Ejemplos con nombres

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Hubo quien, puesto ya el caso en el terreno de las indagaciones, aseguró haber muy parecido a lo que el lector y yo sabemos de la historia de nuestro personaje, pero como los nombres de uno y de otro no coincidían exactamente, y había quien aseguraba muy formal que el recién llegado era un rico negociante de Madrid que había trasladado su residencia, calló la murmuración y tomósele de buena gana, a pesar de ciertos resabios de mal género que de vez en cuando le asomaban, y sobre todo a su mujer, por un señor de importancia, muy rumboso además y muy atento.
Y realmente, en los libros de Daudet no faltan figuras de convención, ni deja de respirarse cierta atmósfera poética, que los intransigentes de la escuela condenan con los nombres de.
Veamos ahora por qué no coincidían los nombres del Simón de la ciudad y los del Simón de la aldea.
Pero, ¿Eurípides es nombre cristiano? Si lo es, vendrá de la provincia de Palencia, que es donde ponen los nombres más estrambóticos.
Y bien, ¿con cuál de los nombres hemos de llamarle?.
En el cosmoses decir, en el diccionarioestán los nombres de todas las cosas, pero están mal aplicados, porque están aplicados según costumbre mecánica y en forma que, lejos de provocar un acto de conocimiento y de creación, favorecen la rutina, la ignorancia, la estupidez, la charlatanería gárrula y el discurso vulgar, vacío y memorista.
Están los nombres en el cosmoses decir, en el diccionariocomo aves en jaula, o como vivos narcotizados y escondidos en sepulcros con siete sellos.
En las otras galleras abundaban los nombres de toreros.
¡No la nombres, boca miserable! ¡Boca de escorpión! ¡Boca de serpiente!.
Conocía la casa donde cada prebendado iba a pasar la tarde después del coro, los nombres de las señoras o de las monjas que les rizaban las sobrepellices, y las rivalidades sordas y feroces entre estas admiradoras del cabildo que se esforzaban por vencerse blanqueando y planchando la batista canonical.
¡Lo que yo sufrí una temporada! De vez en cuando fusilamientos en el foso del castillo que hay allá, y yo buscaba ansioso en los papeles los nombres de los sentenciados, siempre esperando encontrar el tuyo.
Gabriel, al llegar a este punto, soñaba leyendo los nombres obscuros de Cixila, Elipando y Wistremiro.
Después ya no quiso suplicar, conociendo de antemano la respuesta: Era un tormento calculado: le ofrecían agua cuanta quisiera, pero luego que delatase los nombres de los culpables, afirmando lo que no sabía.
El buen rey da a la catedral nueve villas, y si quisiera te podría citar los nombres, varios molinos y un sinnúmero de viñas, casas y tiendas en la ciudad, y termina diciendo, con su largueza de caballero cristiano: Esto, pues, de tal manera lo doy, y concedo a esta Santa Iglesia y a ti, Bernardo, Arzobispo, por libre y perfecta donación, que por homicidio ni por otra alguna calumnia en ningún tiempo se pierdan.
Debieran estos nombres escribirse con letras de oro en los antipáticos salones de la Vicaría, para eterna ejemplaridad de las generaciones futuras, y debiera ordenarse que los sacerdotes, al leer la epístola de San Pablo, incluyeran algún parrafito, en latín o castellano, referente a estos excelsos casados.
Yo pienso sacar todos esos nombres de la injusta obscuridad y olvido en que yacen.

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