Ejemplos con lampiños

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Presenta tallos erguidos, lampiños, de base leñosa, hojas basales anchas y largas, que forman una roseta alrededor del tallo, onduladas, de intenso color verde y brillante, de punta afilada.
Algunos sírfidos, como los de los géneros Eristalis y Volucella, tienen el cuerpo cubierto de pelo al estilo de las abejas, mientras otros, como los de los géneros Melanostoma o Sphaerophoria, son básicamente lampiños, como las avispas, a las que imitan también en el fuerte contraste de sus colores.
Su pelaje es poco tupido con mechones de largos pelos rojizos distribuidos por el dorso, brazos y costados del cuerpo, por el contrario algunas zonas como las manos, los pies, el pecho y el vientre son lampiños, de color pizarra en los machos viejos y rosado en los jóvenes y hembras.
«¡Todo extremo, todo insensatez! En los Ateneos, mozalbetes que reniegan de lo que no han estudiado, audaces lampiños que se burlan de la conciencia, de la libertad humana, que manifiestan un rencor personalísimo a Su Divina Majestad, como si fuesen quisquillas de familia.
Y lo mismo digo de los diablos, que todos son capones sin pelo de barba y arrugados, aunque sospecho que como todos se queman, que el estar lampiños es de chamuzcado el pelo con el fuego, y lo arrugado del calor, y debe de ser así, porque no vi ceja ni pestaña y todos eran calvos.
Las telarañas que abrigaban como toquilla el vendado rostro de la Fe, crecían atrozmente, y rostros había lampiños que echaban barbas de polvo, torneados brazos rodaban por el suelo, alas de ángeles y manos de judíos que, aun desprendidas, no habían soltado el látigo.
¡Riqueza es en toda tierra de barbudos o lampiños!.
Brotó en mocetones lampiños y estoicos, de malas pulgas y buenas palabras.
Pidió otra copa, a pesar de la discreta exhortación del hijo, que le aseguraba que su mamá los esperaba para comer, y empezó a explicar, sin que nadie lo hubiera provocado, y a repetir con insistencia tenaz y cargosa: «Que él no tenía miedo a nadie, y que quien lo buscaba lo encontraba, y que a nadie le sabía mezquinar el cuerpo, que bien sabía que hay hombres que lo quieren embromar a uno, y ponerlo en compromisos, pero que él era pobre y honrado y no se dejaba pisar, y que todavía sabría enseñarles, a esos compadritos lampiños, que el viejo Anacleto era capaz de ponerlos a raya, y que no, por unos mocosos, aunque fueran extranjeros, iba a dejar el sitio, que él era buen criollo, y que sólo a los ingleses los respetaba, porque había tenido un patrón inglés, que si no lo hubiera echado, todavía estaría con él, y que mientras habría un gancho para pelear, ahí estaría Anacleto».

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