Ejemplos con fajas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Las dos esquinas de la fachada principal se acentúan con las características fajas de piedra labrada.
Las calizas blanqueaban como huesos, las fajas de mena rojiza tenían el tono sanguinolento de los músculos, y las manchas de tierra vegetal eran del mismo verde musgoso de los intestinos.
La torre de las campanas ocultaba un pedazo de cielo, ostentando sobre sus flancos rojizos, ornados de junquillos góticos y contrafuertes salientes, las fajas de mármol negro con cabezas de misteriosos personajes y escudos de armas de los diversos arzobispos que intervinieron en su construcción.
Era rústica y urbana a un tiempo, ofrecía a los huertanos un variado surtido de mantas, fajas y pañuelos de seda, y a las gentes de la ciudad las indianas más baratas, las muselinas más vistosas.
El aparato religioso, las imágenes de plata, los cleros entonando sus himnos a voces solas, las interminables cofradías, no la habían impresionado tanto como este continuo desfile de grandezas humanas, y sus ojos se iban deslumbrados tras las fajas de los generales, las placas que centelleaban como soles, los bordados de caprichoso arabesco, las empuñaduras cinceladas y brillantes y las bandas de moaré que cruzaban los pechos como un arroyo ondeante de colorines.
Del primer piso, y cubriendo el rótulo ajado de la casa, , , colgaban largas cortinas formadas de mantas que parecían mosaicos, orladas con complicados borlajes y apretadas filas de madroños, fajas obscuras, matizadas a trechos con gorros rojos y azules prendidos con alfileres, pañuelos de seda con piezas de docena, ondulados como nacarado oleaje, y percales estampados, mostrando pájaros fantásticos y ramajes quiméricos con rabiosos colorines que conmovían placenteramente a las bellezas de la huerta.
El bueno de Julián, testigo de estas faenas, iba enterándose poco a poco de los para él arcanos misteriosos del aseo y tocado de una criatura, llegando a familiarizarse con los múltiples objetos que componen el complicado ajuar de los recienes: gorras, ombligueros, culeros, pañales, fajas, microscópicos zapatos de crochet, capillos y baberos.
Acaba un maldiciente murmurador de echar a perder diez linajes, y de calumniar veinte buenos, y si alguno le reprende por lo que ha dicho, responde que él no ha dicho nada, y que si ha dicho algo, no lo ha dicho por tanto, y que si pensara que alguno se habia de agraviar, no lo dijera: a la fe, Cipion, mucho ha de saber y muy sobre los estribos ha de andar el que quisiere sustentar dos horas de conversacion sin tocar los límites de la murmuracion, porque yo veo en mí, que con ser un animal como soy, a cuatro razones que digo, me acuden palabras a la lengua como mosquitos al vino, y todas maliciosas y murmurantes: por lo cual vuelvo a decir lo que otra vez he dicho, que el hacer y decir mal lo heredamos de nuestros primeros padres, y lo mamamos en la leche: vese claro en que apénas ha sacado el niño el brazo de las fajas, cuando levanta la mano con muestras de querer vengarse de quien a su parecer le ofende: y casi la primera palabra articulada que habla, es llamar puta a su ama o a su madre.
Y ¿podrá vuestra merced pasar en el campo las siestas del verano, los serenos del invierno, el aullido de los lobos? No, por cierto, que éste es ejercicio y oficio de hombres robustos, curtidos y criados para tal ministerio casi desde las fajas y mantillas.

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