Ejemplos con clarísimo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

- ¡Oh, día clarísimo de la eternidad que no le oscurece la noche, sino que siempre le alumbra la suma verdad, día siempre alegre, siempre seguro y sin mudanza! ¡Oh, si ya amaneciese este día y se acabasen todas estas cosas temporales!.
Sin duda me inspiraba la Madre, cuyo aliento fecundo penetró en mi cerebro, sin duda la Madre augusta me sugirió después el criterio clarísimo con que, andando el tiempo, he podido juzgar los sucesos que entonces vi.
Aquí lo escribo, y aquí lo firmo con el clarísimo nombre de.
¡Cómo ha de ser, amigo mío! Creo que dentro de algún tiempo ha de estar nuestra pobre España tan desfigurada, que no se conocerá ella misma ni aun mirándose en el clarísimo espejo de su limpia historia.
Todo eso es así, señor don Quijote dijo Carrasco, pero quisiera yo que los tales censuradores fueran más misericordiosos y menos escrupulosos, sin atenerse a los átomos del sol clarísimo de la obra de que murmuran, que si aliquando bonus dormitat Homerus, consideren lo mucho que estuvo despierto, por dar la luz de su obra con la menos sombra que pudiese, y quizá podría ser que lo que a ellos les parece mal fuesen lunares, que a las veces acrecientan la hermosura del rostro que los tiene, y así, digo que es grandísimo el riesgo a que se pone el que imprime un libro, siendo de toda imposibilidad imposible componerle tal, que satisfaga y contente a todos los que le leyeren.
Este es un eje clarísimo y extraordinariamente trágico de ese instinto imitativo de que yo hablaba hace un momento.
¿Y a ustedes quién les mete en esto? ¿Vienen de parte de algún Micifuz a extraviar mi buena razón y a trastornarme el clarísimo juicio de que, a Dios gracias, gozo?».
Aquí lo escribo, y aquí lo firmo con el clarísimo nombre de Confusio.
Ya le he hecho a usted la pintura física y moral de Nieves: pues imagínese usted ahora a esa criatura tan linda, tan inteligente, de alma noble y esforzada, y de corazón limpio y sano como una bolita de oro, con los mismos gustos y las propias aficiones que yo, supóngala empeñada en que pinto mejor que Velázquez, que canto como un ruiseñor, que soy el más diestro piloto del mundo, y que no tengo precio para dirigir y disponer expediciones campestres, añada usted que me hace su maestro, su guía inseparable, su confidente y su amigo más íntimo, y añada usted también que es persuasiva por la fuerza de su talento clarísimo, y otro tanto por la virtud de su belleza, y ¡qué carape, hombre! o ha de ser uno un adoquín, o ha de creer y entregarse: entonces o nunca.
Una noche de Carnaval, varios amigos que habían ido al baile y volvían aburridos como se suele volver de esas fiestas vacías y estruendosas, donde se busca lo imprevisto y lo romancesco y sólo se encuentra la chabacana vulgaridad y el más insoportable pato, resolvieron, viendo que era día clarísimo, no acostarse ya y desayunarse en el Retiro, con leche y bollos.
Lord Arthur se quedó desconcertadísimo ante los términos técnicos empleados en los dos libros y empezaba a recriminarse por no haber prestado más atención a sus estudios en Oxford, cuando en el to­mo segundo de Erskine encontró una explicación acerta­disíma y muy completa de las propiedades del acónito, redactada en un inglés clarísimo.

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