Ejemplos con lengua

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ojalá vosotros, muchachos y muchachas americanos, que estudiáis con entusiasmo la lengua española, podáis percibir también en estas páginas breves y vibrantes algo del encanto de aquella tierra misteriosa y lejana de donde salieron los primeros hombres blancosde un blanco atezado y moreno como el de Juan Ramónque llegaron a las costas maravillosas de América.
Calla, lengua de escorpióndijo, irritado, el fraile.
Que Pereda emplea procedimientos naturalistas, es innegable, que se va siempre tras de lo individual y concreto, también es exacto, que enamorado de los detalles, los persigue siempre, y los trata como lo principal de su arte, a la vista está de cualquiera que abra sus libros, que en la descripción y en el diálogo se aventaja más que en la invención y en la composición, es consecuencia forzosa de su temperamento artístico, que no rehuye la pintura de nada verdadero y humano, y, finalmente, que ha vigorizado su lengua con la lengua del pueblo, también es verdad y para honra suya debe decirse.
A la fin, a la finexclama, ella se deslía la dulce y deliciosa lengua de otras veces.
Yo, por la violencia de mi amor, me sentí violento en la lengua: Nos escapamos, porque es el único camino que se nos abre, y si tú no lo sigues conmigo, es que no me quieres.
Cada vez que yo leía, con el corazón en suspenso: , claridad, luz de luces, luz que ilumina los sentidos, rutilante luz auroral, veía en presencia la imagen de Angustias, y exclamaba, con San Ambrosio: , que resuene mi confesión de amor en mi boca, en mi lengua, en mi mente, en mis sentidos, con todas mis fuerzas.
Un autor dice que San Ambrosio enseñó a la lengua latina a orar.
¡Sus himnos han influído de tal suerte en mi vida! Me sé muchos de memoria, y he traducido algunos en lengua castellana.
Durante los cuatro primeros años de seminario, en los cuales se estudia con preferencia el latín, me apliqué a dominar esta lengua: ellos concluyeron los cuatro cursos sabiendo menos latín que un toro de Miura.
En las narices, en los ojos, en los oídos, en la lengua, en el tacto, en el alma, recibe usted una impresión de verdín, lo que en Pilares llaman verdín, ese moho fofo y viscoso que nace, junto con las lombrices de tierra, en los rincones húmedos, sombríos y silenciosos.
Una de sus últimas enseñanzas consistió en un a manera de apólogo, muy breve, que confió a Escobar, el Aligator, y que éste tuvo la suerte de poder traducir en lengua vulgar.
Antes de morirse, llamó por señas a la duquesa, y ya con lengua moribunda, dijo:.
Esto de la jurisprudencia fué como una losa de plomo que cayese sobre la lengua de Xuantipa.
No podía dormirse con aquellos dientes ajenos, porque le mordían, a pesar suyo, la lengua, como si el antiguo propietario viniese, a favor de las tinieblas del sueño, a vengarse del macabro usufructo.
Que los filósofos hablaban una lengua especial, ya lo sabía él, pero le cabía la duda si cada filósofo hablaba una lengua distinta, inventada por él mismo, o si todos hablaban la misma.
Todos los filósofos hablan una lengua especial.
Pero tente, lengua liviana y maldecida.
Su lectura favorita era el diccionario de la lengua.
Por eso él dice, y es de las ocasiones contadas en que habla lengua inteligible, que la ama más que como padre: como padre y como madre juntamente.
Conque, ya sabes, si te viene un verso a la lengua, cierras la boca.
Belarmino le hablaba una lengua perfectamente insólita, que él no conocía ni sospechaba, como que no era lengua viva ni lengua muerta, sino lengua en embrión.
Cierto que no le entendían, también San Bernardo inflamó una Cruzada, arrebatando muchedumbres que no entendían la lengua en que les persuadía.
Belarmino extrajo del cajón del mostrador un libro, que era un diccionario de la lengua castellana, y con él bajo el brazo se sentó en una silleta, cerca de una de las puertas de entrada.
Hasta le pareció a Roseta que se mordía nerviosamente la lengua para castigarla por su atrevimiento, y se pellizcaba en los sobacos por haber ido tan lejos.
Y apenas se dijo esto, salió de entre las cañas una recta y fugaz lengua de fuego, una flecha roja, que al disolverse produjo un estampido, y algo pasó silbando junto a una oreja de Batiste.

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