Ejemplos con despótica

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Su autoridad fue despótica y más absolutista que sus predecesores: eliminó los cargos de primer ministro y canciller, induciendo al siguiente nivel de administración reportarle directamente a él.
Yegor Ilich Rostaniev : es de alguna manera la víctima de la historia, antiguo soldado dotado de un carácter afable y cándido que debe de vivir prácticamente de puntillas en su propia casa, sometido por la debilidad de carácter a su despótica y anciana madre y sobre todo al protegido de ésta, el soberbio y huecamente inflado Foma.
Según el memorialista Carlos Anaya que no oculta sus simpatías por el sector rebelde- Barreiro mostraba todo su carácter de arbitrariedad despótica, hasta quitar al Vecindario, sin distinción, sus esclavos, para crear un Batallón de seiscientos o más soldados, sin documentar siquiera a sus propietarios, y con el que oprimía militarmente al pueblo.
Su actuación despótica y opresiva sobre el pueblo le ganó la acusación que una delegación provincial presentó ante el emperador, como indica el testimonio de Plinio el Joven.
Hasta el siglo XIX no estuvo nada más que condenado hasta la llegada del pensamiento liberal que, según sus seguidores, veían en Villalar, donde fueron derrotados los comuneros, el fin de las libertades y leyes castellanas, además de una política despótica llevada a cabo por una dinastía tiránica.
Como la gobernadora doña Isabel Manrique le tenía aprecio a Suárez de Figueroa, le nombró gobernador interino de Margarita, pero al tal Juan se le subió el cargo a la cabeza y comenzó a gobernar despótica y alocadamente.
Al cabo ha amanecido en la ciudad de La Plata el claro ansiado día que para sus honrados habitantes ha sido el primer momento feliz de su libertad, y del cese de la más dura y tiránica opresión por la fuga de su presidente, don Vicente Nieto, de resulta de su despótica y forzada expedición a Santiago de Cotagaita.
A fines de marzo, el Chacho lanzó una proclama en los Llanos: Los pueblos todos, cansados ya de una dominación despótica y arbitraria, se levantar para arrojar a esos gobiernos tiranos que les han sido impuestos.
Avanzaba la nao bajo la dirección y la autoridad despótica del piloto, una especie de brujo que hablaba con los vientos y las olas.
Lucía, ardiente y despótica, sumisa a veces como una enamorada, rígida y frenética enseguida sin causa aparente, y bella entonces como una rosa roja, ejercía, por lo mismo que no lo deseaba, un poderoso influjo en el espíritu de Sol, tímido y nuevo.
Allí dictó la despótica doña Blanca los fieros bandos que causaron terror al sufrido vecindario.
Por fin, oídas dos, tres veces, sus recriminaciones, me sentí dominado, sin ninguna fuerza para oponerme a la despótica voluntad del caballero español y agareno.
No hay ahora en España más fuerza que la Unión Liberal, , como algunos dicen, que es la última palabra de la ciencia política, fuerza que ha de ser liberal para las ideas y despótica para las acciones, conciliadora del progreso y la tradición, con proyectismo largo de obras públicas y de fomento material, enseñando siempre la estaca para que el país obedezca y olvide las bullangas.
En fin, sea como quiera, yo estoy obligado a prestar mi ayuda a los que intentarán salvarnos de esta ignominia despótica.
Dije que los de Palacio habían armado una gran canallada, y que si triunfaban por el pronto y hacían de Isabelita una Reina despótica, luego vendrían sobre la Nación calamidades terribles, que los moderados no tenían escrúpulo, ni vergüenza, ni.
No, no mil veces, Espartero mío: yo no quiero ser despótica ni parecerlo.
Jacobo, con la egoísta y rapaz avaricia con que moderaba todos los gastos de Currita, y la despótica autoridad que sobre ella ejercía, reprendióle agriamente aquel derroche de perlas, desperdiciadas en regalar corbatas a sus.
Comprendía el poder de sus atractivos y lo extremaba, siendo tan complaciente y mimosa al concederse como dura y despótica para dominar a su amante, que la quería poco y la estimaba menos, pero hallaba en día dulcísimo empleo a sus sentidos porque era hermosa y completa satisfacción a su vanidad, porque le costaba mucho.
A Fortunata le repugnaba la moral despótica de doña Lupe, en la cual entrevía más soberbia que rectitud, o una rectitud adaptada jesuíticamente a la soberbia.
Era su risa, como suya, vigorosa y pujante, y, más que comunicativa, despótica.
Esto, lejos de ser una pérdida habría sido ventaja si hubiera cobrado su libertad y si la mirada despótica de la arpía no estuviera constantemente fija en él, pidiéndole cuenta de todos sus actos.
-¡Oh!, sí: ya lo supongo -dijo Lázaro, procurando quitarse de encima el peso de aquel brazo, que le hundía de la manera más despótica-.
Escuchaba el señor de la Olmeda con aquel aire de fisga y de despótica voluntad que era el suyo propio, porque, desde los veinte años, había hecho don Máximo cuanto se le antojaba, sin preguntar si se podía, sin reparar en que las cosas fuesen buenas o malas, lícitas o vedadas por ley moral o religiosa.
Y cuando en la noche anterior la vio tan decidida se sintió irritado, aquello, más que súplica, se le antojó una orden despótica, y esto le ensoberbeció.
Siguieron gozando de su jurisdicción despótica y desobedeciendo al Papa siempre que les convino.
Riendo a su vez el vicio de la despótica desenvoltura de la muchacha, se fue a cumplir su mandato.
», vamos, de los Faraones de allí, algo indiscutible, prestigioso y respetable per se y como de derecho divino, pero no a la manera autoritaria y despótica de las tradiciones feudales, sino a la patriarcal y llanota de los tiempos bíblicos.
Y, como la esperanza en la venida del hijo de David, del Mesías prometido, se hubiese exaltado con el yugo puesto en Jerusalén por la despótica Roma, cada matrimonio soñaba con engendrar al Salvador.
Y para que no me quedase la menor duda de que el asesino era el indicado, le hice comparecer ante mí, e interrogándole con esa autoridad paternal y despótica del jefe, me hice la ilusión de arrancarle sin dificultad el terrible secreto.
Sus cabellos rubios desteñidos, y sus ojos claros de mirar impávido y cándido contrastan notablemente con la cabellera renegrida e hirsuta y los ojillos obscuros y vivaces de Petaca, que dos años mayor que su primo, de cuerpo bajo y rechoncho, es la antítesis de Cañuela a quien maneja y gobierna con despótica autoridad.

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