Ejemplos con carape

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Son ejemplos de este estilo: Chopi, o Santa Fe, Londón Carape, Cazador, Solito, la Golondrina.
¡No, carape!: él tenía fuerzas para servir a Dios hasta que reventase, sobre todo, tratándose de entierros.
¡Y yo debo sonreírles, porque pagan y nos proporcionan los postres para el triste cocido! ¡Carape! ¡Jesús me valga! Iba a decir una barbaridad.
¡Carape si entiende! Hay en ella sentimiento del arte, y gusto.
¡qué carape! me voy convenciendo de que, la mayor parte de las veces, la culpa de las propias debilidades estriba en los resabios ajenos, en la falta de compensaciones mutuas, en el empeño tonto de tomarle a uno por su lado más inútil para el destino que se le quiere dar.
¡Carape si la picaba Rufita González en aquel particular! Pero no se dio por tentado de la sospecha, y dijo sencillamente:.
Que se tomara, ¡carape! que se tomara, aunque fuera por el extremo más absurdo: cualquier cosa menos pasar plaza de rocín en el concepto de una mujer como aquella.
Pues ¡carape! aprovechar esa ocasión sin pérdida de momento.
¡Qué dibujos ni qué carape! ¡Bueno estaba Leto ya para entender en cosa alguna sino en el asunto del clavel que se le había caído a ella de la boca! Por las señales, no solamente había notado Nieves el suceso que tanto le había preocupado a él, sino que le había parecido muy mal, claro: como tenía que parecerle, como que había sido la mayor gansada que podía cometer un hombre acompañando a una señorita.
¡Carape!.
¡Carape! ¡buena la había hecho! ¡Pícara memoria y pícaros aceleramientos los suyos! No tuvo otra cosa en la cabeza toda la noche, y al fin se le olvidó hacerlo al echarse el álbum en el bolsillo, de prisa y corriendo, porque ya se iba sin él.
-¡Carape! -exclamó Leto para sus adentros-, pues ese era mi caso, y ahora resulta que le importa a ella menos que a mí.
carape!.
¡Carape, carape.
-¡Carape! -exclamó enseguida-, que está de molde el apodo.
a mí se me ocurre todo, y hoy se ha visto: yo la he dado el brazo, y la mano, pero no está en eso la gracia, ¡qué carape! sino en hacerlo como es debido, y no como yo lo hago.
¡Carape si es guapa!.
-¡Carape! ¿Será verdad que yo soy bastante buen pintor de acuarelas, y que dibujo muy bien? Pues estoy a dos dedos de creerlo a puño cerrado.
¡Carape, carape, carape!.
¡Carape si se lo rompo! Y cuidado que le quiero bien, lo que se llama bien.
Pero ¡carape! a lo mejor tiene unas cosas.
¡Carape, si es tonta la diversión, bien mirada! Pues ¿y el fiscalillo ese, con su lengua de puñal?.
-¡Carape! -se decía mientras iba andando hacia la botica, con el sombrero en la mano porque abrumaba el calor-, ¿no parece mentira que un hombre en la flor de la vida haya podido gastar, como yo, lo mejor de su tiempo libre en ese bochinche infame, dando trastazos a las bolas?.
¡Qué carape! cada uno es como Dios le hizo, y yo soy así.
» ¡Carape si lo es! «Corriente», volvería a decirme cualquiera: «si lo hecho ya no tiene remedio, y el clavel, por sí solo, no vale dos cuartos, ¿para qué te quedas con él?.
¡Carape, si me ha preocupado todo ello junto! Ahora ya es distinto: ya tengo en mi poder lo que buscaba.

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