Ejemplos con conciliadora

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La aceptación de límites por parte del Rey era pieza clave en una política conciliadora en respecto a los extremismos de la Unión.
En su oratoria demoledora, pero al mismo tiempo conciliadora, se escuchan al final de cada discurso las palabras de estímulo: ¡Siempre Adelante, ni un Paso Atrás!.
Asimismo, significó el punto de partida para que partidos como el socialista abandonaran la política conciliadora y unificadora que caracterizaba a la izquierda y adoptaran una más confrontacional.
En la Argentina, una actitud conciliadora podía ser utilizada por los adversarios políticos de la línea dura para socavar la ya precaria estabilidad del presidente Jorge Rafael Videla.
Como alcalde de Cartagena, a Enrique Escudero le tocaron vivir los difíciles años de la Transición, gobernando en minoría a través de una política conciliadora de pactos y acuerdos con fuerzas políticas muy dispares.
Rasgos: Confianza, Franqueza, Altruismo, Modestia, Sensibilidad hacia los demás, Actitud conciliadora.
La mayoría de la opinión pública cretense considera a Jorge una persona conciliadora e imparcial pero una campaña orquestada por Venizelos muestra a la opinión pública internacional un príncipe Jorge arbitrario y alejado de los intereses del pueblo.
Sin embargo, su actitud conciliadora le creó enemigos tanto entre los liberales como entre los ortodoxos, enemigos entre los que se encontraban, respectivamente, Abraham Geiger y Samson Raphael Hirsch.
Se divierten en romper en el escenario los confines de una conciliadora categorización para crear su música propia, fulgurante y cinematográfica.
Sin embargo, la Liga Costeña, a diferencia del gobierno central, se mostró conciliadora y aceptó la necesidad de regular la explotación del petroleo y las conveniencias de la nación.
Renuncia el Prefecto, lo reemplaza el Comandante General de la Región Militar, Ricardo Pérez Godoy, quien tiene una actitud conciliadora.
Se suele juzgar que su política, nada conciliadora, no fue la más oportuna para enfrentar los peligros que amenazaban el territorio del imperio, el brillante legado de su predecesor.
La extinción del Cisma se consigue con la elección de Martín V, en la centuria siguiente, pero, los problemas no se resuelven, surgiendo con fuerza la vía conciliadora.
El caimán es algo más pequeñoexpresó don Lorenzo con sonrisa conciliadora.
No hay ahora en España más fuerza que la Unión Liberal, , como algunos dicen, que es la última palabra de la ciencia política, fuerza que ha de ser liberal para las ideas y despótica para las acciones, conciliadora del progreso y la tradición, con proyectismo largo de obras públicas y de fomento material, enseñando siempre la estaca para que el país obedezca y olvide las bullangas.
-No, no -gritó Alarcón con súbita idea conciliadora-.
Después rompió a hablar con Segunda sobre si esta ponía o no ponía aquel año cajón en San Isidro, y se retiró al fin, despidiéndose de una manera que bien podía pasar por conciliadora.
Y como se suscitara un debate político de los más graves, Rubín se puso de parte de los que defendían la tesis más razonable, conciliadora y templada.
Había ofendido a su hermana, le había dado terrible golpe en la misma herida sangrienta y dolorosa, y afligida del recuerdo de esta mala acción, esperó a que la agraviada saliese para decirle alguna palabra conciliadora.
Querido amigo -añadió, volviendo hacia León su mirada conciliadora-, tú, renunciando a ese imposible jurídico y moral, que la costumbre y el desenfado de la gente corrompida de nuestros días convierte en posible, has evitado un escándalo vergonzoso.
que es lo que se merecía, pero el oficio le tiene a uno ya tan curtido y tan flexibilizado, que opté por calmarle, asegurándole que rectificaríamos, y rogándole sólo que me dejase buscar una fórmula conciliadora para mi amor propio y para la infalibilidad del diario.
¿Veía el sabio maestro alguna solución conciliadora? A esta pregunta contestó el buen marino, después de meditar en silencio acariciándose las luengas patillas, que si Santiago tenía medios de vivir en el extranjero con Teresa, trabajando los dos honradamente, diera un adiós definitivo a España, y se labrara una vida francesa del mejor modo que pudiese, con libertad y sosiego.
No hay ahora en España más fuerza que la Unión Liberal, sincretismo, como algunos dicen, que es la última palabra de la ciencia política, fuerza que ha de ser liberal para las ideas y despótica para las acciones, conciliadora del progreso y la tradición, con proyectismo largo de obras públicas y de fomento material, enseñando siempre la estaca para que el país obedezca y olvide las bullangas.
El dulce Anacarsis está en la disposición más conciliadora, y no le importa ni poco ni mucho su mujer.
¿Creerás que en mi casa se prepara un concilio? Así es, y lo que quieren es el consentimiento de Gracia, que hoy no está nada conciliadora».
Más amenazador que nunca, entonces Kamaralakmar se dispuso a arrojarse sobre el rey y a atravesarle, pero el rey, que se comprendió el más débil, se apresuró a envainar su espada y tomó una actitud conciliadora.
Bruno arrojando en las ascuas su buen sentido, su pasta conciliadora y un lenguaje hábil para contentar a todos.
- Inspector Javert -contestó el señor Magdalena, con voz conciliadora y tranquila-, escuchad.
En éste el que triunfa no va en carroza de cuatro caballos, ni se le corona de laurel, ni se le tañen trompas, sino que marcha a pie con calzado llano, acompañado de flautistas en gran número y coronado de mirto, como para mostrarse pacífico y benigno, más bien que formidable: lo que para mí es la señal más cierta de que en lo antiguo no tanto se distinguían entre sí ambos triunfos por la grandeza de las acciones como por su calidad, porque los que en batalla vencían de poder a poder a los enemigos, gozaban a lo que parece de aquel triunfo marcial, y, digámoslo así, imponedor de miedo, coronando profusamente con laurel las armas y los soldados, como se acostumbraba en las lustraciones de los ejércitos, y a los generales que, sin necesidad de guerra, con las conferencias y la persuasión terminaban felizmente las contiendas, les concedía la ley esta otra aclamación y pompa pacífica y conciliadora.
Para llenar su misión, entra con la faz conciliadora en nuestras desavenencias políticas, envuelve a las naciones en una confusión de muchos años, las conduce a la bancarrota y, por último, a una lucha sangrienta y homicida.

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