Ejemplos con explicándome

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Tanta era su prisa, que me cogió por un brazo y me llevó hacia el Arsenal, explicándome por el camino el motivo de su llamamiento: A la redacción han traído una lista de los forasteros que se han enrolado en la tripulación de la.
Explicándome las bellezas de estas composiciones, me hacía ver cómo la poesía, para ser de buena ley, debe subordinar la inspiración al buen gusto y a la regularidad.
-Todo lo recuerdo, Leto, como si me estuviera pasando ahora: qué tontamente desprendí las manos del respaldo para llevármelas a la cara, cuando sentí el chorro de agua en ella, la rapidez con que caí enseguida, y la impresión horrorosa que sentí al conocer que había caído en la mar, lo que pensé entonces y lo que recé, el desconsuelo espantoso de no tener a qué asirme ni dónde pisar... ¡Ay, Leto! si tarda usted dos segundos más, ya no me encuentra... Me hundía, me hundía retorciéndome desesperada... ¡qué horror! Cuando me vi agarrada y suspendida por usted, me pareció que resucitaba... Después empezaron los peligros de ahogarnos los dos por mi falta de serenidad para seguir los consejos que me daba usted... Empeñada en asirme a usted, como si estuviéramos los dos a pie firme sobre una roca... Pero ¿quién puede estar serena entre aquellos horrores, Virgen María! Después ya fue otra cosa: a fuerza de suplicarme usted y hasta de reñirme, ya logré colocarme mejor y dejarle más libre y desembarazado... a todo esto, alejándose el ''yacht'', y usted explicándome por qué lo hacía... después todas sus palabras para darme alientos, hasta que el barco volviera por nosotros... ¡si volvía, Leto, si volvía a tiempo!, porque a pesar de sus palabras, demasiado conocía yo lo que pasaba por usted: las fuerzas humanas no son de hierro, y aquella espantosa situación no daba larga espera... Recuerdo la alegría de usted cuando vio el ''yacht'' encarado a nosotros, sus temores de que a Cornias no se le ocurrieran ciertas precauciones, y el barco, por demasiada velocidad, pasara a nuestro lado sin poder recogernos, y su entusiasmo cuando vimos caer las velas una a una, quedarse el barco desnudo, y al valiente Cornias de pie, con la caña en la mano y conduciéndole hacia nosotros hasta ponerle a nuestro lado, dócil y manso, y creo que hasta risueño... No parecía barco, sino un perro fiel que iba en busca de su señor. ¡No he de recordarlo, Leto? ¡Pues es para olvidado en toda mi vida por larga que ella sea?.... Como lo que usted dijo en cuanto llegó a nosotros el ''yacht'', y el pobre Cornias, pálido como la muerte, se arrojó sobre el carel con los brazos extendidos... ¿Se acuerda usted, Leto?
Y como no veía ni criada ni esclava que viniera a servirme no me atrevía a probar nada, y aguardé pacientemente a que viniera la amada de mi corazón, pero pasó la primera hora, y ¡nada! después la segunda y la tercera, y ¡nada tampoco! Entonces empecé a sentir violentamente la tortura del hambre, pues llevaba mucho tiempo sin comer, a causa de los pasados desencantos, pero ahora que me cercioraba del éxito, me volvió el apetito, por la gracia de Alah, y se lo agradecí a mi pobre Aziza, que me lo había predicho, explicándome con exactitud el misterio de aquellas señas.
Miré a mi alrededor, no explicándome aquel misterio, y distinguí a un joven de gallarda presencia, que se acercaba a todo el galope de un brioso alazán.
¡Oh, cuánto las quiero por eso! ¡cuántos besos he dado a esas líneas con alma que tú grabaste en su corteza, explicándome luego lo que significan!.
Explicándome luego las circunstancias de esa concepción, Erdosain me decía:.

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