Ejemplos con coléricas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Manuscrito de Ayala: Las madres coléricas rompen el culo a azotes a sus hijos, que estiman menos que un mal cacharro.
Y para distraer su atención volvió a leer la carta, complaciéndose en el saboreo de la larga lista de acreedores, muchos de cuyos nombres evocaban visiones coléricas o grotescos recuerdos.
Rezaba con los ojos secos, rezaba a solas con su desesperación, fijando en la cruz una mirada de hipnótica tenacidad Allí estaba su hijo, tendido junto a sus rodillas, lo mismo que de niño, en la cuna, cuando ella, vigilaba su sueño La exclamación del padre estallaba también en su pensamiento, pero sin exasperaciones coléricas, con una tristeza desalentada.
Es verdad que las cosas de arte que no son absolutamente necesarias, no deben hacerse sino cuando se pueden hacer enteramente bien, y estas cosas que yo hago, que veo vivas y claras en lo hondo de mi mente, y con tal realidad que me parece que las palpo, me quedan luego en la tela tan contrahechas y duras que creo que mis visiones me van a castigar, y me regañan, y toman mis pinceles de la caja, y a mí de una oreja, y me llevan delante del cuadro para que vea cómo borran coléricas la mala pintura que hice de ellas.
Y véase ahora cómo se empalman y enraciman los males con los bienes en esta vida humana, complejidad eterna de llanto y de risa, de ansias coléricas y expansiones de júbilo.
Yo puedo dar cuenta de cómo todo, absolutamente todo, ciudad, campo enemigo, cielo y tierra, daba vueltas en derredor de nuestra vista, y cómo el propio cuerpo se encontraba de improviso apartado del bullidor y vertiginoso conjunto que allí formaban las almas coléricas, el humo, el fuego y los ojos atentos de D.
Soltose bruscamente de la rueda, y murmurando algunas palabras coléricas, se alejó del corro.
Estaba tan furioso el cura por lo mal que le había salido aquella compostura, y su amor propio de arreglador padecía tanto, que no pudo menos de desahogar su despecho con estas coléricas razones: Pues sépase usted que está condenada, y no le dé vueltas: condenada.
Oyó sí que la puerta se rompía, conoció que multitud de soldados franceses y algunos españoles entraban en tropel, rugiendo como bestias coléricas, comprendió que se abalanzaban sobre el pobre sacerdote y oyó estas palabras en claro y soez castellano:.
¿Intercederás por nosotros? Yo te ruego que olvides las palabrillas coléricas que se cruzaron entre nosotros anoche en casa de tu madre.
Pronunciemos frases coléricas y finjamos disputar en corro, diciendo unos que esta obra es peor que , y otros que aquélla era peor que ésta.
¡Ay de aquel francés que se rezagara en las marchas de su destacamento! ¡Sentíase de improviso asido por mil coléricas manos, sentíase arrastrado por las mujeres, pellizcado por los chicos y acuchillado por los hombres, hasta que su existencia se apagaba con horrible choque en la fría profundidad de un pozo! El invasor no encontraba asilo en ninguna parte, y forzosamente encerrado en los límites del cuartel general, veía conjurados contra sí hombres y naturaleza.
Alguien creyó ver en sus labios la modulación insonora de palabras coléricas, pero un buen observador que imparcialmente contemplara la escena, hubiera comprendido que el brusco movimiento y la partida resuelta de la joven no expresaban otra cosa que una resolución repentina e inesperadamente tomada.
Al entrar, ya cercano el día, encontró a doña Paz muy alborotada, a Salomé rondando la casa con luz y a las dos tan coléricas y destempladas, que no pudo menos de reír a pesar del estado de su espíritu.
Parapetada detrás de sus antiparras, la madre Angustias observaba los bostezos y acariciaba su caña dictatorial sin decir palabra a la culpable, esperando a que se durmiera, y entonces ¡ira de Dios!, le sacudía un cañazo, seguido de una retahíla de insinuaciones coléricas.
Es verdad que las cosas de arte que no son absolutamente necesarias, no deben hacerse sino cuando se pueden hacer enteramente bien, y estas cosas que yo hago, que veo vivas y claras en lo hondo de mi mente, y con tal realidad que me parece que las palpo, me quedan luego en la tela tan contrahechas y duras que creo que mis visiones me van a castigar, y me regañan, y toman mis pinceles de la caja, y a mí de una oreja, y me llevan delante del cuadro para que vea cómo borran coléricas la mala pintura que hice de ellas.
Alguien creyó ver en sus labios la modulación insonora de palabras coléricas, pero un buen observador que imparcialmente contemplara la escena, hubiera comprendido que el brusco movimiento y la partida resuelta de la joven no expresaban otra cosa que una resolución repentina e inesperadamente tomada.
Una noche, no sabiendo qué hacer para quitársele de encima, le dijo: «Por qué no tienes franqueza conmigo y me cuentas el origen de tu cojera, de esa imperfección que en ti resulta elegante, por el estilo de la de lord Byron? ¿Por qué haces misterio de ese accidente, que nunca has querido referir a nadie?» Replicaba el perdis con cuatro reticencias coléricas, y dando un bufido se largaba con viento fresco, marcando más la cojera, cuya elegancia no había podido comprender nunca.
Sus coléricas miradas tropezaron con el chicote, del que se apoderó al punto, encaminándose con él en la diestra a la habitación del tío.
Aquello era el reflejo del secreto volcán que fermentara en su pecho y abrasaba sus entrañas coléricas.
Todo es vuestro, todo me lo dais hecho: ideas e impresiones, sofismas y verdades, frases dolorosas y coléricas protestas.
Al entrar, ya cercano el día, encontró a doña Paz muy alborotada, a Salomé rondando la casa con luz y a las dos tan coléricas y destempladas, que no pudo menos de reír a pesar del estado de su espíritu.
Parapetada detrás de sus antiparras, la madre Angustias observaba los bostezos y acariciaba su caña dictatorial sin decir palabra a la culpable, esperando a que se durmiera, y entonces ¡ira de Dios!, le sacudía un cañazo, seguido de una retahíla de insinuaciones coléricas.
Oía distintamente las voces de mando, los lamentos de los heridos, y las frases coléricas de los soldados, proferidas ante una resistencia inesperada, tan firme como briosa.

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