Ejemplos con despeñaban

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Su prosa es un modelo de estilo, de la que no puede decirse que represente propiamente el momento en que se produce, porque los epígonos del barroco despeñaban ya la literatura, hacia los mas absurdos excesos.
Los peones, calados hasta los huesos, con su flacura en relieve por la ropa pegada al cuerpo, despeñaban las vigas por la barranca.
Era aquella naturaleza agreste y sombría, y hacíanla pavorosa los muchos saltos de agua que se despeñaban de los riscos, el continuo lamentar de la corriente del río detenida por las peñas y la falta de sol que ocultaban ya en aquella hora las dos altas montañas.
Vio Critilo que por la ventana antes del oro y ya del lodo, despeñaban a muchos desnudos y.
Vio un pródigo, que lo despeñaban mujeres por el ventanaje de las.
Habían los Queronenses recibido de Sila por caudillo a Ericio, y marchando por el Turio sin ser sentidos, cuando después se mostraron fue grande la turbación y fuga de los bárbaros, y mayor todavía la matanza de unos con otros, porque no aguardaron en su puesto, sino que, corriendo por los precipicios, caían sobre sus propias lanzas, y con la priesa se despeñaban unos a otros, persiguiéndolos desde arriba los enemigos e hiriéndolos por la espalda, de manera que perecieron unos tres mil en el Turio, y de los que huyeron, a unos les cortó la retirada y los destrozó Murena, que ya había tomado posición, y otros, arrojados hacia el campamento amigo, como cayesen repentinamente y sin orden sobre la hueste ya formada, introdujeron en la mayor parte el terror y la confusión, no fue tampoco pequeño el mal que causaron con haber retardado las órdenes de los generales.
Nino y otro joven, que debía de ser, y lo era en efecto, el vizconde de la Hondonada, estaban de pie, tapando toda la portezuela, como dos fardos de bacalao, pues no a otra cosa más elegante se parecían con los guardapolvos, o fundas de lienzo crudo, que los envolvía de pies a cabeza, asomaba la suya, tocada con un sombrerete inverosímil, con muchos colgajos de gasas y buen acopio de flores y de hortalizas contrahechas, la «espiritual» y «donairosa» María, por la ventanilla de la izquierda, y por la de la derecha, que estaba desocupada, se veía en el fondo al resto de la familia como buceando en un mar de cestos, de maletas, de líos, de cartones, de sombrillas y cabás, que, ora se despeñaban en cascada desde las redes de la cornisa, ora rodaban en oleajes por el suelo.
Llenábanla las aguas del arroyo, convertido en torrente impetuoso, cuyas cascadas se despeñaban zumbando con ruido aterrador.
Le faltaban a la pobre aquellos estampidos de la borrasca en la boca de la chimenea, que arrojaban sobre los recogidos llares costras de hollín tan grandes como la palma de la mano, aquel redoblar de los granizos en las puertas y en las ventanas de la casona, aquel chorreo incesante de los goteriales del tejado, y aquel fluir de los aguaceros por patios y corraladas, en regatos espumosos que se despeñaban después por los declives de afuera buscando el río que ya no cabía en su cauce.

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