Ejemplos con destronada

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Al morir la destronada reina de Nápoles, Isabel de Balzo, madre del duque de Calabria, llegaron las infantas Julia e Isabel y, con ellas toda una corte de damas que aunque no tuvieran una gran influencia en la corte, representaban con su lengua y costumbres una influencia forastera en las gentes y ambiente.
Los individuos de estirpe real y de dinastía destronada, ¿cómo son, qué piensan, qué dicen? Este ilustre señor permanece en España privado de toda distinción jerárquica, se llama demócrata, y si no lo es, hace cuanto puede por parecerlo.
Yo, señora, no la sigo a usted por ese camino: soy partidario acérrimo de la Reina destronada, y no hay quien me saque de las casillas de mi lealtad.
Por no excitar demasiado la sensibilidad del enfermo, don Pedro desvió la conversación hacia la política, evitando tocar el delicado punto de candidatos al trono, porque el buen clérigo guardaba fidelidad a la destronada doña Isabel, de quien había recibido el hábito de Alcántara y un pingüe destino eclesiástico, a más de la capellanía de las Descalzas.
Ella, destronada, sale huyendo de la Libertad, y hacia la Libertad corremos nosotros.
¿Quién puede decir lo que pensaba la destronada Isabel, cuando por los risueños campos bearneses la llevaba el tren hacia Pau, cuna y nidal de sus antepasados? Tal vez, del fondo negro de su pena por el ultraje recibido, saltaba un chispazo de alegría, tal vez, como acontece en los más hondos dramas humanos, el dolor engendró un goce, y el llanto una sonrisa.
Esperábase, pues, con grande ansiedad la llegada del correo, y con más impaciencia todavía la vuelta del tío Frasquito, que había ido al pasaje Jouffroy en busca de noticias, y la del general Pastor y Cánovas del Castillo, que habían sido llamados con grande urgencia al palacio Basilewsky por la reina destronada.
Y se quedó mirando de hito en hito a Isabel Mazacán, cuyas misteriosas ganas de acompañar a la reina destronada en aquella expedición eran de todos conocidas.
Por la escalera de enfrente subía en aquel momento el tío Frasquito dando el brazo a su sobrina espuria, la reina destronada de Matapuerca, que se detenía en cada peldaño para ponderarle lo terrible de su susto, lo soberbio de su dehesa, el dolor de su oreja, lo pavoroso de aquellas descargas atronadoras.
Y además, desconfiaba ella mucho de la actitud de esta e ignoraba hasta qué punto podría contarse con ella para los trabajos de la Restauración Cierto que su amistad con la reina destronada había sido siempre íntima, leal y consecuente, pero le constaba a ella de buena tinta que Bravo Murillo tuvo la impertinencia de comunicar a la marquesa la respuesta dada por el arzobispo de Valladolid a la consulta de si la Restauración había de conservar o no la unidad católica, y esta no podía ser más terminante: No era lícito a ningún partido político prescindir de ella.
Murmullo general de aprobación Brusco movimiento de Currita y repentina llamarada de ira, de rabia reconcentrada presta a desbordarse en sus claras pupilas Tras el telón, Butrón sonríe satisfecho y Pulido suspira desahogado, el tío Frasquito, sorprendido y acongojado al ver a su reina destronada, pierde el equilibrio y se agarra al telón, poniendo en riesgo el que guardan sus compañeros: mudos ademanes y miradas furibundas de estos le llaman al orden En la concha, Diógenes hace una mueca que quiere decir: ¡Estáis frescos! , y prosigue riéndose solo La marquesa de Butrón continúa leyendo:.
Y doña Manuela, repasando sus escasos conocimientos históricos, halagaba su orgullo y creíase casi igual a una soberana destronada que cae en la pobreza.
Las ropas que tenía puestas no eran lujosas, el ajuar del cuarto era mezquino, pero ella por la actitud y la expresión de su semblante, parecía una reina destronada, en el instante de concebir el irrevocable propósito de reconquistar lo perdido.
Ella, destronada, sale huyendo de la Libertad, y hacia la Libertad corremos nosotros.
La aristocracia de Inglaterra no tiene exterior más esquivo y desdeñoso que la nobleza destronada de Génova.
La panadería y la carnicería no tardan en establecerse, y en poco tiempo, frente a la manzana reservada, con el nombre de plaza, para muestra, al parecer, y recuerdo de la puna destronada, queda formada una calle que, por la intermitencia de sus construcciones y de sus terrenos baldíos, parece la dentadura mellada de una criatura de seis años, criatura a veces capaz de gran desarrollo, otras veces, raquítica y de vida endeble.
Pero esto lo pienso ahora, pues lo que es entonces sólo pensaba en los aguerridos ojos de Antoñita, en su incitante boca, en su sedoso pelo, en sus brazos, que habían engordado desde que yo le daba el mío al salir de las tertulias de marras, en su talle, no menos redondo que cuando yo bailaba con ella, diciéndole al oído cosas equivocas, cuyo sentido parafraseaban sus ojos y su aliento, en sus pies, por último, que yo pisé tantas veces, cuando íbamos en coche, acompañados de la sombra de Nino de su ya destronada tía, a Carabanchel o a la Alameda de Osuna.

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