Ejemplos con deis

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¿Qué queréis? La herencia, pues eso os manda que deis el testador.
Dice que deis al hijo lo que queráis vosotros.
Esta amnistía se extiende hasta a los mismos traidores que más recientemente hayan cometido actos de felonía, y será tan religiosamente cumplida, que ninguna razón, causa, o pretexto será suficiente para obligarnos a quebrantar nuestra oferta, por grandes y extraordinarios que sean los motivos que nos deis pare excitar nuestra animadversión.
En el primer patio, las trece coronaciones de ventanas y puertas contienen las abreviaturas de la invocación latina: Sanctus Deis, Sanctus Fortis, Sanctus Inmoralis, Misere Nobis y, los monogramas de Ana, Joaquín, María, Jesús y José.
Cuando estéis entre los demás, respetadle como teniente, pero si aquí os molesta, os autorizo para que le deis una buena.
¿Cómo es eso? ¿Eh? Por un verdadero amigo, ¿verdad? Entonces, lo que corresponde aquí, en mi humilde opinión, es que os deis un abrazo.
Pero no me deis más jaquecas, por Dios, no me deis más jaquecas.
Al segundo día, Fortunata dijo a doña Lupe que se marchaba, lo que dio motivo a que la señora saliera por los pasillos gritando: Por Dios, no me deis más jaquecas ya no puedo más.
También ella desea que entre tú y Ballester le inventéis algo, y deis nombre a la casa, y llenéis bien el cajón del dinero Pero buen par de sosos tiene en su establecimiento.
—Todas esas son aire, dijo Loaysa, para las que yo os podria enseñar, porque sé todas las del moro Abindarraez, con las de su dama Jarifa, y todas las que se cantan de la historia del gran Sofí Tomunibeyo, con las de la zarabanda a lo divino, que son tales, que hacen pasmar a los mismos portugueses, y esto enseño con tales modos y con tanta facilidad, que aunque no os deis priesa a aprender, apénas habréis comido tres o cuatro moyos de sal, cuando ya os veais músico corriente y moliente en todo género de guitarra.
Esta es, señor caballero, la verdadera y desdichada historia que deseábades saber, la cual será bastante disculpa de los suspiros y palabras que os despertaron: lo que os ruego y suplico es, que ya que no podais darme remedio, a lo ménos me deis consejo con que pueda huir los peligros que me contrastan, y templar el temor que tengo de ser hallada, y facilitar los modos que he de usar para conseguir lo que tanto deseo y he menester.
—Sea como vos decís, señora Leocadia, respondió Teodosia, que así como veo que la pasion que sentís no os deja hacer mas acertados discursos, veo que no estais en tiempo de admitir consejos saludables: de mí os sé decir lo que ya os he dicho, que os he de ayudar y favorecer en todo aquello que fuere justo y yo pudiere, y lo mismo os prometo de mi hermano, que su natural condicion y nobleza no le dejarán hacer otra cosa: nuestro camino es a Italia, si gustáredes venir con nosotros, ya poco mas o ménos sabeis el trato de nuestra compañía: lo que os ruego es, me deis licencia que diga a mi hermano lo que sé de vuestra hacienda, para que os trate con el comedimiento y respeto que se os debe, y para que se obligue a mirar por vos como es razon: junto con esto me parece no ser bien que mudeis de traje, y si en este pueblo hay comodidad de vestiros, por la mañana os compraré los vestidos mejores que hubiere, y que mas os convengan, y en lo demas de vuestras pretensiones, dejad el cuidado al tiempo, que es gran maestro de dar y hallar remedio a los casos mas desesperados.
—No estais en tiempo, señor Marco Antonio Adorno, en que se puedan ni deban gastar con vos muchas palabras, y así solo querria que me oyésedes algunas que convienen, si no para la salud de vuestro cuerpo, convendrán para la de vuestra alma, y para decíroslas es menester que me deis licencia, y me advirtais si estais con sujeto de escucharme: que no seria razon, que habiendo yo procurado desde el punto que os conocí, no salir de vuestro gusto, en este instante que le tengo por el postrero, seros causa de pesadumbre.
—Bien sabeis, señor Lorenzo Bentibolli, que yo jamas engañé a vuestra hermana, de lo que es buen testigo el cielo y mi conciencia: sabeis asimismo la diligencia con que la he buscado, y el deseo que he tenido de hallarla para casarme con ella, como se lo tengo prometido: ella no parece, y mi palabra no ha de ser eterna: yo soy mozo, y no tan esperto en las cosas del mundo, que no me deje llevar de las que me ofrece el deleite a cada paso: la misma aficion que me hizo prometer ser esposo de Cornelia, me llevó tambien a dar ántes que a ella palabra de matrimonio a una labradora desta aldea, a quien pensaba dejar burlada por acudir al valor de Cornelia, aunque no acudiera a lo que la conciencia me pedia, que no fuera pequeña muestra de amor, pero pues nadie se casa con mujer que no parece, ni es cosa puesta en razon, que nadie busque la mujer que le deja por no hallar la prenda que le aborrece: digo que veais, señor Lorenzo, qué satisfaccion puedo daros del agravio que no os hice, pues jamas tuve intencion de hacérosle, y luego quiero que me deis licencia para cumplir mi primera palabra, y desposarme con la labradora, que ya está dentro desta casa.
—No deis mas voces, señora, que habeis de venir sin duda, mal que os pese, y con vos esta señora colegial trilingüe en el desfrute de su heredad.
Alabo el asumpto de vuestros entretenimientos, y el de vuestros ofrecimientos agradezco, y, si os puedo servir, con seguridad de ser obedecidas me lo podéis mandar, porque no es ésta la profesión mía, sino de mostrarme agradecido y bienhechor con todo género de gente, en especial con la principal que vuestras personas representa, y, si como estas redes, que deben de ocupar algún pequeño espacio, ocuparan toda la redondez de la tierra, buscara yo nuevos mundos por do pasar sin romperlas, y porque deis algún crédito a esta mi exageración, ved que os lo promete, por lo menos, don Quijote de la Mancha, si es que ha llegado a vuestros oídos este nombre.
Ansí que, señor Ambrosio, ya que deis el cuerpo de vuestro amigo a la tierra, no queráis dar sus escritos al olvido, que si él ordenó como agraviado, no es bien que vos cumpláis como indiscreto.
Hasta aquí ha resistido Camila a las palabras, es menester ver cómo resiste a las obras: yo os daré mañana dos mil escudos de oro para que se los ofrezcáis, y aun se los deis, y otros tantos para que compréis joyas con que cebarla, que las mujeres suelen ser aficionadas, y más si son hermosas, por más castas que sean, a esto de traerse bien y andar galanas, y si ella resiste a esta tentación, yo quedaré satisfecho y no os daré más pesadumbre.
Digo, en fin, alta y desheredada señora, que si por la causa que he dicho vuestro padre ha hecho este metamorfóseos en vuestra persona, que no le deis crédito alguno, porque no hay ningún peligro en la tierra por quien no se abra camino mi espada, con la cual, poniendo la cabeza de vuestro enemigo en tierra, os pondré a vos la corona de la vuestra en la cabeza en breves días.
Hermano dijo don Antonio, seguid vuestro camino, y no deis consejos a quien no os los pide.
Viendo esto, desatamos a los moros, y uno a uno los pusimos en tierra, de lo que ellos se quedaron admirados, pero, llegando a desembarcar al padre de Zoraida, que ya estaba en todo su acuerdo, dijo: ¿Por qué pensáis, cristianos, que esta mala hembra huelga de que me deis libertad? ¿Pensáis que es por piedad que de mí tiene? No, por cierto, sino que lo hace por el estorbo que le dará mi presencia cuando quiera poner en ejecución sus malos deseos, ni penséis que la ha movido a mudar religión entender ella que la vuestra a la nuestra se aventaja, sino el saber que en vuestra tierra se usa la deshonestidad más libremente que en la nuestra.
pide que le deis licencia.
Ahora preguntamos al que de buena fe nos quiera responder: ¿Quién es mejor español? ¿El hipócrita que grita: «Todo lo sois, no deis un paso para ganar el premio de la carrera, porque vais delante», o el que sinceramente dice a sus compatriotas: «Aún os queda que andar, la meta está lejos, caminad más aprisa, si queréis ser los primeros»? Aquél les impide marchar hacia el bien, persuadiéndoles de que le tienen, el segundo mueve el único resorte capaz de hacerlos llegar a él tarde o temprano.
Quiero deciros que el indio Presto Culcufura, sabedor de que no podrá resistir, sólo desea que le perdonéis, que le deis algún dinero para que pueda remontarse a los montes del Paraguay.
,Polonio:Será bien que deis primero audiencia a los Embajadores, mi informe servirá de postres a este gran festín.
-Según el sentido que deis a esa pregunta.
-Danglars -repuso Edmundo sonriendo-, dígo lo que Mercedes decía hace poco a Caderousse: no me deis ese título que aún no poseo, que podría ser de mal agüero para mí.
,Hamlet:Con un buen suspiro que deis, se la quita el filo.
Si no os convengo, me dejáis en Liorna, que con el primer dinero que gane pagaré la comida que me deis hasta allá, y las ropas que vais a prestarme.

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