido se preocupa por la poesía concreta y la necesidad de reflexionar sobre la función social del arte.
En pocos años pasaron por su sala la neofiguración madrileña deLuis Gordillo , Carlos Alcolea, Pérez Villalta, Carlos Franco, Manolo Quejido la nueva abstracción de Broto, Grau, Tena, el arte conceptual de Alberto Corazón, Nacho Criado, Navarro Baldeweg, o escultores extranjeros aunque afincados en Madrid, comoAdolfo Schlosser y Eva Lootz, o las obras prácticamente desconocidas de Dis Berlín y Juan Ugalde.
Así mismo aprendieron profundamente el trinar y el danzar de las diferentes especies de aves, descifraron el significado del quejido de los animales, el borboteo de los riachuelos y los chirridos de los grillos.
Ahora el Ninja efectua un grito cada vez que ataca con su espada, un quejido cuando es tocado y otro grito distinto cuando utiliza un Arte.
Grammer no sabía que la escena del rastrillo había sido ampliada, ya que sólo había grabado el quejido una vez, por lo que se sorprendió al ver el episodio terminado.
La miró Julio, pasmado en medio de un quejido, y bajando los ojos, desde los serenos de la niña hasta la limosna refrigerante del agua, bebió ansioso y dejó de quejarse.
Aquel lento gotear de enero dentro del cuarto tenía un son de quejido y de miseria que laceraba el corazón.
¡Cómo queréis, amigos, que cante, si tengo el corazón destrozado! Y a continuación un gorjeo estridente, un quejido interminable de ave moribunda, en medio del general silencio.
El vapor, anclado en el puerto comercial, danzaba inquieto, tirando de sus amarras con lúgubre quejido.
Se sorprendió al oir un quejido, un sollozo Luego se dió cuenta de que era él mismo el que acompañaba sus reflexiones con un hipo de dolor.
Un lamento se extendió por las lujosas habitaciones, un quejido, siempre el mismo, que pasaba por debajo de las puertas hasta la escalera majestuosa y solitaria:.
Veía aún con la imaginación a su gentil chilena envuelta en un manto negro, lo mismo que las damas del teatro calderoniano, mostrando uno solo de sus ojos obscuros y húmedos, pálida, menuda, hablando con una voz que parecía un quejido.
Eran destellos de la enorme pupila las gotas de refulgente argentería líquida que saltaban de rayo a rayo, a cada vuelta, y el quejido penoso que la pesada rueda exhalaba al girar, completaba el símil, remedando el hálito del monstruo.
Un vendedor pregonaba patatas asadas, llamándolas “chuletas de huerta”, con melancólico quejido, como si cantase una desgracia.
Era el perro despidiendo al pobre , lanzando un quejido interminable, con los ojos lacrimosos y las patas estiradas, cual si quisiera prolongar el cuerpo hasta donde llegaba su lamento.
Y luego, con el profundo desprecio del pecador que se considera a sí mismo, con la cristiana humildad del hombre que se ve a dos pasos de convertirse en tierra, añadió muy bajo, como si fuera su voz un débil quejido, queriendo y no pudiendo levantar una mano para golpearse el pecho:.
Otro quejido que revelaba el complemento de los grandes dolores, la falta del último consuelo, la soledad del alma, se escapó entonces de los labios de la anciana.
La masa de cañas, estremecida por el vientecillo de la noche, lanzaba un quejido lúgubre, parecía olerse la traición en este lugar, tan fresco y agradable durante las horas de sol.
aullaba el perro, tendiendo el hocico con un quejido interminable que crispaba los nervios y parecía agitar la vega bajo un escalofrío fúnebre.
Era menester más dominio sobre la natural condición para vencer en esta lucha que el del esparciata que sin verter una lágrima y sin lanzar un quejido se dejó desgarrar el cuerpo por las uñas de una fiera.
En Monte-Olivete sentábanse en el banco de piedra que circunda la ovalada plaza, henchíase el moquero de Tónica de cacahuetes y altramuces, y volvían a emprender la marcha, siempre por la orilla del río, más agreste ahora, con filas de seculares álamos y verdes cañares, que se estremecían rumorosos al viento con un quejido triste.
El tema, el color verde, crecía en intensidad al alejarse hacia las orillas del mar, allí llegaba al período brillante, a la cúspide de la sinfonía, y lanzándose en pleno cielo, aclarándose en un azul blanquecino, marchaba velozmente hacia el final, se extinguía en el horizonte pálido y vago como el último quejido de los violines, que se prolonga mientras queda una pulgada de arco, y adelgazándose hasta ser un hilillo tenue, una imperceptible vibración, no puede adivinarse en qué instante deja realmente de sonar.
Sobre el rumor del gentío, que encerrado y oprimido en tan estrecho espacio tenía bramidos de amor tempestuoso, destacábase el agudo chillido de la aterrada gallina, el arrullo del palomo, el trompeteo insolente del gallo, matón de roja montera, agresivo y jactancioso, y el monótono y discordante quejido del triste pato, que, vulgar hasta en su muerte, sólo conseguía atraerse la atención de los compradores pobres.
Creyó que hablaba en sueños pero no, era simplemente quejido sin articulación que acostumbraba a lanzar cuando dormía, quizá por causa de una mala postura.
Sonaba de esta manera: Jacinta miraba al suelo, porque sin duda el quejido aquel venía de lo profundo de la tierra.
Mas a la sazón no podía entender una sola línea del filósofo, y sólo oía los tristes ruidos exteriores, el quejido constante de la presa, el gemir del viento en los árboles.

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