Ejemplos con bacante

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Otras dos esculturas que presentó Susana y Bacante, despertaron una polémica en la sociedad más tradicional santiaguina por ser desnudos.
Un soplo tibio hacía estremecerse el ambiente con lánguido y delicioso abandono, como la copa trémula en la mano de una bacante.
Apenas llegó Lucía a catar dos dedos de cada vino, pero los iba probando todos por curiosidad golosa, y, un tanto pesada ya la cabeza, olvidando deliciosamente las peripecias del paseo matinal, se recostaba en la butaca, proyectando el busto, enseñando al sonreír los blancos dientes entre los labios húmedos, con risa de bacante inocente aún, que por vez primera prueba el zumo de las vides.
! Pero no es aquella bacante semi-desnuda y escandalosa, hija de Satán, que trastorna con su bello nombre y su infernal doctrina a los pueblos y ciudades de Castilla, no es la bestia roja, sanguinaria, ebria de vino y de mentirosas filosofías, no es esa, no.
Finalmente, Stirling, dice, que el capitán Widdrington, autor de , asegura en esta obra haber visto el retrato de una enana desnuda representada en forma de bacante.
Aún se oía a lo lejos, allá por la cuesta abajo, el estridente sonido de su cometa, que resonaba entre aquellas altas montañas de una manera extraña, profana, como pudiera resonar una risotada en un templo, una chanza en una oración, el himno de una bacante entre las solemnes y pausadas notas de un canto gregoriano.
De cuantos autores han escrito sobre el amor, sólo a Safo rechaza, de cuantas tierras han sido teatro de aventuras eróticas, sólo muestra horror a Lesbos, de cuantas ciudades fueron en el mundo aniquiladas, sólo le parece justa la destrucción de Sodoma, y es tal y tan ferviente su adoración a la mujer, que, atraído por todas con igual intensidad, aun ignora cuál sea su tipo favorito, si el de la bacante desnuda, voluptuosa y medio ebria, que convirtió en lechos de placer los montones de heno recién segado, o el de la virgen cristiana que entregaba el cuerpo a la voracidad de las bestias antes que acceder a sentirlo profanado por caricias de paganos.
Semejaba la bacante virgen de los bosques antiguos traída de pronto por ensalmo al centro de la vida moderna.
Por las calles de San Roque, donde estaba destacado para el sitio de Gibraltar, desfilaba el regimiento de la Princesa, precedido de su música militar, irreflexiva y animada como una bacante.
-¿Te acuerdas de aquella danza de las Bacantes? Pues eso parece, sólo que mucho mejor, una bacante como serían las de verdad, si las hubo allá, en esos países que dicen.
Y como aquello también era ridículo, arrojó lejos de sí las prosaicas disciplinas, entró de un brinco de bacante en su lecho, y más exaltada en su cólera por la frialdad voluptuosa de las sábanas, algo húmedas, mordió con furor la almohada.
¡La bacante! la fanática de la naturaleza, ebria de los juegos de su vida lozana y salvaje, el placer sin tregua, el placer sin medida, sin miedo, aquella carrera desenfrenada por los campos libres, saltando abismos, cayendo con delicia en lo desconocido, en el peligro incierto de precipicios y enramadas traidoras y exuberantes.
París, la gran bacante, bañada en Champagne y coronada de rosas, ha llevado de la mano a sus lindas hijas, las demi-mondaines, a manejar airosamente el trapo de sus toilettes del Grand Prix sobre el musgo de los prados que verdean en la inmensa explanada.
Grande fue con esto la algazara de los Partos, su alegría y su júbilo, y habiendo hecho los sirvientes tomar asiento a Silaces, de orden del rey, Jasón dio las ropas y ornato de Penteo a uno de los del coro, y tomando él la cabeza de Craso en la mano se puso a hacer el bacante, y recitó con entusiasmo y con canto aquellos versos: Del monte a nuestro techo esta dichosa caza traemos ahora mismo de flecha traspasada.
Pero esta mujer furiosamente enamorada y cuya pasión llega hasta la impiedad, no es una impúdica bacante, sierva vil de los sentidos, sino una castellana altiva y noble, en quien el yerro de amor deja intacta la dignidad patricia.
Tu me pareces una bacante, que tomó con un engaño.
Mientras el corazón de la bacante es un delirio largo y espasmódico.
Lo más extraño es que habiéndola invitado a comer en los Jardines del Buen Retiro, la bendita señora descubrió de súbito unas mañas que me pusieron en gran desasosiego, y fue que en mitad del yantar, pretextando que su naturaleza lo exigía, empezó a menudear copas y a vaciar botellas con tanta presteza, que aquella no era señora, sino más bien una bacante.
Ni es la bacante loca que canta y que delira,.
Como furiosa bacante dirígese precipitada a la plaza pública, corre por las llanuras, por los montes, lamentando con desgarradora voz la muerte de su esposo.

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