Ejemplos con convoy

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El resto del convoy se encontró con el Canarias, que abrió fuego contra el mercante, matando a cuatro pasajeros.
Al amanecer, cuando buscaban al resto del convoy, se dieron de bruces con el Canarias.
La mar gruesa y las condiciones en que navegaba el convoy del Galdames, con todas las luces apagadas para evitar ser vistos por el enemigo y en silencio radio, hizo que Gipuzkoa y el Bizkaya se adelantasen.
Luego de abrocharse los cinturones, Homer logra escapar del convoy, dejando atrás a los camioneros mafiosos.
Mientras esto ocurría, Homer y Bart, que estaban distraídos en el camión, notan que un gran convoy de camiones los estaban persiguiendo.
Pike, un marinero especialmente entrenado, intercambió señales luminosas con los puestos alemanes, tratando de aparentar ser un convoy alemán que llegaba en misión secreta, ganado con esta maniobra tiempo, mientras la formación seguía adentrándose en aguas del estuario.
Si los alemanes hubieran tomado medidas, seguramente la incursión británica habría fracasado, pero creyeron que la misión de este convoy era muy diferente.
Poco después, Donna resultó gravemente herida en un ataque terrorista al convoy norteamericano, ataque en el que murieron tres congresistas y el Jefe del Estado Mayor el Almirante Fitzwallace.
Mientras se encuentra en Gaza, Donna resulta gravemente herida en un atentado terrorista contra el convoy estadounidense.
En un enfrentamiento con los holandeses, atacó a un convoy de veinticuatro buques, contando sólo con cuatro galeras, y a pesar de que la escolta eran buques muy bien artillados, después de un fiero combate abordó a la capitana y a la almiranta, capturando en total siete buques.
Paseábamos mi padre y yo, no sé quién con mayor impaciencia, a lo largo de los andenes, aguardando que formasen el convoy.
En el convoy que llevaba a Desnoyers los territoriales dormitaban, acostumbrados a la monótona operación de dar escolta.
Debía ser el convoy sanitario que evacuaba el castillo.
Cuando regresaba, desesperado, a su propiedad, encontró grandes automóviles y hombres a caballo, que llenaban el camino formando larguísimo convoy.
Y tuvo que permanecer al borde del camino, impotente y triste, siguiendo con ojos sombríos el convoy doloroso Al cerrar la noche ya no fueron vehículos cargados de hombres enfermos los que desfilaban.
Médicos y enfermeros ocupaban varios carruajes de este convoy.
Aún le encolerizaba más verse obligado a obedecer al comandante del convoy, que muchas veces era un viejo marino de carácter autoritario.
La escolta del convoy tiraba y tiraba, yendo de un lado a otro con ágiles evoluciones.
Los guardianes del convoy, tres barcos pequeños que marchaban a toda máquina, eran los mastines vigilantes de este ganado marino, precediéndole para explorar el horizonte, quedándose detrás de él o marchando a sus costados para mantener intacta la formación.
Esta marcha en convoy, impuesta por la guerra submarina, representaba un salto atrás en la vida de los mares.
Era del jefe del convoy, comandante de un contratorpedero o simple oficial de la reserva marítima, encargado de un buquecito de pesca con cañones de tiro rápido.
Los barcos de carga, carracas a vapor que sólo hacían unas millas por hora, sin llegar a la decena, obligaban al resto del convoy a una desesperante lentitud.
Se iba reuniendo el convoy en la amplia bahía.
El servicio de aprovisionamiento de las tropas de Oriente hizo navegar a Ferragut en los meses sucesivos formando parte de un convoy.
Y aceleraban su partida, para regresar un mes después transportando en su buque una verdadera fortuna, completamente solos, prefiriendo la navegación suelta y astuta a la marcha en convoy, deslizándose de isla en isla y de costa en costa para despistar a los sumergibles.
Ferragut quiso navegar solo, sin la protección de los destroyers que escoltaban a los buques reunidos en convoy.
Lucía escuchaba, y el convoy, despacioso, hacía el bajo, sosteniendo con su trepidación grave, las voces de los cantores.
El andar del convoy se aceleraba, como el columpio que, empezando a oscilar, describe a cada paso curvas más abiertas, y vuela con brío mayor por los aires.
Los que llegaron después con el doctor eran los más respetables, y llevaban con ellos el convoy de la expedición, enormes cestos de fiambres encargados a los mejores restaurante de la villa, cajones de champagne, cajas de cigarros.
Porque la condesa de Albornoz en persona era quien venía guiando los briosos brutos desde Biarritz, de donde había salido el convoy la víspera, prefiriendo aquella molesta caminata por la carretera al cómodo trayecto del camino de hierro, por uno de esos caprichos, de esas excentricidades que forman las leyes de la moda y constituyen las reglas del buen tono, basadas las más de las veces en aquella razón tan filosófica y profunda:.

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