Ejemplos con guirindolas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Su heroísmo era orgullo con guirindolas y cascabeles, se había imaginado el tipo del héroe popular, y como gran artista, encarnaba admirablemente el papel que para sí mismo había compuesto.
No hacía más que clavar en mi rostro, o en las guirindolas de mi pechera, sus ojos fríos, vidriosos, con una expresión de arrobamiento que me confundía, y estar pendiente de mis palabras, como si yo fuese oráculo que debía ser oído religiosamente, mas no contestado.
Tal como tenemos hoy el Régimen, no es otra cosa que el absolutismo adornado de guirindolas liberales.
Ello fue que en el salón, después de la comida, cuyo suculento aliño a la española tengo que elogiar aunque sea de pasada, probé a sacar del pedernal duro de María Ignacia algunas chispas, hiriéndola por uno y otro lado de su entendimiento con el eslabón de estudiadas preguntas y proposiciones. Mas no me dio resultado la prueba, y fuera de alguno que otro rasgo de ingenuidad casi infantil, no daba lumbres la infeliz criatura con quien querían emparejarme para toda la vida. A posta me dejaron los padres con ella en un extremo de la estancia, para que la señorita, sin tener sobre sí la vista y atención de las personas mayores, pudiera despabilarse, doña Genara me miraba compasiva, los carlistas, hablando pestes del Gobierno, no nos hacían caso, y María Ignacia continuaba en el bloque ingente de su estolidez, como un grosero pedrusco diamantino en el cual no entraba la lima, ni aun el filo de otro ya bien tallado diamante. No hacía más que clavar en mi rostro, o en las guirindolas de mi pechera, sus ojos fríos, vidriosos, con una expresión de arrobamiento que me confundía, y estar pendiente de mis palabras, como si yo fuese oráculo que debía ser oído religiosamente, mas no contestado.
Tal como tenemos hoy el Régimen, no es otra cosa que el absolutismo adornado de guirindolas liberales.
Su heroísmo era orgullo con guirindolas y cascabeles, se había imaginado el tipo del héroe popular, y como gran artista, encarnaba admirablemente el papel que para sí mismo había compuesto.
Vendían, juntamente con el raso y el organdí, encajes flamencos y catalanes, alepín para chalecos, ante para pantalones, corbatas de color de las llamadas guirindolas, y carrikes de cuatro cuellos, que estaban entonces en moda.

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