Ejemplos con atontado

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El equipo alemán se dirigió rápidamente al portero del FC Start, gracias a una campaña sostenida de ejercicios fisicos, para que luego Trusevych fuera pateado en la cabeza por un delantero del Flakelf y asi este quedó atontado.
En el cuarto asalto Fullmer ya estaba atontado y en el quinto un gancho de izquierda lo derribó.
También destacan sus versiones de Atontado y Nena Ywist, muy apreciadas por los coleccionistas.
En ese contexto de confusión y pánico generalizado, llega Willie y defiende a Kelvin golpeando a Free, y éste, atontado, igual logró escapar con su compinche mientras la Policía llegaba al campo de juego.
La frase deriva de Atontado, que tiene la misma connotación.
Hallábame perplejo y atontado, discurriendo a qué punto del globo terrestre debíamos encaminar nuestros pasos, cuando un súbito estremecimiento como sacudida de terremoto me hizo saltar en la silla.
Fue y vino Santiuste un rato entre las tiendas próximas, viendo soldados ilesos que en grupos alegres volvían al campamento, hasta que tuvo la suerte de ser encontrado y detenido por Pedro Antonio de Alarcón, que haciendo presa en su brazo le dijo: Palomino atontado, ya te cogí: pensé que te habías ido.
Yo me encuentro de tal modo atontado con estos disgustos, y me impresiona tan terriblemente el ver y oír en ese estado a la pobre Leandra, que no extrañaré caer también enfermo y dar el barquinazo gordo.
Un rato estuvo el joven como atontado: casi, casi llegó a parecerle fantástica la aparición de Negretti, y sus palabras fingimiento del propio tímpano que las oyera.
El otro se ha quedado como atontado por el golpe.
¿Quién? preguntó Santa Cruz algo atontado.
La abro, me quedo así un poco atontado Me preguntas qué es, y te digo: Nada, es la madre del pobre Valledor que me pide una recomendación para el alcalde.
Allí se reunían una tía y dos primas de don Eugenioa quienes por ser muchachas y frescas no quería el párroco tener consigo a diario en la rectoral, el ama, viejecilla llorona, estorbosa e inútil, que andaba dando vueltas como un palomino atontado, y otra ama bien distinta, de rompe y rasga, la del cura de Cebre, que en sus mocedades había servido a un canónigo compostelano, y era célebre en el país por su destreza en batir mantequillas y asar capones.
Santurrias, que había perdido mucha sangre, recobró algo tarde el completo uso de sus eminentes facultades, y al abrir a la luz del día sus ojos, permaneció como atontado por un buen rato, hasta que fue devuelta a su lengua el don de la facundia.
-Pluma, ¿le gusta a usted la poesía pastoril? -preguntó la de Porreño al atontado petimetre, que después del acarreo de doña Bernarda había cogido el suelo con mucha gana.
Comió en tan mal punto Tomas el membrillo, que al momento comenzó a herir de pié y de mano como si tuviera alferecía, y sin volver en sí estuvo muchas horas, al cabo de las cuales volvió como atontado, y dijo con lengua turbada y tartamuda, que un membrillo que habia comido le habia muerto, y declaró quién se lo habia dado.
En cambio, el bondadoso Conde anda como atontado entre el barullo de las Cortes, elegidas antes de su nombramiento, compuestas de oradores fogosos que a todo trance quieren ministrar, aunque sea sólo por un par de semanas, para repartir docena y media de destinitos entre los hambrones de la familia.
Oyó estas conminaciones Guillermo entre atontado y risueño, como si a veces las tomase a broma, a veces con harta seriedad y recelo.
Y temblando de ira ante aquel espectáculo, se encaró con los mozos del hammam, y les gritó: ¡Detened a ese miserable! y les señaló con el dedo a Abu-Sir, a quien la sorpresa dejó mudo y como atontado.
Besé la carta, y me sometí como un pájaro atontado a la fascinación de los negros ojos, que en los trazos azules de la escritura me miraban.
Al encontrármele a usted en Villahermosa, perdido en el salón grande como un palomino atontado, me dije: 'Ya tengo a quién dar una broma que ha de ser muy divertida'.
-Estos son los hechos: esta mañana me he despertado a las seis, vos dormíais como un tronco, y yo no sabía qué hacer, estaba todavía completamente atontado de nuestra juerga de ayer, bajé al salón y vi a uno de nuestros ingleses que ajustaba un caballo con un tratante por haber muerto ayer el suyo a consecuencia de un vómito de sangre.
Otro le volteó el sombrero, otro le rajó el saco, entre dos o tres le quitaron las botas, le desgarraron el chiripá y el poncho, y después de pegarle, entre risas, una paliza jefe con la guitarra y el facón, lo dejaron, molido, asustado, atontado.
Y el señor Cristóbal, tras algunos momentos de silencio durante los cuales pareció como atontado por la sorpresa, dijo con ponderativa expresión:.
Tardaba más que de costumbre aquel día el Caperuza, y ya empezaba a impacientarse Dolores, cuando: «Cómo se parece a él ése que viene por lo alto de la calle», murmuró al divisar a Antonio, el cual, dichoso y contento por lo que aquella mañana hubo de decirle el viejo, avanzaba no con aire de palomino atontado ni con el sombrero calado hasta las orejas como otras veces, sino airoso, suelto, con el legítimo cordobés inclinado a lo truhán sobre la sien izquierda, andando con paso gallardo y rítmico y con el rostro radiante de expresión y de malicia.
Y el buen jardinero, como atontado, levantaba las manos y abría extremadamente los ojos ante cada tinaja, diciendo: ¡Ya Alah! Después Kamaralzamán le dijo: ¡He aquí ahora tu hospitalidad recompensada por el Dador! ¡La propia mano que el extranjero te alargaba para que le socorrieras en la adversidad, con el mismo ademán hace correr por tu morada el oro! ¡Así lo quieren los destinos propicios a las raras acciones animadas por la belleza pura y por la bondad de los corazones espontáneos!.
Atontado por la recia caída, permaneció algunos minutos junto al.
Fernando miró a los dos hombres como atontado y sin responderles.
El señor Paco quedósele mirando como atontado, mientras la señá Frasquita decíale a su marido con sus maliciosas miradas:.
La mirada con que acompañó sus palabras fue tan despreciativa y había tal expresión de desafío en sus verdes y luminosas pupilas, que el muchacho quedó un instante como atontado sin hallar qué responder, pero de improviso ebrio de despecho y de deseos dio un salto hacia la moza, la cogió por la cintura y levantándola en el aire, la tumbó sobre la hojarasca.

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