Ejemplos con peregrina

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ante este atropello que se estaba produciendo con los naturales, fray Bartolomé de las Casas puso el grito en el cielo, y después de gestionar con la Corona un plan colonizador de pacifica modalidad, puso en práctica su peregrina idea.
Pero es que la inteligencia extraordinaria, los sentimientos nobilísimos y fuera de lo común, la peregrina aptitud para producir belleza, ¿no son anormalidades, enfermedades, como la perla es una enfermedad de la ostra? La materia en equilibrio, en inercia, es realidad a medias.
Notábase bien que eran nuevas para la novia tales extrañezas de ropaje, y que la ceñida y plegada falda, el casaquín que modelaba exactamente su busto le estorbaban, como suele estorbar a las doncellas en el primer baile la desnudez del escote: que hay en toda moda peregrina algo de impúdico para la mujer de modestas costumbres.
¡Su marido! ¡Jesús, y qué risa tan grande y tan guasona le entró entonces a Angelito Castropardo! Pero ¿de dónde diablos había sacado aquella criatura la peregrina idea de que fuese aquel un matrimonio?.
Tonito Cepeda miró desdeñosamente al pintorcillo y propuso uno de esos espectáculos que constituyen jalones de la época en que se verifican: imitar la peregrina idea de la Princesa de Segan, que había resucitado en París las fábulas de Esopo dando un gran baile de trajes, en que recibía ella vestida de pava real y acudieron todos los invitados representando cada cual un animalito.
Era, sin embargo, cierto que había visitado en Caprera a Garibaldi, y confiádole una peregrina historia que explicaba por completo la desaparición de los papeles, sin culpa de nadie, por supuesto.
La fisonomía del misántropo se iluminó al oír esta peregrina receta.
Completaban su peregrina belleza un perfil intachable, sirio más bien que griego, una boca escultural, clásica, napoleónica, tan audaz como reflexiva, y, sobre todo, una barba negra, undosa, de sobrios aunque largos rizos, trasunto fiel de las nobles y celebradas barbas árabes y hebreas.
—Muchas más cosas habia en los ojos y en el corazon de Manuel, aunque su conciencia no pudiese reflejarlas aún por entero: habia admiracion, producida por la peregrina belleza de aquella inocente: habia orgullo, al recordar que debia a tan gentil y a la sazon reservada criatura espontáneas defensas, lisonjeros elogios y la más dulce compasion: habia remordimiento y pena de que por su causa hubiese dejado de reir y hablar: habia no sé qué especie de ternura, nacida de este mismo generoso dolor: habia, en resúmen, ánsia de parecerle ménos hostil, a la par que celos y envidia de las personas que no estuviesen incapacitadas como él para gozar de su alegría y de su confianza.
—Hoy hacen, señor, segun mi cuenta quince años, un mes y cuatro dias que llegó a esta posada una señora en hábito de peregrina, en una litera, acompañada de cuatro criados de a caballo y de dos dueñas y una doncella, que en un coche venian: traia asimismo dos acémilas cubiertas con dos ricos reposteros, y cargadas con una rica cama y con aderezos de cocina: finalmente, el aparato era principal, y la peregrina representaba ser una gran señora, y aunque en la edad mostraba ser de cuarenta o pocos mas años, no por eso dejaba de parecer hermosa en todo estremo: venia enferma y descolorida, y tan fatigada, que mandó que luego le hiciesen la cama, y en esta misma sala se la hicieron sus criados.
Á todas estas preguntas que les hicimos una y muchas veces, no hubo alguno que nos respondiese otra cosa, sino que aquella peregrina era una señora principal y rica de Castilla la Vieja, y que no tenia hijos que la heredasen, y que porque habia algunos meses que estaba enferma de hidropesía, habia ofrecido de ir a Nuestra Señora de Guadalupe en romería, por la cual promesa iba en aquel hábito.
Y sacando debajo de la almohada de la cama un bolsillo de aguja de oro y verde, se le puso en las manos de mi mujer, la cual como simple, y sin mirar lo que hacia, porque estaba suspensa y colgada de la peregrina, tomó el bolsillo sin responderle palabra de agradecimiento ni de comedimiento alguno: yo me acuerdo que le dije que no era menester nada de aquello, que no éramos personas que por interes mas que por caridad nos movíamos a hacer bien cuando se ofrecia.
Hasta este punto habia estado callando Teodoro, teniendo pendiente el alma de las palabras de Leocadia, que con cada una dellas le traspasaba el alma, especialmente cuando oyó el nombre de Marco Antonio, y vió la peregrina hermosura de Leocadia, y consideró la grandeza de su valor con la de su rara discrecion, que bien lo mostraba en el modo de contar su historia.
En cuanto a decir su nombre, traian órden de no llamarla sino la señora peregrina.
Esto supimos por entónces, pero a cabo de tres dias que por enferma la señora peregrina se estaba en casa, una de las dueñas nos llamó a mí y a mi mujer de su parte: fuimos a ver lo que queria, y a puerta cerrada y delante de sus criadas, casi con lágrimas en los ojos nos dijo creo que estas mismas razones:.
Aquí dió fin a su razonamiento la lastimada peregrina, y principio a un copioso llanto, que en parte fué consolado por las muchas y buenas razones que mi mujer, ya vuelta en mas acuerdo, le dijo: finalmente, yo salí luego a buscar donde llevar lo que pariese a cualquier hora que fuese, y entre las doce y la una de aquella misma noche, cuando toda la gente de casa estaba entregada al sueño, la buena señora parió una niña, la mas hermosa que mis ojos hasta entónces habian visto, que es esta misma que vuesa merced acaba de ver ahora: ni la madre se quejó en el parto, ni la hija nació llorando: en todos habia sosiego y silencio maravilloso, y tal, cual convenia para el secreto de aquel estraño caso.
Tuvo por discreta la señal del conocimiento, y juzgó por muy rica a la señora peregrina, que tal cadena habia dejado al huésped, y teniendo en pensamiento de sacar de aquella posada a la hermosa muchacha, cuando hubiese concertado un monasterio donde llevarla, por entónces se contentó de llevar solo el pergamino, encargando al huésped que si acaso viniesen por Costanza, le avisase y diese noticia de quién era el que por ella venia, ántes que le mostrase la cadena, que dejaba en su poder.
Admiráronse de nuevo los criados y el canónigo de oír la peregrina historia de don Quijote, y, en acabándola de oír, dijo:.
En tanto, pues, que la morisca cristiana su peregrina historia trataba, tuvo clavados los ojos en ella un anciano peregrino que entró en la galera cuando entró el virrey, y, apenas dio fin a su plática la morisca, cuando él se arrojó a sus pies, y, abrazado dellos, con interrumpidas palabras de mil sollozos y suspiros, le dijo:.
¡Oh tú, sabio encantador, quienquiera que seas, a quien ha de tocar el ser coronista desta peregrina historia, ruégote que no te olvides de mi buen Rocinante, compañero eterno mío en todos mis caminos y carreras!.

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