Ejemplos con bazares

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El barro se sacó del punto denominado la TEJERÍA, a un costado de la plaza de mercado y dirigieron la pisada del barro maestros alfareros y albañiles que elaboraron ladrillo sin fin y tejas en cantidad para la cubierta de la nueva casa, entre tanto las gentes del pueblo realizaban fiestas, bazares o tómbolas y rifas para recolectar el dinero necesario y financiar otros materiales como hierro, vitrales, baldosa, cemento, arena y pintura de muchos colores.
Peluquerías, centros de internet, almacenes, bazares, botillerías, panaderías, mascoterías, restaurants, entre otros.
Wadina Welba, poco considerable pero bien poblada, ceñida por muralla de piedra, provista de bazares en los que se hacen negocios y se ejercitan en diversos oficios.
Ha trabajado en religión, especialmente en el Islam, en los bazares comerciales tradicionales, ha indagado en el desarrollo económico y en la estructura política, así como en la vida aldeana y familiar.
Hay bazares, comercio y mucha población y riquezas.
La obra se comenzó de atrás hacia adelante y para atender y colaborar económicamente, la educadora Matilde Arango Acosta fundó la Sociedad del amor hermoso, quien realizo rifas, bazares, cantarillas, veladas, nombró comisiones para recoger cuotas mensuales entre los habitantes, algunos pagaban trabajadores por semanas, otros daban un solo día y así fue como Ángela Gómez de Gaviria y Rosana Ruiz Peláez de White, lograron hacer la sacristía en su totalidad hasta entregarla embaldosada y pintada, con una hermosa lámpara regalada por Justiniano Ruiz y que actualmente no se sabe de su paradero.
Se obtuvo el financiamiento total con aportes de la población, mediante los altares de San Isidro, por los tejares de propiedad de la misma iglesia, rifas, bazares, y por el producto de los carros que acarrean leche a Medellín, que también son propiedad de la iglesia.
El bazar normal envía un recolector y un vendedor, mientras que el elegante envía dos de cada tipo de empleado, los bazares normales se convierten en elegantes cuando se encuentren en una zona conveniente.
Existen dos tipos de bazares, elegante y normal.
Los bazares deben estar situados cerca de las casas para poder prestar sus servicios y administrar de bienes a la población, pero no deben estar demasiado cerca de las zonas residenciales, ya que hace perder la calidad de vida de éstas.
Y, además, en apenas dos décadas se pasó de la venta de miles de bazares a un puñado de grandes cadenas de distribución y, de multitud de fabricantes, al dominio de los grandes: Mattel y Hasbro desde EEUU, Smoby por parte de Francia, Playmobil desde Alemania y los pequeños y medianos productores italianos y españoles.
En cuanto al comercio existen tiendas, farmacias, bazares, pequeños supermercados, y pupuserías, entre otros.
Las ciudades ahora tienen un toque mediterráneo/europeo mezclado con la estética árabe, lo que da lugar a parajes llenos de gente y bazares donde la tecnología se reserva para las naves.
La herencia de los tianguis es una mezcla de las tradiciones mercantiles de los pueblos prehispánicos de Mesoamérica, incluyendo el azteca y de los bazares del Medio Oriente llegados a América vía España.
En medio de las calles y bazares siempre animados como el Mercado Municipal, el Centro de las Artes y la Artesanía, se encuentra el Dalada Maligawa, conjunto arquitectónico formado por pabellones de color rosa con cubiertas rojas donde se encuentra el Templo del Diente de Buda, principal centro religioso de los budistas.
Sin embargo se dispone de textiles en los bazares locales, pero ellos son muy caros, por lo que las mujeres karakalpakas utilizan cada trozo de hilo y tela disponible, creando trabajos artísticos de virtualmente nada.
Junto a las antiguas aduanas de Portalet, aún perduran diversos establecimientos y bazares donde se venden souvenirs y productos típicos de ambos países, muy concurridos por los visitantes.
En el comercio local existen tiendas, farmacias, bazares, ferreterías, agro-servicios y otros pequeños negocios.
El nombre de la menuda divinidad era Obdulia, de exquisito sabor romántico, y su talle y rostro componían la más encantadora muñeca que en bazares de juguetes se ha podido ver.
A falta de cosa mayor, la viciosa no entraba nunca en su casa sin el par de guantes, el imperdible, los polvos para limpiar metales, el paquete de horquillas o cualquier chuchería de los bazares de.
Era una soberbia alhaja, comprada aquella mañana por Rafaela en los bazares de , y tenía un diamante tan grande y bien tallado, que al mismo Regente le dejaría bizco con el fulgor de sus luces.
Era Córdoba, la ciudad de Abdherrahmán, la Meca de Occidente, la que fue maestra del género humano, la vieja andaluza, que aún se engalana con algunos restos de su antigua grandeza, todavía hermosa, a pesar de los siglos guerreros que han pasado por ella, ya sin Zahara, sin Academias, sin pensiles, sin aquellas doscientas mil casas de que hablan los cronistas árabes, sin califa, sin sabios, pero orgullosa aún de su mezquita catedral, la de las ochocientas columnas, triste y religiosa, habiendo sustituido el bullicio de sus bazares con el culto de sus sesenta iglesias y sus cuarenta conventos, siempre poética y no menos rica en la decadencia cristiana que en el apogeo musulmán, ciudad que hasta en los más pequeños accidentes lleva el sello de los siglos, tortuosa, arrugada, defendiéndose de la luz como si quisiera ocultar su vejez, escondida en sus interiores donde guarda innumerables maravillas, y siempre asustada al paso del transeúnte, protectora de los enamorados para quienes ha hecho sus mil rejas y ha oscurecido sus calles, devota y coqueta a la vez, porque cubre con sus joyas las imágenes sagradas, y se engalana y perfuma aún con los jazmines de sus patios.
Se conserva aún robusto, fuerte, y sigue viviendo para «el gran mundo», consagrándole su existencia toda entera: sus ideas en los salones y sus alardes de hombre generoso en los bazares de caridad.
Desde estas torres, las odaliscas observan la entrada populosa de los bazares.
En su virtud, Veremundo, su esposa e hijo, fueron expuestos en venta pública en los bazares, y comprados por Ataulfo.
Avergonzado Alejandro, estuvo todo el día mudo, atento sólo a sus botas usadísimas, a su raída levita y al sombrero, que tenía trazas de haber sido comprado en los bazares del Rastro.
¡Vaya que es grandote! La Estación se ve como un gran juguete de trenes de los que hay en los bazares para uso de los niños ricos.
Me refiero a él, al que ustedes han conocido en Zapallar, Papudo, Los Vilos y Pichidangui, en Quintero, Concón, Viña del Mar, San Antonio, Cartagena, PichiIemu, Constitución, Penco y San Vicente, en Peñaflor, San Bernardo, Linderos, Limache, Salto, Calera y San Felipe, en Panimávida, Cauquenes, Jahuel, Catillo, Apoquindo y Chillán, en fin, en todas partes donde hubo una colonia veraniega, donde se bailó, representó, amó, encendieron fuegos artificiales, enviáronse listas a los diarios y abriéronse bazares de caridad.
En realidad, únicamente puedo serviros en una cosa: si alguna de las costumbres de la vida Parisiense, alguna experiencia, algún conocimiento de nuestros bazares pueden recomendarme a vos, me pongo a vuestra disposición para buscaros una casa de las mejores.
Yo, únicamente, que he pasado por las dos épocas, comprendo cuánta verdad encierra lo que le estoy diciendo: para que usted lo comprendiera del mismo modo, sería preciso que tocase y palpase aquello cuyo recuerdo le merece tan desdeñosa compasión, es decir, que junto a este Santander de cuarenta mil almas, con su ferrocarril, con sus monumentales muelles, con su ostentoso caserío, con sus cafés, casinos, paseos, salones, periódicos, fondas y bazares de modas, surgiese de pronto la vieja colonia de pescadores, con sus diez mil habitantes y seis casas de comercio provistas de Castilla por medio de recuas, o de ''carros de violín'', la vieja Santander sin muelles, sin teatro, sin paseos, sin otro periódico propio o extraño que la ''Gaceta'' del Gobierno, recibida cada tres días.

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