Ejemplos con oscurísima

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

dos puntos, un mundo, la almohada oscurísima donde descansa tu cabeza.
En una oscurísima habitación, que alumbraban macilentas luces, y toda colgada de negro, se reunían los tales masones, y porque allí fuera todo misterioso, tenían a la cabecera un Santo Cristo acompañado del compás, escuadra y llana, y a la derecha mano, un esqueleto muy bien puesto en un sillón, con la cabeza apoyada en la mano, en ademán meditabundo, y por debajo un letrerito que decía:.
Sólo en una ocasión recuerdo haber abierto los ojos adquiriendo la certidumbre de que me rodeaba oscurísima noche.
Eran las montañas negras, duras, macizas en apariencia, bajo la oscurísima techumbre del cielo tormentoso, era el valle alumbrado por las claridades pálidas de un angustiado sol, era el grupo de castaños, inmóvil unas veces, otras violentamente sacudido por la racha del ventarrón furioso y desencadenado.
La noche era oscurísima y en el cielo brillaban algunas estrellas con tan vivo fulgor, que parecían haber descendido, según la observación de Sor Teodora, a contemplar desde cerca la tierra.
Estaban en un sitio solitario, y la noche era oscurísima.
Como principiaba a anochecer y concluía oscurísima la tarde, era inútil que tratase de buscarle con la vista delante de mí.
Yo me alzaba sobre los estribos procurando distinguir algo, pero además de ser la noche oscurísima, las descargas eran tan lejanas, que no se alcanzaba a ver el fogonazo.
La noche era oscurísima, pero serena.
Era oscurísima la noche y no vi más que una masa negra e informe de la cual se destacaban altos tejados, cúpulas, torres, chimeneas, paredones, aleros, arbotantes y veletas que desafiaban el firmamento como los topes de un gran navío.
Oscura, oscurísima era la noche cuando el convoy entró en la capital de Navarra.
En efecto, ¿quién que abriga un alma de poeta no se inspira a la vista de esa hilera de casas desiguales de nuestra derecha, en que sobresalen los altos balcones de la solariega del Conde de Peñalver? ¿O a la de esta alameda sin árboles que termina en el café de Paula, ahora a oscuras y desierto? ¿O a la del hospital del mismo nombre en el fondo, que parece una pirámide egipcia, desde cuya ennegrecida cima, según dijo Bonaparte, nos contemplan los siglos? ¿O del lado opuesto, la de la oscurísima masa del navío , clavado, por decirlo así, en las serenas aguas de la bahía? ¿No ves cómo se destaca del cielo, donde chispean las estrellas? ¿Quién no diría que éstas, en vez de luz derraman lágrimas por la próxima desaparición del último resto de nuestras glorias navales?.
Y dejando que Danglars diera rienda suelta a su odio inventando alguna calumnia contra su camarada, sigamos a Dantés, que después de haber recorrido la Cannebière en toda su longitud, se dirigió a la calle de Noailles, entró en una casita situada al lado izquierdo de las alamedas de Meillán, subió de prisa los cuatro tramos de una escalera oscurísima, y comprimiendo con una mano los latidos de su corazón se detuvo delante de una puerta entreabierta que dejaba ver hasta el fondo de aquella estancia, allí era donde vivía el padre de Dantés.
La noche era oscurísima, mas no tanto que no se viese perfectamente la claridad de la superficie de un gran charco que las aguas habían formado en la plazoleta frente al palacio de Lantigua.
Pero como la noche era oscurísima y tormentosa, fue imposible salvar a la víctima, no obstante acudir en su ayuda varios transeúntes.

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