Ejemplos con páginas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ojalá vosotros, muchachos y muchachas americanos, que estudiáis con entusiasmo la lengua española, podáis percibir también en estas páginas breves y vibrantes algo del encanto de aquella tierra misteriosa y lejana de donde salieron los primeros hombres blancosde un blanco atezado y moreno como el de Juan Ramónque llegaron a las costas maravillosas de América.
Moguer y su campiña se sienten en las páginas de con un encanto único y singular.
Yo no conozco ni en la literatura antigua castellana, ni en la moderna, cuadro de tan honda y conmovedora impresión como la que dejan en el ánimo las últimas páginas de y de.
De todas sus novelas podían citarse admirables páginas aisladas, algunos dudaban que hubiese encontrado la novela perfecta.
Nada hay débil, enteco ni afeminado: recorriendo tales páginas, se respira un soplo de barbarie que , que templa los nervios y vigoriza la sangre.
Al fin del libro va un glosario de los términos náuticos y de las frases populares empleadas en el libro, pero ¡con qué habilidad están derramados por todo él, bien al contrario de esa pedantesca ostentación de ciertos novelistas franceses de escuelas modernísimas, que, haciendo gala de un externo y superficial conocimiento del tecnicismo de tal o cual arte o ciencia, le derraman a carretadas en todas las páginas de su libro, con la necia ostentación del aventurero llegado de improviso a los honores y a la riqueza! No: Pereda no ha tenido necesidad de hacer estudio especial de la lengua de los marineros de la calle Alta para escribir.
He procurado olvidarme de que el autor era montañés, y entrañable y fidelísimo amigo mío desde que tengo uso de razón, y amigo de los de mi casa antes que yo naciera, y haciendo un esfuerzo, que me ha costado mucho, y que no pienso volver a repetir, he detenido mi impaciencia, que me llevaba a leer con el pensamiento antes que con los ojos las páginas de un libro, que más que libro parece fragmento de la realidad viva, y he tenido el valor de estarle aplicando por días y días eso que llaman.
Si el objeto exclusivo de estas páginas fuera pintar los azares y fatigas de un candidato en vísperas de su elección, yo siguiera paso a paso al de mi historia en su peregrinación por el distrito, pero como son varios los asuntos que abarcan estos capítulos mal pergeñados, me limitaré a decir, en compendio y para gobierno del inexperto lector, que por dondequiera que iban nuestros expedicionarios, hallaban con frecuencia el terreno electoral rebelde a su cultivo, y el más propicio no pasaba del aspecto dudoso que ofrecía el del Mayorazgo.
En otros países guardan cuidadosamente las ruinas del pasado como páginas de piedra de la Historia.
Todos los libros de música tienen páginas arrancadas, recortes allí donde existía una letra pintada, una viñeta, algo bonito.
Dirigía yo entonces en Valencia el diario , y tal era la pobreza de este periódico de combate, que por no poder pagar un redactor, encargado del servicio telegráfico, tenía el director que trabajar hasta la madrugada, o sea hasta que, redactados los últimos telegramas y ajustado el diario en páginas, entraba finalmente en máquina.
Estas páginas, si no las rasgo o las quemo, irán indefectiblemente, después de morir yo, a las hermosas manos de ella.
En su impaciencia hojeaba y recorría todas las páginas, devorando al vuelo su contenido, procurando comprender el conjunto, y dejando para después el leerlo todo con detenimiento.
Anselmo por ser impío no apreciaría tan bien la como doña Luz, que era creyente, no titubeó en llevar el manuscrito a doña Luz, sin abrir siquiera sus páginas, porque le estorbaba lo negro, como no fuesen cuentas en que él saliera ganando y con alcances a su favor.
Leía yo páginas y páginas, sin parar mientes en los conceptos.
Confieso que al ir copiando estas páginas, escritas hace cuatro lustros, y tanto tiempo olvidadas, torna y se apodera de mi alma árida y triste aquella plácida melancolía de mi penosa juventud, confieso que al copiar los capítulos de esta historia amorosa, viene a mi memoria el recuerdo de aquellos días, y de mis ojos, que ya no saben llorar, rueda una lágrima.
A las veces renuncio a copiar estas páginas envejecidas en la gaveta, y que acaso no serán entendidas de la generación presente, que ha de leerlas deprisa en el folletín de un periódico.
Acaso bebí el germen pesimista en las fuentes románticas: en algunas páginas de Chateaubriand, en el Werther, en las cartas de Fósculo, que repasé mil y mil veces, en los melancólicos versos de mis poetas favoritos.
Al repasar las páginas del librillo de mi vida me pareció que iba yo recorriendo larguísima y desolada calle, entre dos hileras de tumbas que aquí y allá blanqueaban a la sombra de los sauces y de los cipreses.
¡Romanticismo! ¡Locura!exclamarán muchos al leer estas páginas.
No, no decían aquellas páginas lo que sentía mi corazón.
Pero yo no escuchaba los consejos de don Román, y repasaba las páginas más elocuentes de Chateaubriand, los versos más dulces de Lamartine, y me aprendí de memoria las mejores escenas del Hernani , en una colección de comedias, traducidas por no sé quién.
Y, preciso es decirlo, aunque nadie lo crea, aunque estas páginas hagan sonreír a los lectores: no estaba yo enamorado de Gabriela, no, mi corazón era de Linilla, de la huérfana tierna y cariñosa, que allá, en un rincón de la Sierra, vivía pensando en mí.
El uno, general victorioso en no sé qué batallas, que la Historia olvidadiza habrá registrado en sus páginas inmortales, antiguo cosechero de tabaco, hombre nulo, cuyo habilidad consistió en rodearse de media docena de ambiciosos villaverdinos, los cuales le encumbraron, a fuerza de charlatanismo y demasías, hasta donde propios méritos y altas dotes de inteligencia nunca le hubieran elevado.
¡Cómo me río ahora, al copiar estas páginas, de mis romanticismos de entonces! ¡Cómo me burlo de aquellos raptos amorosos, de aquellos éxtasis quijotescos! Pero ¡ay! no lo hago impunemente, que me hiero en el pecho, me desgarro el corazón como si me arrastrara yo sobre él un haz de espinas.
Mas si por acaso fueses de esos críticos zahoríes que adivinan o presumen de adivinar las intenciones y propósitos de un autor, para que el mejor día no salgas diciendo que quise decir , declaróte que tengo en aborrecimiento las novelas , y que con esta novelita, si tal nombro merecen estas páginas, sólo aspiro a divertir tus fastidios y alegrar tus murrias.
Allá te va esa novela, lector amigo, allá te van esas páginas desaliñadas o incoloras, escritas de prisa, sin que ni primores de lenguaje ni gramaticales escrúpulos hayan detenido la pluma del autor.
Tenía sobre la imprenta ideas muy extrañas, creyendo que los autores mismos ponían en las páginas aquellas letras tan iguales.
Rubín no fue nunca aficionado a introducir de contrabando en clase, entre las páginas de la , el de Goëthe o los dramas de Shakespeare.

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