Ejemplos con levantándolos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

También engulle huevos, que rompe levantándolos con el pico y lanzándolos contra las rocas.
El camino derecho para ir a la villa desde Cumbrales, es por encima de Rinconeda, pero es mucho más blando y placentero el del valle, y éste usan las gentes de Cumbrales mientras las lluvias del invierno no reblandecen el suelo de las praderas y le hacen intransitable en algunos sitios las pozas y los pantanos. Este camino tomaron, en la susodicha ocasión, por la Cajigona abajo, Ana, María y Pablo, con dos mozas de carga, bien trajeadas, rozagantes y frescotas, antes que el sol llegara al fin del primer cuarto de su diaria carrera. Caminaban los cinco en ringle, porque el sendero era angosto y en los prados sentían los pies la frescura y humedad del rocío, aún no seco por el sol que aquel día andaba a la greña con las nubes. Como los bajos de Ana y de María se mojaban al rozarse con la yerba, y para que esto no sucediera era preciso levantarlos, y levantándolos se descubrían los altos del parlanchín y menudo zapato, y algo más que los arranques de la fina y estirada media, Pablo, que iba detrás de Ana, con un pretexto mal urdido por ésta, pasó a la cabeza de la fila.
influjos, fue reforzando el viento y levantándolos a lo alto tirándoles para sí el cielo a ser.
A los caballos los hizo atar al techo con recias sogas, que, pasando por el arranque del cuello, los tenían en el aire, levantándolos más o menos por medio de una polea, púsolos, pues, de modo que con las patas traseras se apoyaban en el suelo, pero con las delanteras, cuando tocaban en él, era con la puntita del casco.
Tiene tanta fuerza, que un día, yendo de caza, porque un hombre que pasaba en su burra no quiso desapartarse, cogió burra y hombre, y, levantándolos en vilo, los tiró por un despeñadero.
Luisa y yo nos quedamos sentados, en tanto que el Tartuffe inglés, con las manos cruzadas, ora cerrando los ojos, ora levantándolos al techo, ensartaba una fila interminable de frases sin sentido, a no ser cuando se proponía insultarnos con achaque de pedir a Dios por las almas perdidas de los incrédulos.

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