Ejemplos con dicha

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¿Cómo puede creer que trato de hacerle mal? Al contrario: la llevo hacia la dicha, al encuentro de alguien que usted espera volver a ver hace varios años.
Pero con el egoísmo de su dicha, Tonet se preocupaba tanto de los tacos y amenazas de su amo, como la hilandera de su temido padre, ante el cual sentía ordinariamente más miedo aún que respeto.
Lo pasado nos entristece con el recuerdo del bien perdido, en lo presente no encontramos la dicha, lo porvenir nos llena de espanto.
Deseamos la dicha de la persona amada, y, sin embargo, nos complace que padezca y llore como nosotros.
El amor y la dicha de ser amada embellecían a la joven.
Comenzaba la conversación, y seguía, y pasaba el tiempo, y no sentíamos correr las horas, felices, dichosos, con la dicha de los que aman y son amados.
El dolor, con el cual llegamos a encariñarnos, del cual nos abrazamos perdida toda esperanza de volver a la dicha, deseosos de vivir para él, sólo para él, pasa y se va, huye y no vuelve, nos deja para que brisas de ventura, de una ventura fugaz y efímera también, venga a refrescar nuestra frente y a reanimar el desmayado corazón.
Mi entrada en el despacho de Castro Pérez fué para mi tía Pepa el colmo de la dicha, no sólo porque allí ganaría algunos duros su pobre sobrino, sino porque creía, en su candorosa sencillez, que dados el crédito y la buena posición del abogado, éste aseguraría mi porvenir.
El alcalde perpetuo, don Basilio, dice, cuando de esto se trata: que en esa falta de aspiraciones está la dicha de Villaverde y la felicidad de sus gobernados.
En ella, más que en la riqueza, cifraba su dicha, y solía decir muy sinceramente:.
No deseo más, no aspiro a otra cosa, y en ello cifro toda mi dicha.
¡Dios me libre de ello! La vida, por amarga que sea, es muy hermosa y amable, si tiene penas y dolores, tiene también dichas y alegrías, muchas, y yo quiero vivir, vivir para ti, mi Rorró, para ser dichosa si eres dichoso, para amar lo que tú ames y aborrecer lo que tú aborrezcas, para padecer si tú padeces, que en eso cifro mi dicha mayor.
Espléndida noche, una noche invernal por lo serena, limpia de nubes y pródiga en luceros, semejante a aquella que pareció participar de mi dicha después de que la joven me confesó su amor.
Pero, óyelo, óyelo: ninguna te amará como yo, ninguna tendrá para tí este amor que encadena mi alma a la tuya, amor que es mi dicha y desgracia.
Me puse de codos en el alféizar, y allí pasé la noche, solo con mi dicha y mis recuerdos.
El que salió chiquillo volvía hecho un mancebo, venía crecido y guapo, negro bozo le sombreaba los labios, no había malogrado tantos afanes, y en él cifraban las buenas señoras toda su dicha.

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