Ejemplos con lodazal

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El campamento situado al noroeste se encontraba en una zona tradicionalmente inundable que en estos días se convierte en un lodazal regado por las aguas del arroyo del Secano.
El ataque de la caballería ligera italiana se vio comprometido por la condición del terreno pero a su vez la artillería francesa no fue lo efectiva que se esperaba gracias al lodazal en que se hundían las balas de artillería y las lluvias previas que habían mojado buena parte de la pólvora.
A él se añade la desinencia locativa -tlan, por lo que el topónimo significa En el lodazal.
Tienes razón ¿Pero qué se le va a hacer, si Madrid es un lodazal?.
¡Qué grande obra sería la de deshacer esta mescolanza que repugna, que envenena, que liberta el vicio de toda sanción social que le marque la frente como con una señal de infamia, y lo contenga, ya que no con el temor de Dios, con la vergüenza al menos y con el respeto humano, que familiariza con el escándalo hasta a las conciencias más rectas, y destruye la poderosa barrera de horror y de extrañeza que debe separar al bueno del escandaloso, y comenzando por hacer a este tolerable, acaba por hacerle pasar por imitable! ¡Qué grande obra haría quien con el mismo espíritu de caridad cristiana con que se fundan asilos para huérfanos y casas de refugio para doncellas en peligro, fundase para mujeres y hombres , en que sin riesgo alguno de mal ejemplo pudiese encontrar la juventud las justas, legítimas y aun necesarias distracciones propias de sus años, hallar sin desvergonzada levadura ese trato señoril y digno a la vez que alegre y placentero, que afina y suaviza las inclinaciones del hombre, fortalece y alecciona las de la mujer, y fomenta el trato mutuo y el mutuo conocimiento de que brotan castas simpatías, germen de puros y tranquilos amores, que sirven de base solidísima a matrimonios felices y meditados, de que nacen luego familias cristianas y ejemplares! Y la caridad, la caridad derivada del cielo, única santa y legítima, que todo lo ve con sus ojos de lince, que todo lo abarca con su actividad insaciable, que todo lo precave con su perspicacia amorosa, y no deja dolor sin alivio, ni pena sin consuelo, ni llaga sin remedio, ¿no se ha fijado nunca en esta úlcera ensangrentada? ¿Acaso es más digna de lástima la pobre labriega, la infeliz criada de servicio que el abandono precipita en un lodazal de escaleras abajo y salva la caridad en una casa de refugio, que la encopetada señorita, la rica heredera que un abandono distinto, sólo en la forma, precipita del mismo modo en otro lodazal de salones adentro? ¡Y pensar que no es tan difícil el remedio como a primera vista parece, que bastaría quizá que una mujer de prestigio y de energía, cerrando los oídos a indecorosos respetos humanos y a culpables condescendencias sociales, fundase, por el amor de Dios, un , lanzando a los cuatro vientos de la alta sociedad madrileña, por toda esquela de convite, esta estupenda noticia: La marquesa tal, o la duquesa cual, se queda todas las noches en casa, para las señoras honradas y los caballeros decentes !.
Pero mi casa no está en ese lodazal, María.
¡Polaina! Lo mamé con la leche No soy bueno porque no quiero jorobarme siéndolo, pero al que se joroba y lo es, yo le venero, que no porque merezca yo un presidio dejo de conocer que hay quien merece la gloria, y no porque me revuelque en un lodazal dejo de ver que hay estrellas en el cielo.
No, no es un lodazal, porque tú y yo y otras muchas somos Madrid y, gracias a Dios, no somos lodazales Di más bien que en Madrid , que puede perfectamente evitarse andando con la ropa un poquito recogida Pero, sin duda, es el maldito lodazal de agua de colonia, y como huele bien, a pocos veo que les repugne zambullirse dentro.
Madrid estaba convertido en un lodazal, soplaba norte pulmoníaco, y la lluvia, por lo terca y violenta, se burlaba de toda prenda impermeable, pero a don Juan le pareció que caminaba por las secas alamedas de un jardín donde corría suavísimo céfiro y que del cielo caía tibio rocío perfumado, como aquel que un alarife cordobés hizo llover en el serrallo del califa.
Tú no conoces la espantosa realidad de este mundo, tú no conoces este lodazal en que yacemos.
Mi alma se arroja fuera de este lodazal y busca los aires puros, huye de las infectas madrigueras de la civilización, abiertas en fango pestilente y se baña en los rayos de oro que cruzan los espacios.
Pero si el mundo supiese que entrambos hemos amado y sufrido, que de nuestro sufrimiento y de nuestra lucha sólo hemos sacado la conciencia ilesa, comprendería nuestra mutua posición, tú has dejado enterrado tu amor en el lodazal de tu juventud, ha muerto allí sofocado, no existe para ti, yo amo a un fantasma imposible y entrambos, con el corazón vacío para ese amor ardiente, que Dios ha puesto en el alma del hombre y de la mujer, satisfechos el uno del otro, nos apoyamos mutuamente y nos amamos con un amor infinitamente más puro.
Pero lo que ellas habían inundado, todo lo que se descubría con los ojos, era un lodazal tristísimo, sin praderas sin flores y sin senderos.
Estos corrales son en tiempo de invierno un verdadero lodazal en el cual los animales apeñuscados se hunden hasta el encuentro y quedan como pegados y casi sin movimiento.
Viva la jaquita de Fosal, que hacía polvo en un lodazal.
Soltélo al punto con asco y me retiré precipitado de aquel lodazal inmundo de la muerte.
La barricada, la cloaca, el lodazal, todo lo atravesó por mí, por ti, Cosette, preservándome de mil muertes, que alejaba de mí y que aceptaba para él.
Dirigiéndose hacia él incautamente los Sabinos, les favoreció un acaso, porque a Curcio, hombre muy principal y de ánimo altivo, que era de los de a caballo y se había adelantado mucho a todos los demás, se le atascó el caballo en el lodazal, y por más que por algún tiempo con golpes y voces procuró sacarle, viendo, por fin, que no había forma, le hubo de dejar, y él se salvó, y el sitio todavía retiene por él el nombre de lago Curcio.
Los escritores distinguen casi siempre entre el hombre privado y el hombre público, esto es muy bueno en la mayor parte de los casos porque de otra suerte la polémica periodística, ya demasiado agria y descompuesta, se convirtiera bien pronto en un lodazal donde se revolverían inmundicias intolerables, pero esto no quita que la vida privada de un hombre, no sirva muy bien para conjeturar sobre su conducta en los destinos públicos.
»-Es que no ha pasado -me respondió, sin apartar la vista del punto en que la había fijado antes, y con voz mucho más débil-, ¡y esto es lo asombroso! Yo creo que estoy despierta ahora, y, sin embargo, me encuentro en el mismo sitio y sobre el mismo lodazal.
-Sí, hija -contestó la interpelada-, me echan y con cajas destempladas, esas nubes, que si les da gana de descargar, van a hacer de mi casa un lodazal, pues el techo, que es más viejo que yo, se ha vencido y está hecho una criba.
, la única criatura de cuantas hollaban la tierra, que me parecía más criminal que yo!, ¡el hombre que merecía, en buena ley, que llovieran sobre él solo todas las amarguras que habían entristecido mi hogar! Porque él era la fuente, el origen y el único causante de todas mis desdichas, el demonio sagaz que había socavado mi fortaleza, para arrojarme después hecha jirones al lodazal de las gentes corrompidas.
El pobre Ángel tenía la cabeza hecha un laberinto de fuego y de visiones diabólicas, pero entre todo y sobre todo lo que se revolvía y abrasaba, alzábase flotante y como la esperanza de un celestial consuelo, la imagen de Luz, de Luz, que no estaba, que no podía estar manchada con el fango de aquel lodazal en que había nacido.
¡Figúrese el lector en qué aprietos no se vería la aristocrática viuda de don Mauricio Ibáñez para salir limpia y sin manchar a nadie, de aquel nuevo lodazal en que la arrojaba de pronto el natural deseo de su hija! Salió bastante mejor que hubiera salido otra pecadora con menos ingenio y serenidad que ella, pero salió muy dolorida y alarmada.
Allí el agua había dejado un ancho lodazal cuya superficie comenzaba a verdear con una naciente grama, indicando con esto, que nadie se había acercado a aquel paraje.
«¿Y don Víctor? Otro miserable y además un estúpido que merecía cuanto mal le viniera encima, como él, como Ana lo merecían también, como lo merecía el mundo entero que era un lodazal.
El entierro dejó atrás la calle principal de la Colonia, que estaba convertida en un lodazal de un kilómetro de largo, y empezó a subir la cuesta que terminaba en el cementerio.
Desde aquella tarde ningún momento había dejado de pensar lo mismo, que era absurdo que la vida pasase como una muerte, que el amor era un derecho de la juventud, que Vetusta era un lodazal de vulgaridades, que su marido era una especie de tutor muy respetable, a quien ella sólo debía la honra del cuerpo, no el fondo de su espíritu que era una especie de subsuelo, que él no sospechaba siquiera que existiese, de aquello que don Víctor llamaba los nervios, asesorado por el doctor don Robustiano Somoza, y que era el fondo de su ser, lo más suyo, lo que ella era, en suma, de aquello no tenía que darle cuenta.

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