Ejemplos con denodadamente

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Nicolás Avellaneda, trabajó denodadamente para la elección presidencial tanto de Mitre como de Avellaneda.
Villatoro era uno de los soldados que luchó denodadamente contra los cimarrones.
Aunque no era un militar teórico en si mismo, Yakir apoyó denodadamente las innovaciones de Tujachevski en el desarrollo de la teoría de operaciones en profundidad.
En el Viaje luchó denodadamente para evitar, junto a Bilbo, que los atrapen los Trolls en Bosque de los Troll, pero al final fue capturado y puesto en un saco, junto al fuego, para ser el primer enano cenado.
Piensa sólo en tu madrerespondió el caballero, los padres de ocasión somos siempre unos cobardes, unos viles, ¡ellas, las madres sí que son valientes en casi todas las ocasiones! La tuya lo fué, por verla yo, tan desgraciada y tan sufrida, cargar contigo denodadamente, dile apoyo y la cobré afecto.
Clara luchó denodadamente en los días sucesivos contra sus negros presentimientos, contra sus terrores, contra la sangrienta visión que las palabras de la marquesa habían dejado en su mente.
Pedro del Congosto, quien en lo más recio de un combate que cerca de San Juan del Puerto trabaron con los nuestros los franceses, metiose denodadamente, llevando en pos a sus cruzados de rojo y amarillo, con lo cual dicen hubo gran risa en el campo francés.
Mas no por esta delicadeza dejó de ser hombre esforzado en los hechos de armas, y en la batalla contra Perseo, mandando el ejército Paulo Emilio, peleó denodadamente.
Eran soldados vestidos con vistosos uniformes y que avanzaban denodadamente.
Hanla labrado tan denodadamente entre las olas, que la tierra alarga un brazo para asirla.
Pues con todo de ser tan lastimosa y miserable esta mudanza, los ciudadanos veían la patria a causa de Pompeyo en aquella turba fugitiva, y en Roma no veían sino el campamento de César, de manera que hasta Labieno, uno de los mayores amigos de César, y que había sido su legado y había combatido denodadamente a su lado en todas las guerras de la Galia, se separó entonces de él y marchó a unirse con Pompeyo, no sin que César le remitiera su equipaje y cuanto le pertenecía.
Peleóse denodadamente por una y otra parte, y Memio, el mejor caudillo de los que militaban bajo Pompeyo, murió en lo más recio de la batalla.
No mucho después del regreso de Alcibíades desde Sicilia, toda la autoridad era ya de Nicias, pues aunque Lámaco era hombre de valor y justificación, y en las batallas peleaba denodadamente, se hallaba tan pobre y miserable, que en cada expedición se veían precisados los Atenienses a admitirle en las cuentas una pequeña cantidad para su vestido y calzado, y así a Nicias, ya por otras causas y ya también por su riqueza y por la gloria que había adquirido, era grande la preferencia que se daba.
En esta misma guerra social, habiendo hecho sus soldados perecer a palos y a pedradas a un oficial general que servía de legado, llamado Albino, dejó pasar sin castigo tan atroz delito, y aun en tono de quien aprueba les dijo que con eso se portarían más denodadamente en la guerra, para desvanecer aquella falta con su valor.
Vino a esta sazón a Roma Metelo, hijo del otro Metelo que mandó en África y que fue desterrado por Mario, y como fuese tenido por mejor general que Octavio, abandonando a éste los soldados, corrieron a aquel pidiéndole que tomase el mando y salvase la patria, porque combatirían denodadamente, y sin duda vencerían con un general experto y activo, pero recibiéndolos mal Metelo, y mandándoles que volviesen al cónsul, se pasaron a los enemigos, y al cabo se marchó el mismo Metelo, dando por perdida la ciudad.
Siendo muy reñida la batalla que se sostenía por la parte donde se hallaba Pirro, otros muchos había que peleaban denodadamente, pero Filio, resistiendo mucho tiempo y dando la muerte a muchos de los que le combatían, cuando por el gran número de sus heridas conoció que iba a fallecer, cediendo su puesto a uno de los que tenía cerca, cayó entre sus filas para que no se apoderaran de su cadáver los enemigos.
Dio el peligro a Demetrio un aliento superior a sus fuerzas, y congregando sus amigos y generales gran copia de gente en poco tiempo, se fueron resuelta y denodadamente contra Pirro.
Los otros procuraban combatir de uno y otro lado, trepando denodadamente por los desfiladeros, a tiempo que ya se dejó ver el sol y a lo lejos un humo no muy espeso, sino a manera de neblina de los montes, yéndose mostrando poco a poco, el cual no fue advertido de los enemigos porque les caía a la espalda, como lo estaban las eminencias ocupadas.
Y sin detenerse el anciano a oír lo que el Sincamisa pudiera contestarle, se dirigió hacia el extremo de la calle, donde ya, sentado frente a su mesilla de trabajo, luchaba denodadamente el señor José el Cerote por conquistar el tan codiciado desayuno.
Esta cohorte sagrada Górgidas la repartió en la primera fila y la distribuyó por toda la falange entre la infantería, con lo que oscureció la virtud de aquellos varones, y no empleó su fuerza para que obrase en común, pues que estaba como disuelta y confundida con los que eran inferiores, mas Pelópidas, luego que restableció la virtud de aquellos en Tegiras, habiéndolos visto combatir denodadamente a su lado, ya no la dividió o diseminó, sino que, empleando el cuerpo reunido, lo puso delante en los más arriesgados combates.
Eran todos Griegos, y no teniendo entre sí motivo particular de enemiga, aunque en los combates peleaban denodadamente, en el tiempo de tregua se reunían v conferenciaban unos con otros, y entonces, entreteniéndose en la común ocupación de la pesca, trababan conversación, ponderando la apacibilidad del mar y la belleza de aquellos contornos.
Siguiéronle denodadamente los demás, hallándose de los enemigos a menos de treinta estadios, los que anduvieron muy luego, y dieron sobre éstos, que se desordenaron y huyeron a la primera noticia que tuvieron de su venida, así es que sólo mataron unos trescientos, y fueron más que doblados los que cautivaron, tomándoles también el campamento.
Mas como después de haber peleado denodadamente en esta batalla y haber vencido a los enemigos, en nada hallasen más equitativos a los logreros, ni el Senado diera muestras de acordarse de lo que estaba convenido, sino que antes viese con indiferencia que los atropellaban y encadenaban, suscitáronse en la ciudad grandes y temibles alborotos.
atenciones avisaron a los fuegos de su celo, y éste al valor de ambos, que denodadamente.
-respondió Gil Gil denodadamente.
Saldaña, bien informado del éxito de esta arriesgada empresa, bajó entonces seguido de sus más escogidos caballeros, echando el puente levadizo, porque el otro estaba ya medio consumido por el fuego, embistió denodadamente la barbacana con un hacha de armas en las manos, cada golpe de la cual cortaba un hilo en aquella gente todavía apiñada y comprimida.
Don Frutos renunció a todo propósito de atacarle en su guarida, y le acometió denodadamente en sus pláticas nocturnas, pero los claros de su auditorio no se llenaban, antes bien se extendían, al paso que aumentaba cada noche el público de la taberna con los desertores de la iglesia».
Y a la vez lo dicen en letras de molde, a la faz del mundo entero, correspondiendo denodadamente a los esfuerzos que los hombres, quizá con mejores formas, pero no con mejor intención, hacen en el propio terreno y en igual sentido.
Entra denodadamente, llega hasta el fondo, y yo te aseguro y anuncio que encontrarás al hechicero, según lo deseas.
-¡Niñas, el carbonero! -gritó de nuevo el de Mairena, y al conjuro de su voz dejó precipitadamente Rosario el lebrillo en que luchaba denodadamente por devolver a algunas prendas interiores su primitiva blancura, y con las mangas de la chaquetilla arrollada en los brazos redondos y bien dibujados, aprisionándose casi del todo la esbelta cintura con ambas manos, revuelto el pelo negrísimo y rizoso, haciendo sonar de modo rápido, no las bordadas chinelas, sino dos brodequines fuera de uso y convertidos en babuchas merced a dos martillazos en el contrafuerte, un tanto jadeante la respiración, arrogante y mal jateada y riente y animado el rostro juvenil y bellísimo, lanzóse a la puerta de la calle mientras su madre le gritaba con voz gangosa:.

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