Ejemplos con paréceme

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Este arenal paréceme que debe ser el arenal de Las Inas.
Paréceme que estoy viendo aquel rostro moreno, tipo hermoso de la raza indígena, afinado por el cruzamiento en dos o tres generaciones: obscuro, muy obscuro del color, estrecha la frente, alto el cráneo, salientes los pómulos, la barba escasa, escasísima, los ojos pequeñitos, negros, negros y vivos, la mirada franca, el aire resuelto, como en todo aquel que no tiene en su vida acción que le avergüence, que a nadie teme y de nadie es temido, que así se enternece a la vista de ajenos dolores como rechaza sereno, con dura franqueza, con valerosa resolución, a quien le ofende o desconfía de él.
¡Paréceme que le veo sentado en el butaque , con la pierna cruzada, preso en la estrecha y perdurable levita, puesto en las rodillas el gran pañuelo de algodón, de color indefinible.
Así es que, al pensar en los años de mi infancia, paréceme que ahora vivo en otro mundo, pues de mi historia de niño y de agricultor, ya no me queda más que la dulce tristeza con que recuerdo alegrías tan inocentes, dichas tan puras, placeres tan benditos.
Desde que di con la tan rebuscada fórmula, paréceme que soy otro Antes mi vida era un martirio, ahora no me cambio por nadie.
¡Oh!, noexclamó Fortunata con toda su alma, es que si no fuera honrada esa mujer, a mí me parecería que no hay honradez en el mundo y que cada cual puede hacer lo que le da la gana Paréceme que se rompe todo lo que la ata a una, no sé si me explico, y que ya lo mismo da blanco que negro.
Paréceme que no está muy bien dispuesta.
¿Y dónde está?, ¿qué hace que no sale? Es un encanto esa mujer, y tengo al tal Santa Cruz por el gaznápiro más grande que come pan ¡Cuánto me hace esperar! Paréceme que oigo trastazos como de dar con el zorro en los muebles.
Ahora que me he soltado paréceme la cosa más fácil del mundo.
Iba vestida con la mayor humildad Tú dirás como yo, ¿y el abrigo de terciopelo? ¿y el sombrerito? ¿y las turquesas? Paréceme que me dijo Joaquín que aún llevaba las turquesas No, no, no dijo esto, porque si las hubiera llevado, no las habría visto.
Paréceme que no te entusiasmas con mi idea.
Paréceme mentira que yo me divirtiera con tales escándalos.
¿Para qué me obligas a repetir lo que quiero olvidar, si sólo con recordarlo paréceme que no merezco este bien que hoy poseo, tú, niña mía?.
Así es la verdad respondió Sancho, pero fue cuando muchacho, pero después, algo hombrecillo, gansos fueron los que guardé, que no puercos, pero esto paréceme a mí que no hace al caso, que no todos los que gobiernan vienen de casta de reyes.
Y paréceme a mí que en esto de los gobiernos todo es comenzar, y podría ser que a quince días de gobernador me comiese las manos tras el oficio y supiese más dél que de la labor del campo, en que me he criado.
Paréceme que vuesa merced ha cursado las escuelas: ¿qué ciencias ha oído?.
Paréceme que de lo que hemos hablado se nos pegan al paladar las lenguas, pero yo traigo un despegador pendiente del arzón de mi caballo, que es tal como bueno.
De una cosa me pesa, señor mío, más que de otras, que es pensar qué medio se ha de tener cuando vuesa merced venza a algún gigante o otro caballero, y le mande que se vaya a presentar ante la hermosura de la señora Dulcinea: ¿adónde la ha de hallar este pobre gigante, o este pobre y mísero caballero vencido? Paréceme que los veo andar por el Toboso hechos unos bausanes, buscando a mi señora Dulcinea, y, aunque la encuentren en mitad de la calle, no la conocerán más que a mi padre.
Paréceme que me dices que ando muy limitado y que me contengo mucho en los términos de mi modestia, sabiendo que no se ha añadir aflición al afligido, y que la que debe de tener este señor sin duda es grande, pues no osa parecer a campo abierto y al cielo claro, encubriendo su nombre, fingiendo su patria, como si hubiera hecho alguna traición de lesa majestad.
Paréceme, señor hidalgo, que la plática de vuestra merced se ha encaminado a querer darme a entender que no ha habido caballeros andantes en el mundo, y que todos los libros de caballerías son falsos, mentirosos, dañadores e inútiles para la república, y que yo he hecho mal en leerlos, y peor en creerlos, y más mal en imitarlos, habiéndome puesto a seguir la durísima profesión de la caballería andante, que ellos enseñan, negándome que no ha habido en el mundo Amadises, ni de Gaula ni de Grecia, ni todos los otros caballeros de que las escrituras están llenas.
Paréceme, ¡oh Anselmo!, que tienes tú ahora el ingenio como el que siempre tienen los moros, a los cuales no se les puede dar a entender el error de su secta con las acotaciones de la Santa Escritura, ni con razones que consistan en especulación del entendimiento, ni que vayan fundadas en artículos de fe, sino que les han de traer ejemplos palpables, fáciles, intelegibles, demonstrativos, indubitables, con demostraciones matemáticas que no se pueden negar, como cuando dicen: Si de dos partes iguales quitamos partes iguales, las que quedan también son iguales, y, cuando esto no entiendan de palabra, como, en efeto, no lo entienden, háseles de mostrar con las manos y ponérselo delante de los ojos, y, aun con todo esto, no basta nadie con ellos a persuadirles las verdades de mi sacra religión.
Paréceme a mí dijo Sancho que los caballeros que lo tal ficieron fueron provocados y tuvieron causa para hacer esas necedades y penitencias, pero vuestra merced, ¿qué causa tiene para volverse loco? ¿Qué dama le ha desdeñado, o qué señales ha hallado que le den a entender que la señora Dulcinea del Toboso ha hecho alguna niñería con moro o cristiano?.
Paréceme dijo Sancho que vuestra merced nombró ahí hilo.
Paréceme, Sancho, y no es posible que sea otra cosa, que algún caminante descaminado debió de pasar por esta sierra, y, salteándole malandrines, le debieron de matar, y le trujeron a enterrar en esta tan escondida parte.
Paréceme, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todos son sentencias sacadas de la mesma experiencia, madre de las ciencias todas, especialmente aquel que dice: Donde una puerta se cierra, otra se abre.
Paréceme, Sancho, que tienes mucho miedo.
Paréceme, señor mío, que todas estas desventuras que estos días nos han sucedido, sin duda alguna han sido pena del pecado cometido por vuestra merced contra la orden de su caballería, no habiendo cumplido el juramento que hizo de no comer pan a manteles ni con la reina folgar, con todo aquello que a esto se sigue y vuestra merced juró de cumplir, hasta quitar aquel almete de Malandrino, o como se llama el moro, que no me acuerdo bien.
Paréceme, señor caballero andante, que vuestra merced ha profesado una de las más estrechas profesiones que hay en la tierra, y tengo para mí que aun la de los frailes cartujos no es tan estrecha.
Paréceme, señor Vivaldo, que habemos de dar por bien empleada la tardanza que hiciéremos en ver este famoso entierro, que no podrá dejar de ser famoso, según estos pastores nos han contado estrañezas, ansí del muerto pastor como de la pastora homicida.
Paréceme, señor, que sería acertado irnos a retraer a alguna iglesia, que, según quedó maltrecho aquel con quien os combatistes, no será mucho que den noticia del caso a la Santa Hermandad y nos prendan, y a fe que si lo hacen, que primero que salgamos de la cárcel que nos ha de sudar el hopo.

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