Ejemplos con impaciencias

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Y lo mejor de , lo verdaderamente incomparable, está en aquellos capítulos donde el Lebrato y su hijo intervienen, con su locuacidad el uno, con su timidez el otro, los dos con el mismo natural resignado y austero, sacudido por bruscas impaciencias en el joven, acrisolado por divina serenidad en el viejo.
A medida que el utilitarismo genial de aquella civilización asume así caracteres más definidos, más francos, más estrechos, aumentan, con la embriaguez de la prosperidad material, las impaciencias de sus hijos por propagarla y atribuirle la predestinación de un magisterio romano.
Pero tal persuasión, que debe defenderos de un desaliento cuya única utilidad consistiría en eliminar a los mediocres y los pequeños de la lucha, debe preservaros también de las impaciencias que exigen vanamente del tiempo la alteración de su ritmo imperioso.
La obra mejor es la que se realiza sin las impaciencias del éxito inmediato, y el más glorioso esfuerzo es el que pone la esperanza más allá del horizonte visible, y la abnegación más pura es la que se niega en lo presente, no ya la compensación del lauro y el honor ruidoso, sino aun la voluptuosidad moral que se solaza en la contemplación de la obra consumada y el término seguro.
El tenía que marchar a media máquina, haciendo sufrir grandes impaciencias a su capitán en estas peregrinaciones monótonas y peligrosas a través de semanas y semanas.
Algunos jóvenes que muestran exageradas impaciencias por obtener la fama literaria y sus provechos materiales deben reflexionar sobre la historia de esta novela, tan unida a mi nombre.
Como esta idea fue resultado de mucho mirar a Leocadia, hablar con ella y observarla, buscando ocasiones en que estudiarla el genio, lo notaron los padres y el mismo Pepe, de suerte que casi antes de que Millán demostrara su amor con atenciones y cuidados, ya ellos lo habían sorprendido sin enojo en sus impaciencias y miradas.
«''Mi amigo y señor: Inveterados achaques tiénenme, por mal de mis pecados, prisionero en ésta su casa há ya largos días, y como éstos siguen corriendo sin que Dios sea servido darme la libertad con el alivio, resuélvome a decirle a usted por escrito lo que juzgo más digno de ser tratado de palabra, ni el asunto es de los que se prestan a largas treguas, ni a más que las vencidas se avienen las naturales impaciencias del dador de la presente carta, que lo será, Dios mediante, mi hijo don Álvaro.
-Bien está eso -interrumpió Ángel, que no podía con el martirio de sus impaciencias-, pero en el caso mío.
Bien sabían las maestras con qué ansias aguardaba la neófita a que se las abrieran, y por saberlo tanto, se complacían en aguijonear sus impaciencias extremando el color de sus pinturas.
Corriendo los días y rodando los expedicionarios, tan pronto en un puerto de mar como en una estación de secano, arrastrándose más que caminando la marquesa, a quien apenas bastaba una semana de reposo por cada hora de jornada, ninguno de los tres recogía el fruto sazonado de sus ilusiones: el padre, por lo que se ha visto, la madre, por lo que fácilmente se adivina, por enormes que sean las dosis de vanidad y de tonta presunción de que la supongamos henchida, y la hija, porque a medida que el tiempo pasaba sin que se cumpliera la promesa que en Madrid había hecho Pepe Guzmán de encontrarse con ella «donde menos lo pensara», crecían sus impaciencias «por el natural e insignificante deseo de salirse con la suya», y la suya era que no se encontraría en parte alguna de su expedición veraniega con Pepe Guzmán, y no encontrándose con él, estaba autorizada para decirle, en broma, por supuesto, en cuanto le viera en Madrid: «¡valiente palabra es la palabra de usted!» Y con esta sola preocupación, se pagaba bien poco de todo lo que hallaba al paso, de preparar el éxito de sus exhibiciones en playas, alamedas y espectáculos, y mucho menos del tributo ofrecido a su belleza por la turba de tenorios contrahechos que a eso van a los «centros elegantes», y aun por otros admiradores de más seso y mejor arte.
De ésta dedicó la mayor parte a las impaciencias del partido que se juzgaba heredero inmediato del Poder.
Bien estaba el intento de mantener el orden a todo trance, y mucho mejor la confianza manifestada en la lealtad «jamás desmentida» del ejército, base y garantía de la paz y del sosiego públicos, no obstante el eterno trabajo empleado para corromperle por los que intentan hacer de él instrumento de sus «bastardas y descomedidas ambiciones», pero había que tener en cuenta, ¡muy en cuenta!, que, en determinadas ocasiones, un celo excesivo, imprudente, sólo conducía a exacerbar las impaciencias y a despertar propósitos aún dormidos.
Y continúo ahora diciendo que Pepe Guzmán volvía a la tertulia tan fino, tan cortés, tan elegante y tan buen mozo como siempre, tan atento, deferente y cariñoso con Verónica, pero que del litigio pendiente con ella, ni una palabra, y que Verónica, en quien se aumentaban las impaciencias con las dificultades, llena de heroicos propósitos de tirarle de la lengua cuanto más él la escondía, nunca hallaba ocasión de practicarlos, por sus invencibles temores a salirse de la raya.
Una noche, conversando Pepe Guzmán con su amiga, y cuando ya ésta comenzaba a curarse de sus impaciencias mortificantes con la cuerda reflexión de que no hay tesoro que merezca este nombre si cuesta adquirirle más de lo que vale, con la serenidad y el aplomo de quien cumple así lo establecido en un programa, hizo él malicioso y experto galán punto redondo en los temas vagos que hasta allí le habían servido desde algunos meses antes para entretener las displicencias de Verónica, y la condujo de repente al terreno que tanto ambicionaba ella, quiero decir, volviendo al símil tan repetido, que la retó de nuevo y que hasta se puso en guardia.
Halleme, pues, desprevenida e indefensa en aquel inesperado trance de prueba, perdí mi poca serenidad, y pareciéndome que el castillo no se desmoronaba tan aprisa como lo querían mis desatinadas impaciencias, yo misma puse mis manos en él, y me atreví a arrancar sus sillares, uno a uno, hasta dejarle arrasado.
»Llegó la hora de comer, y comí tan poco como la víspera, porque aunque los motivos eran diferentes, la mortificación de las impaciencias que me desganaban era la misma un día que otro.
Y salió a buscarla, sin impaciencias, por aquel camino que eligió a la casualidad.
De aquí su desaliento, sus impaciencias y sus veleidades en el trabajo.
En esas fiebres de envidia, en que no sabía por qué le faltaba alguna chuchería a su traje, las novelas traían el consuelo a su corazón agitado y adormecían sus impaciencias dilatando el dorado prisma de su ilusión en infinitos eslabones de esperanza.
Para entretener sus impaciencias, paseaba arriba y abajo en la faja de sombra que proyectaba la mole, observado de una media docena de muchachuelos y otros tantos menestrales que andaban por allí matando el rato.
¡En buen grado de tensión estaban las impaciencias de Leto para dejadas así hasta el día siguiente, sin el riesgo de un estallido! En cuanto entró en la botica le dijo a su padre:.
En estas dudas mortificantes, salió de su cuarto y se dirigió poco a poco y refrenando mal sus impaciencias, al saloncillo donde suponía que estaría ya Nieves, y estaba, en efecto, haciendo labor, en su sitio de costumbre, junto a la puerta del balcón.
Entre tanto, distraía sus impaciencias con los hechizos de una nietecilla que Dios le había dado, y era la criatura más hermosa que había nacido de madre.
La luz que Facia había encendido en la lamparilla del dormitorio al salir de él, y que aún conservaba en la mano, iluminaba un poco aquellas fauces entenebrecidas, y así pude entreverlas atascadas, materialmente, de figuras apiñadas y oscilantes que miraban hacia nosotros con impaciencias voraces, y aun hubiera jurado yo que allá en el fondo, detrás de toda la masa, pero alzándose un codo sobre la cabeza del más talludo, relucían, como dos linternas en un túnel, los ojazos verdes y saltones del gigantón de la Castañalera.
Pero ¡qué ofuscación tan absurda la nuestra! ¿Qué inconveniente había en entretenerle las impaciencias, respondiendo que habían ido a avisarle y que estaba a punto de llegar? Esto iba a responderle yo al mismo tiempo que me acercaba a su cama con Lita y Mari-Pepa, hechas un mar de lágrimas, mientras quedaba Facia arrimada a la pared del fondo con los brazos cruzados, la cabeza inclinada sobre el pecho y los ojos, secos, entristecidos e inmóviles, clavados en la faz cadavérica de su amo, cuando éste volvió a exclamar, pero con un brío inconcebible en su estado miserable:.
-Corriente -le dije yo, no sabiendo cómo armonizar mis escrúpulos con sus impaciencias-, pero después de declarar, para la debida inteligencia, que yo tomo el caso en el punto mismo en que usted le puso y le dejó esta mañana.
Pero no di al descubrimiento la importancia que le hubiera dado en otra ocasión, porque las impaciencias nos consumían, y notaba que, como si allí no hubiera más ánimos que los míos, a medida que se los infundía a Tanasia y a su familia, iba quedándome yo sin ellos.
En fin, que media hora después estábamos Chisco y yo, armados hasta los dientes, en el portal, donde Pito Salces, con su espingarda al hombro y una perruca faldera al lado, entretenía sus impaciencias oliscando a Tona en sus trajines de arriba.
Llegó al cabo, mucho antes de lo que la infeliz quisiera, y mucho después de lo que convenía a las impaciencias del otro.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba