Ejemplos con dominio

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Medio millón de seres vivos agitábanse en las calles, creyendo ser solos en el dominio y la dirección de la existencia, sin acordarse ni conocer a cuatro, seis u ocho millones de semejantes que permanecían invisibles en los inmediatos cementerios.
El gobierno de la mediocridad vuelve vana la emulación que realza los caracteres y las inteligencias y que los entona con la perspectiva de la efectividad de su dominio.
Aun cuando el criterio moral no hubiera de descender más abajo del utilitarismo probo y mesurado de Franklin, el término forzosoque ya señaló la sagaz observación de Tocquevillede una sociedad educada en semejante limitación del deber, sería, no por cierto una de esas decadencias soberbias y magníficas que dan la medida de la satánica hermosura del mal en la disolución de los imperios, pero sí una suerte de materialismo pálido y mediocre, y en último resultado, el sueño de una enervación sin brillo, por la silenciosa descomposición de todos los resortes de la vida moralAllí donde el precepto tiende a poner las altas manifestaciones de la abnegación y la virtud fuera del dominio de lo obligatorio, la realidad hará retroceder indefinidamente el límite de la obligación.
Sensibilidad, inteligencia, costumbrestodo está caracterizado en el enorme pueblo por una radical ineptitud de selección, que mantiene, junto al orden mecánico de su actividad material y de su vida política, un profundo desorden en todo lo que pertenece al dominio de las facultades ideales.
Tienen el culto pagano de la salud, de la destreza, de la fuerza, templan y afinan en el músculo el instrumento precioso de la voluntad, y obligados por su aspiración insaciable de dominio a cultivar la energía de todas las actividades humanas, modelan el torso del atleta para el corazón del hombre libre.
Hoy sabemos que no existe otro límite legítimo para la igualdad humana, que el que consiste en el dominio de la inteligencia y la virtud, consentido por la libertad de todos.
Siendo, pues, insensato pensar, como Renán, en obtener una consagración más positiva de todas las superioridades morales, la realidad de una razonada jerarquía, el dominio eficiente de las altas dotes de la inteligencia y de la voluntad, por la de la igualdad democrática, sólo cabe pensar en la de la democracia y su reforma.
Así, el aristocratismo sabio de Renán formula la más explícita condenación del principio fundamental de la democracia: la igualdad de derechos, cree a este principio irremisiblemente divorciado de todo posible dominio de la superioridad intelectual, y llega hasta a señalar en él, con una enérgica imagen, puesto que Dios no ha querido que todos viviesen en el mismo grado la vida del espíritu.
Si la aparición y el florecimiento, en la sociedad, de las más elevadas actividades humanas, de las que determinan la alta cultura, requieren como condición indispensable la existencia de una población cuantiosa y densa, es precisamente porque esa importancia cuantitativa de la población, dando lugar a la más completa división del trabajo, posibilita la formación de fuertes elementos dirigentes que hagan efectivo el dominio de la sobre el.
Y lo afirmativo de la democracia y su gloria consistirán en suscitar, por eficaces estímulos, en su seno, la revelación y el dominio de las superioridades humanas.
La selección espiritual, el enaltecimiento de la vida por la presencia de estímulos desinteresados, el gusto, el arte, la suavidad de las costumbres, el sentimiento de admiración por todo perseverante propósito ideal y de acatamiento a toda noble supremacía, serán como debilidades indefensas allí donde la igualdad social, que ha destruído las jerarquías imperativas e infundadas, no las substituya con otras, que tengan en la influencia moral su único modo de dominio y su principio en una clasificación racional.
En el carácter de los pueblos, los dones derivados de un gusto fino, el dominio de las formas graciosas, la delicada aptitud de interesar, la virtud de hacer amables las ideas, se identifican, además, con el genio de la propaganda es decir, con el don poderoso de la universalidad.
No lo son quienes, enajenando incesantemente el dominio de sí a favor de la desordenada pasión o el interés utilitario, olvidan que, según el sabio precepto de Montaigne, nuestro espíritu puede ser objeto de préstamo, pero no de cesión.
De los pueblos que sienten y consideran la vida como vosotros, serán siempre la fecundidad, la fuerza, el dominio del porvenir.
Tengo, pues, el remordimiento de no haber contribuido con esa suma a la independencia de Cuba, puesto que en esos días salía Martí de Nueva York para reunirse con el general Máximo Gómez e invadir la isla, iniciando la nueva insurrección que dio por resultado la terminación del dominio español.
Para el caso de que así sucediera, formó la firme resolución de dejar por testamento a los parientes de su marido, en fincas y alhajas, todo aquello en cuya adquisición y dominio pudiera suponer la conciencia más escrupulosa que el Conde había sido parte, dejar algunas mandas importantes a personas que la hubiesen servido bien, como, por ejemplo, a mi Joaquina, y el remanente de sus bienes, en fondos públicos todos, cuyos títulos estaban y están aún en varios Bancos y casas de comercio, dejárselo por entero a su hija.
Era menester más dominio sobre la natural condición para vencer en esta lucha que el del esparciata que sin verter una lágrima y sin lanzar un quejido se dejó desgarrar el cuerpo por las uñas de una fiera.
Después, como hombre acostumbrado a vencerse, con gran dominio sobre sí, y en extremo vergonzoso de todo acto que ofendiese la dignidad de su persona, el Padre se calmó, compuso su semblante, procuró darle la expresión habitual, y empezó desde entonces a trabajar para aparecer impasible y sereno hasta el mismo instante en que doña Luz y D.
O el Padre tiene sobre sí propio un dominio inverosímilpensaba doña Luz, o no me ha amado jamás.
Anselmo, mas, a pesar del dominio que tenía sobre sí y sobre su palabra, la emoción que embargaba su ánimo venía a revelarse en su acento, en el brillo de sus ojos y en el encendido color de sus mejillas, pálidas de ordinario.
Un día se fijó en que Manolita tenía unas hermosas mejillas de melocotón con ligera película, más fina que el terciopelo de a cuatro duros vara, otro, hizo la observación de que sus ojos eran ardientes ascuas , imagen del dominio común de todos los novelistas por él conocidos, una noche hasta llegó a pensar, revolviéndose en su menguada cama de dependiente, que la hija de don Manuel estaría admirablemente formada, a juzgar por su exterior escultural otra frase cien veces leída, y el resultado de estas y otras observaciones fue confesarse a sí mismo que era esclavo de Manolita y la amaría hasta la muerte.
Ya oigo que se me replica, que el hecho de , o sea de , de ,—pues tal es el significado de ese verbo,—pertenece al dominio de los cinco sentidos clasificados por Ripalda.
Como si fueran pedazos de las entrañas de un internacionalista, cada uno es hijo de una casualidad, y todos fueron publicados en tal o cual periódico, a medida que el autor los iba escribiendo, no enjuta muchas veces la tinta del original, cuando ya estaban impresos y eran del dominio público.
Y luego, revolcándose en aquella tristeza contra la cual nada podía su dominio de hombre de sociedad, se espetó otro monólogo: Ya estoy entrando en el periodo pueril La tontería y la incapacidad me invaden Esta mujer con su frialdad y su ironía me ha puesto el pie sobre la cabeza y me la ha aplastado, como la Virgen la de la serpiente Ya empiezo a estar ridículo.
Es que se pirraba por proteger, dirigir, aconsejar y tener alguien sobre quien ejercer dominio.
Quería dar el golpe, y como tenía tanto dominio sobre sí y se expresaba con tanta soltura, juzgaba fácil darse mucho lustre en la visita.
Este ascendía a unos treinta mil duros entre inmuebles y dinero dado a rédito sobre fincas, y descontadas las mandas y los derechos de traslación de dominio, quedaban unos veintisiete mil duros.
Poco a poco iban llegando los amigos, aquellos hermanos de su alma, que en la soledad en que Plácido estaba le parecían algo como la paloma del arca, pues le traían en el pico algo más que un ramo de oliva, le traían la palabra, el sabrosísimo fruto y la flor de la vida, el alcohol del alma, con que apacentaba su vicio Pasábanse el día entero contando anécdotas, comentando sucesos políticos, tratando de tú a Mendizábal, a Calatrava, a María Cristina y al mismo Dios, trazando con el dedo planes de campaña sobre el mostrador en extravagantes líneas tácticas, demostrando que Espartero debía ir necesariamente por aquí y Villarreal por allá, refiriendo también sucedidos del comercio, llegadas de tal o cual género, lances de Iglesia y de milicia y de mujeres y de la corte, con todo lo demás que cae bajo el dominio de la bachillería humana.
El cazador alto se volvió hacia los demás, con familiaridad y dominio.
Mudé propósito, fuime con él, servíle en las jornadas que hizo, halléme en la muerte de los condes de Eguemón y de Hornos, alcancé a ser alférez de un famoso capitán de Guadalajara, llamado Diego de Urbina, y, a cabo de algún tiempo que llegué a Flandes, se tuvo nuevas de la liga que la Santidad del Papa Pío Quinto, de felice recordación, había hecho con Venecia y con España, contra el enemigo común, que es el Turco, el cual, en aquel mesmo tiempo, había ganado con su armada la famosa isla de Chipre, que estaba debajo del dominio del veneciano: y pérdida lamentable y desdichada.

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