Ejemplos con fijé

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Me fijé es esto particularmente cuando estaba escribiendo este álbum.
Me fijé olvidar esa mirada, olvidar todo lo que me unía a ella, que en parte había sido, en ese último tiempo, muy doloroso.
Fijé el lugar, y como era muy posible que nos dieran caza y encontrándonos un papel así nos lo quitaran, traduje la indicación al vascuence, y, mientras esperábamos que acabaran de enterrar el tesoro, Allen, por mi consejo, fue marcando en un devocionario las letras que componían los datos puestos en vasco.
Me fijé porque yo tengo de ese santo una estampa muy bonita en mi libro de misa.
Y ahora recuerdo, es verdad que tiene una chica, pero en esa sí que no me fijé jamás.
No sé si habrá notado lo que yo, amigo Ojeda, pero apenas subí a este trasatlántico me fijé en una particularidad, tal vez por mi desconocimiento de la navegación actual y por la costumbre de ver barcos antiguos en los libros.
En ellos y en su lozano rostro encendido por el calor y el entusiasmo fijé yo los míos, y para ella dije: Pedid al Santo Padre su bendición y os la dará gozoso, y vosotros le diréis: 'Santísimo Padre, mandad al punto a vuestro nuevo territorio todos los frailes y monjas que tengáis disponibles, y que sean de diferentes órdenes, sin que ninguna falte, y con la sola invasión de esa católica hueste, dad por conquistado vuestro reino, y bien asegurado contra heresiarcas y contra la peste de nefandos políticos.
Lo cierto es que me pareció bastante natural, y aunque hubo un momento en que me fijé en que Luis tenía doble edad que yo, después reflexioné que la edad de los hombres no se cuenta como la de las mujeres.
Y no se diga para disculpar esta ingratitud, que yo falté una sola vez en veinticinco años al respeto, a la circunspección, a la severidad que la cultura y dignidad de entrambos me imponía, pues ni palabra incitativa pronunciaron mis labios, ni gesto indecoroso hicieron mis manos, ni idea impúdica turbó la pureza de mi pensamiento, ni nombré la palabra matrimonio, a la cual se asocian imágenes contrarias al pudor, ni miré de mal modo, ni fijé los ojos en las partes que la moda francesa tenía mal cubiertas, ni hice nada, en fin, que pudiera ofender, rebajar o menoscabar el santo objeto de mi culto.
Aquella aparición en el campo de batalla, en medio del zumbido de los cañones y del choque de las armas, la inesperada presencia ante mí de aquella cara celestial, fielmente reproducida por un gran artista, la sonrisa iluminada que creí observar sobre la placa, cuando fijé en ella mis ojos, aquella repentina visita, pues no era otra cosa, de mi fiel amiga, cuando yo hacía tan vivos esfuerzos para hacerme digno de ella, me regocijaron de un modo inexplicable.
Esto dijo la Camacha a tu madre al tiempo de su muerte, como ya te he dicho: tomólo tu madre por escrito y de memoria, y yo lo fijé en la mia para si sucediese tiempo de poderlo decir a alguno de vosotros, y para poder conoceros, a todos los perros que veo de tu color los llamo con el nombre de tu madre, no por pensar que los perros han de saber el nombre, sino por ver si respondian a ser llamados tan diferentemente como se llaman los otros perros, y esta tarde como te vi hacer tantas cosas, y que te llaman el perro sabio, y tambien como alzaste la cabeza a mirarme cuando te llamé en el corral, he creido que tú eres hijo de la Montiela, a quien con grandísimo gusto doy noticia de tus sucesos y del modo con que has de cobrar tu forma primera, el cual modo quisiera yo que fuera tan fácil como el que se dice de Apuleyo en , que consistia en solo comer una rosa, pero éste tuyo va fundado en acciones ajenas, y no en tu diligencia.
Y al preguntar me fijé, por centésima vez, en las huellas, que me parecieron más abultadas y rubicundas que de costumbre.
destino, fijé en él mi tarjeta y volví a bajar.
-Sí quedaba, amigo mío, sí quedaba, nos quedaba ese diamante que brilla en vuestro dedo, y en el que me fijé ayer.
-¡Puedo decirlo a sabiendas a Vuestra Eminencia porque cuando él entraba me fijé que eran las nueve y media en el péndulo, aunque yo hubiera creído que era más tarde!.
Todas estas cosas veía yo, y muchas más de esas que después de pensadas, no pueden recordarse, de esas tan inmateriales que es imposible encerrar en el círculo estrecho de la palabra, cuando de pronto di un salto sobre mi asiento y pasándome la mano por los ojos para convencerme de que no seguía soñando, incorporándome como movido de un resorte nervioso, fijé la mirada en uno de los altos miradores del convento.
Una tarde sin embargo, al pasar frente a un caserón antiquísimo y oscuro, en cuyos altos paredones se veían tres o cuatro ventanas de formas desiguales, repartidas sin orden ni concierto, me fijé casualmente en una de ellas.
Me fijé un poco en aquel señor, que gastaba ropa negra.
-Yo, que no tenía nada que hacer en Versalles, fijé mi residencia en Auteuil e hice mis indagaciones.
Fijé la vista, tomé los anteojos, y en su campo cristalino saltaron dos figuras humanas.
aceptan el precio que fijé a las minas, en virtud del informe.
Pero yo no me fijé siquiera en la dirección que tomábamos, porque me sentía repleto del señor de aquella torre, por su saber, por su bondad, por su talento y por sus «cosas» tan singulares y tan nuevas para mí, y no tenía otro deseo que el de verme a solas con Neluco para acosarle a preguntas y saber más y más de todo aquello.
Y entonces me fijé yo en que debajo de las zapatillas calzaba medias alagartadas, verdes, con grandes pintas negras.
Después pasé la vista por todos y cada uno de los innumerables e inconexos trastos, enseres y chirimbolos que había en aquel recinto, y hasta me interesaron dos ollones y tres cazuelas de barro, cuyas coberteras temblaban entre espumarajos al impulso de lo que hervía debajo de ellas, arrimados a la lumbre y calzados con sendos morrillos por detrás, por último, y cuando ya nada tenía que examinar en la cocina y sus accesorios, fijé toda mi atención en mi tío, que andaba a mi vera, o tan frontero a mí como se lo permitía la fogata que ambos teníamos delante, buscándome la palabra y colmándome de atenciones cariñosas.
-¿Qué quiere tomar -me dijo-, mate o café? Fijé con agradecimiento los ojos en ella y reconocí a mi comadre Carmen.
Yo fijé un instante la vista en ella, no descubrí nada.
Fijé la vista, y, lo confieso, la fijé como si después de una larga peregrinación por las vastas y desoladas llanuras de la Tartaria, al acercarme a la raya de la China, me hubieran dicho: ¡allí es la gran muralla!.
Alvarez era el fiscal menos aparente para descubrir o probar lo acaecido, por eso me fijé en él.
Me fijé luego en la ventana, y en el momento mismo.

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