Ejemplos con inglesa

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

No sabía tanto la hija de Böhl de Fáber, pero así en los que llama , como en muchas de sus novelas, donde la acción es escasa y los personajes y las escenas de familia lo son todo, rayó tan alto como el que más en este linaje de escritos, aunque no estaba inmune de cierto sentimentalismo a la alemana o a la inglesa, enteramente extraño a la índole de las escenas que describe, ni tampoco se libraba del inmoderado afán de declamar a todo propósito, y de interrumpir sus mejores cuentos con inoportunos si bien encaminados sermones.
No habrá oído usted decir punta a la madrileña, tacón Isabel II o hechura española, como se dice punta a la florentina, zapato Richelieu, tacón Luis XV, hechura inglesa.
Ocurriósele de pronto una hipótesis: acaso la viajera fuese una inglesa o norteamericana, provista de rodrigón y paje con llevar en el bolsillo un revólver de acero de seis tiros.
En Londres conoció a una inglesa joven, enferma, que, movida como él por el ardor de la propaganda revolucionaria, iba de la mañana a la noche por los paseos y los alrededores de los talleres repartiendo folletos y hojas impresas que guardaba en una caja de sombreros siempre pendiente de su brazo.
Y Gabriel hablaba de la inglesa como de una hermana muerta.
El eco de la revolución inglesa vibraba aún en el mundo.
a su casa, primero bajo el cuidado de una buena mujer, y más tarde con un aya inglesa, la cual vino porque la condesa se empeñó en que viniese.
Acisclo, la firme persuasión que abrigaba, de que con otro cualquier administrador de por allí, la ruina de su padre hubiera sido diez años más pronto, y ella no se hubiera criado como una dama elegante, en el seno del bienestar, con aya inglesa, y con todos los cuidados debidos.
Había sido educada por un aya inglesa que había sido menester despedir por falta de dinero antes de venir a Villafría, pero ya la niña hablaba inglés y francés con perfección y estaba muy instruida.
¡Ten calma! ¡Eres un muchacho sin experiencia! Déjate de melancolías y de novelas, abomina de Lamartine y de Zorrilla, y recuerda que tu poeta favorito fué rico porque se casó con una inglesa millonaria.
Juanito, con los nervios excitados, acabó por huir, refugiándose en los jardinillos a la inglesa que la gente llama el Plantío.
Bajo el sofá sonaba el juguetón cascabeleo de , la perrita inglesa, que al notar la presencia de Juanito sacó a medias, por entre los lambrequines, su cabeza de juguete.
¡Esta letra inglesa tan amanerada y presumida!.
Lo mismo preparaba en la cocina una gran comida, que arreglaba una mesa a estilo de fonda , arte que había aprendido sirviendo a una familia inglesa.
—Pero, aunque no lo sea, nadie negará que los confesores, las madres del antiguo régimen, las damas educadas a la inglesa y los hombres que observan un buen método higiénico-moral, ponen las cruces a los.
Lo que doña Lupe llamaba el era excelente: riñones salteados, sesos, merluza o pajeles, si los había, chuletas de ternera, filete a la inglesa Esto corría de cuenta de la viuda, y Fortunata se comprometió a hacer una paella.
El inspirado y entusiasta mancebo hacía hincapié en lo malos que son los señoritos y en la necesidad de una ley a la inglesa que proteja a las muchachas inocentes contra los seductores.
de Torquemada, explanó acaloradamente la necesidad de arreglar sus propios asuntos, con aquello de , estableciendo en sus gastos un orden tan escrupuloso, que no haría más el primer lord de la Tesorería inglesa.
Rubín se sentaba y se levantaba, dando botes en el asiento, como un jinete que monta a la inglesa.
Tom se reía, pero en su interior rechazaba aquella superchería por dos móviles de conciencia, el móvil de la rectitud inglesa y el de la formalidad del aficionado a toros.
Su cara filipina se había puesto de color de mostaza inglesa.
Se le iban los ojos tras de la infancia en cualquier forma que se le presentara, ya fuesen los niños ricos, vestidos de marineros y conducidos por la institutriz inglesa, ya los mocosos pobres, envueltos en bayeta amarilla, sucios, con caspa en la cabeza y en la mano un pedazo de pan lamido.
Márchese a su Londres, estese allí quietecito, muy quietecito, y si se le presenta una inglesa fresca y de buen genio, cásese, apechugue con ella, aunque sea protestante ¡Ay, Dios!, que no me oiga Guillermina, sí, cásese, y verá cómo se le pasan todas las murrias, tendrá niños Me comprometo a ser madrina del primero digo, si es que le bautizan.
Catalina, la mujer de Clotaldo, noble, cristiana y prudente señora, tomó tanto amor a Isabela, que como si fuera su hija la criaba, regalaba é industriaba, y la niña era de tan buen natural, que con facilidad aprendia todo cuanto le enseñaban: con el tiempo y con los regalos fué olvidando los que sus padres verdaderos le habian hecho, pero no tanto que dejase de acordarse y de suspirar por ellos muchas veces, y aunque iba aprendiendo la lengua inglesa, no perdia la española, porque Clotaldo tenia cuidado de traerle a casa secretamente españoles que hablasen con ella, desta manera, sin olvidar la suya, como está dicho, hablaba la lengua inglesa como si hubiera nacido en Lóndres.

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