Ejemplos con flecha

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La Flecha, tu diario de Ciencia y Tecnología.
Luego de que la última flecha del Elfo Silvano hubiera matado a un gran huargo, los pocos que sobrevivieron, huyeron despavoridos.
Todo ello se pone en contraposición a su cadáver, que carece de músculos, mandíbula y pelo, así como del ojo izquierdo, donde le alcanzó la flecha que provocó su muerte.
Las marismas de este río y la flecha de Nueva Umbría forman unos de los activos naturales más valorados de la zona.
El destino de Krendler en el libro es morir atravesado por una flecha disparada por Lecter, luego de la craneotomía.
Muchas lo atravesaron, quien golpeó su cuerpo contrra un árbol y moribundo se deslizó al suelo intentando sacarse una flecha.
Se dibuja como una flecha de línea discontinua con el estereotipo become o conversión y puede ser etiquetado con un número de serie para mostrar cuando ocurre.
Platero, seguro de que no lo robarán los gitanos, pasa, trotando, la cancela, que se cierra tras él con duro estrépito de hierro y cristales, y salta y brinca, del patio de mármol al de las flores y de éste al corral, como una flecha, rompiendo¡brutote!en su corta fuga, la enredadera azul.
Hallábase el mundo invadido por una especie de locura, tanto más triste y frenética cuanto más extendida estaba por las imbéciles plumas de imaginaciones calenturientas, cundía por todas partes el mal gusto y gastábase inútilmente en lecturas perniciosas, cuando hé aquí que aparece esa luz brillante que disipa las tinieblas de la inteligencia, y cual suelen las tímidas aves huir al divisar al cazador o al oir el silbido de la flecha, así desaparecieron los errores, el mal gusto y las absurdas creencias, sepultándose en la noche del olvido.
Al fin la envenenada flecha que tanto temía Gonzalo, vino a clavársele en el corazón.
Dos quetzales altivos, dos quetzales de cola de tres plumas, larga la del centro como una flecha verde, se asían a los bordes de la taza de Ana: ¡el quetzal noble, que cuando cae cautivo o ve rota la pluma larga de su cola, muere! Las asas de la taza de Lucía eran dos pumas elásticos y fieros, en la opuesta colocación dedos enemigos que se acechan: descansaba sobre tres garras de puma, el león americano.
¿Qué héroe ni descubridor, en los cuatro mil años que comprende nuestra historia, puede compararse con aquellos esbozos de hombres que lentamente afirmaron sobre la tierra la existencia de nuestra especie, mil veces expuesta a desaparecer? El día en que nuestro abuelo prehistórico guardó al enfermo y al herido, en vez de abandonarlo, como venían haciéndolo todos los animales, en que plantó la primera simiente y arrojó la primera flecha, la Naturaleza presenció la más grande de las revoluciones.
Piafaron los suyos, encabritándose, castigóles él suavemente con la fusta, y aflojando de repente las bridas, los lanzó con la velocidad y el empuje de una flecha a través de la turba democrática, desapareciendo como un relámpago por la calle de Peligros.
Y apenas se dijo esto, salió de entre las cañas una recta y fugaz lengua de fuego, una flecha roja, que al disolverse produjo un estampido, y algo pasó silbando junto a una oreja de Batiste.
La curiosidad hizo al tío Frasquito perder la cabeza, y por querer fiscalizarlo todo a un tiempo, ni vio a Bellak, la cabra blanca, cruzar como una flecha el rústico puentecillo, ni a Dinorah caer en el fondo del barranco, ni a Höel precipitarse desesperado en su auxilio, ni a Currita que ceñuda y apretando con inexplicable rabia las varillas del abanico, decía a Butrón muy por lo bajo:.
Don Jaime no tuvo necesidad de verme para sentirse atravesado de la flecha.
¿Te acuerdas cuando tú me decías que le había yo dado ? Ya sabes cuál fue la flecha de oro de que se valió amor para hacer tamaño prodigio.
Era hombre de carácter siempre que su tía no le clavase la flecha de sus ojuelos pardos y sagaces, y viose tan perdido que se apresuró a variar la conversación, preguntando a su tía cuántos años tenía doña Melitona.
Rebotó como un pelota por entre las nudosas cepas, brincó por cima de los muros de piedra que las sostenían, salvó como una flecha sembrados de maíz, metióse de patas en los regatos, mojándose hasta la cintura, por no detenerse a seguir las pasaderas de piedra, salvó vallados tres veces más altos que su cuerpo, cruzó setos, saltó hondonadas y zanjas, no comprendió por dónde ni cómo, pero el caso es que, arañado, ensangrentado, sudoroso, jadeante, se encontró en los Pazos, y maquinalmente volvió al punto de partida, la capilla, donde entró, enteramente olvidado de los cuatro cuartos, primer móvil de sus aventuras todas.
—Esa flecha, de la aljaba de su sobrina ha salido, que está envidiosa de verme tomar las horas de latin en la mano, y irme por ellas como por viña vendimiada.
Acabó la copla, disparó una flecha por lo alto del castillo y retiróse a su puesto.
Parece ser que, cuando estuvo mirando a su enemiga, le pareció la más hermosa mujer que había visto en toda su vida, y el niño ceguezuelo, a quien suelen llamar de ordinario Amor por esas calles, no quiso perder la ocasión que se le ofreció de triunfar de una alma lacayuna y ponerla en la lista de sus trofeos, y así, llegándose a él bonitamente, sin que nadie le viese, le envasó al pobre lacayo una flecha de dos varas por el lado izquierdo, y le pasó el corazón de parte a parte, y púdolo hacer bien al seguro, porque el Amor es invisible, y entra y sale por do quiere, sin que nadie le pida cuenta de sus hechos.
Y algunos dieron muestras de aquellos que de la poderosa flecha de los rayos de sus bellos ojos estaban heridos de quererla seguir, sin aprovecharse del manifiesto desengaño que habían oído.

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