Ejemplos con blondas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Las de las mujeres, por su parte, eran semicirculares a modo de abanico abiertas y su borde era un gran festón formado por los picos de las blondas.
Se buscaban con preferencia los encajes italianos de Milán y Génova para confeccionar gorgueras y el escarolado era más vistoso que los repicoteados de las blondas.
Para confeccionarlas, comenzaron a emplearse blondas pasando de este modo a considerarse caras prendas de lujo.
Uno se pegó un tiro teniendo ante su boca un pañuelo de blondas, lo único que había conseguido de la gentil duquesa.
Había visto a un jefe forzar los cajones donde guardaba la señora la ropa blanca, y cómo formaba un paquete con las prendas más finas y gran cantidad de blondas.
La esposa, convencida por la facundia de su grande hombre, acababa secando sus lágrimas, empolvando su rostro y adornándose con sus perlas y sus blondas de problemático valor.
La encontró lo mismo que al partir, con las dos sobrinas sentadas a sus pies, fabricando blondas interminables y sutiles sobre los colchoncillos cilíndricos apoyados en sus rodillas.
Luego, en cada una de sus arribadas, vió Ferragut un hijo nuevo, aunque siempre era el mismo, primeramente, un envoltorio de batistas y blondas sostenido por una nodriza endomingada, luegocuando ya era capitán del trasatlántico, un chicuelo con faldillas, mofletudo, de cabeza redonda cubierta de sedosa pelusa, tendiendo hacia él los bracitos, finalmente, un muchacho que empezaba a ir a la escuela y al ver a su padre agarraba su dura diestra, admirándolo con ojos profundos, como si contemplase en su persona la concreción de todas las fuerzas del universo.
Él también permanecía callado, con la nuca en las almohadas, percibiendo entre sus brazos el dulce contacto de unas espaldas sedosas revueltas en blondas, sintiendo en un hombro la leve pesadumbre de su cabeza, que parecía querer ocultarse, hundirse.
Junto a él, su esposa, vestida de blanco con gran profusión de blondas de precio, hacía saltar entre los dedos su inseparable ristra de perlas con gesto de aburrimiento.
Y de seguro que está deseando llegar a Buenos Aires cuanto antes, para poner a sus pies todas las blondas y puntillas de su establecimiento.
Corrían del interior del buque las camareras con gorrito de blondas y los de corbata blanca para presenciar este desfile, riendo con una buena fe germánica al ver a los señores agarrados del brazo y marchando con las caderas balanceantes.
Y la peinadora va esparciendo sobre la espalda las blondas y ondulantes matas.
Por las naves avanzaban, contoneándose con ligeros saltitos, los niños vestidos de ángeles: unos ángeles a la Pompadour, con casaca de brocado, zapatos de tacón rojo, chorrera de blondas alas de latón colgadas de los omoplatos y una mitra con plumas sobre la peluca blanca.
La cara gordinflona temblaba de gozo, los pliegues de grasa de su barbilla se estremecían sobre el roquete de blondas.
¡Sí, es mucha Curra esa!dijo lastimeramente una señora vieja, avellanada, pringosa, que asomaba entre rasos y blondas, como en su papelillo calado un dulce de almíbar.
Y como si fuese una gala nueva que veía por primera vez, metióse por la cabeza con gran cuidado, cual si fuese de sutiles blondas, la saya de percal de todos los domingos.
Vistióse sencillamente, siempre con aquel prolijo cuidado de los detalles pequeños que desprecian los talentos vulgares y tienen en mucho los privilegiados y prácticos: una modesta falda de seda negra, un abriguito de terciopelo con pieles y la mantilla recogida por completo sobre los hombros, chiffonné, con mucha gracia, cubriendo las blondas del velo parte del rostro, pero dejando ver perfectamente los rojos pelitos, contraseña suya característica, que cuidó muy bien de dejar a la vista con cálculo prudentísimo, para que en caso de oscuridad o de duda pudieran todos reconocerla.
Las blondas que figuraban en los de las damas, estaban algo confusas al principio, pero, cediendo a las quejas de las damas susodichas, el pintor lo arregló con ingenioso artificio.
Desfilaban los cleros parroquiales con sus áureas cruces, los seminaristas con la frente baja y los ojos en el suelo, cruzadas las manos sobre el pecho, y en toda la extensión de la plaza, a la luz de los cirios, que brillaban con más fuerza en el crepúsculo, veíanse dos filas interminables de deslumbrante blancura, compuestas por los rizados roquetes y las albas de ricas blondas.
Se alejaba la tempestad, se despejaba el firmamento, asomaba la luna, y las nubes, antes aterradoras y negras, se convertían en blancos celajes orlados de plumas, de blondas, de argentados flecos, en veleros esquifes, en góndolas de nácar, en cisnes maravillosos de cuello enhiesto y alas erguidas, que bogaban en un golfo de aguas límpidas salpicado de estrellas.
Vestía de color obscuro y llevaba cubierta la cabeza con un gorro de blondas sobre las cuales resaltaba una rosa de Alejandría.
Buenotodo esto lo pensaba don Juan, pues dé usted a una mujer así trapos, galas, joyas, ropas interiores finísimas, casa lujosa, criados, perfumes, blondas, muebles cómodos, lámparas que adormezcan la luz y ¡a morir los caballeros! A pesar de todo lo cual, Cristeta ha venido a parar en esposa de un señor Martínez.
, no ya , sino , ¡, su sangre, su cuerpo, su vida, su muerte, toda una ignorada historia de amores, el secreto de una mujer, el epílogo de un drama, el testamento de una pasión,—que dormirá primero bajo su almohada, luego irá con ella al teatro, después asistirá a los bailes, oculto entre blondas y flores en un hueco del corsé, en seguida ocupará una cajita de palo de rosa, y, por último, pasará a manos de otro hombre, que lo mandará lavar.
A la segunda se sentaban los dependientes menudos y los dos hijos, uno de los cuales hacía su aprendizaje en la tienda de blondas de Segundo Cordero.
Las lugareñas de más tono usan mantilla sin velo ni blondas, esto es, una gran tira de franela negra, con anchas franjas de terciopelo.
Ellas, ceñidas por estrechos trajes que oprimen hasta modelar las formas, con sus largas faldas prendidas de flores y de blondas, con sus diademas de pedrería en la frente, la belleza impresa en el semblante y la alegría en las miradas, recibían el homenaje de rebuscadas frases, no siempre franco, con que sus adoradores trataban de rendirlas.
Después de rodear su cabeza con las blondas, colgose de las orejitas los más hermosos pendientes que creo han salido de manos de artífice platero.
Así como otros tienen la vanidad de su talento o de sus riquezas, Pluma tenía la vanidad de su vestido, y blasonaba de usar los más delicados perfumes con la variedad que la moda exigía, de peinarse con un esmero y pompa que recordaba el siglo anterior, fecundo en prodigios capilares, y de usar en sus corbatas y pecheras las más finas blondas de las fábricas nacionales y extranjeras.
Al mismo tiempo, agarrándose instintivamente el infeliz caído a una de las blondas, abrió en canal la basquiña, dejando a su ama en un estado de furor indescriptible.

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