Ejemplos con arrastré

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Era imposible negarlo, y con una sensación de sofoco me arrastré junto a la cama.
Así, en la estela de Mesa, el rey Mesa de Moab se jacta de sus hazañas militares contra Israel y, entre otras cosas, declara: Kemos me dijo: ¡Ve, priva de Nebo a Israel! De modo que fui de noche y peleé contra él desde rayar el alba hasta el mediodía, y lo tomé, y los maté a todos Y tomé de allí los vasos de YHWH, y los arrastré delante de Kemos.
Esto lo digo yo, yo, que inicié la Revolución de Septiembre, y después arrastré al partido federal a la lucha violenta.
¡Oh señor militar!, no pude contener mi indignación, y luego que esto le dije, cogila por un brazo y la arrastré para echarla fuera.
Acudió la gente del hospital, y viendo aquel retablo, unos decian: Ya la bendita Cañizares es muerta, mirad cuán desfigurada y flaca la tenia la penitencia: otros mas considerados la tomaron el pulso, y vieron que le tenia, y que no era muerta, por do se dieron a entender que estaba en éstasis y arrobada de puro buena: otros hubo que dijeron: Esta puta vieja sin duda debe de ser bruja, y debe de estar untada, que nunca los santos hacen tan deshonestos arrobos, y hasta ahora, entre los que la conocemos, mas fama tiene de bruja que de santa: curiosos hubo, que se llegaron a hincarle alfileres por las carnes desde la punta hasta la cabeza, ni por eso recordaba la dormilona, ni volvió en sí hasta las siete del dia, y como se sintió acribada de los alfileres y mordida de los carcañares, y magullada del arrastramiento fuera de su aposento, y a vista de tantos ojos que la estaban mirando, creyó, y creyó la verdad, que yo habia sido el autor de su deshonra: y así arremetió a mí y echándome ambas manos a la garganta, procuraba ahogarme, diciendo: Oh bellaco, desagradecido, ignorante y malicioso, y ¿es este el pago que merecen las buenas obras que a tu madre hice, y de las que te pensaba hacer a tí? Yo que me vi en peligro de perder la vida entre las uñas de aquella fiera arpía, sacudíme, y asiéndola de las luengas faldas de su vientre, la zamarreé y arrastré por todo el patio, y ella daba voces, que la librasen de los dientes de aquel maligno espíritu.
Entonces, arreglándome como pude, me arrastré hasta mi casa todo ensangrentado, para caer desvanecido cuan largo era apenas entré en mi habitación, abandonada desde hacía tanto tiempo.
Cogiéndolo por los brazos lo arrastré hacia la sombra, disgustado por su.
nefando día, cuando tras la huella de una mujer me arrastré por montes y.
Lo arrastré hasta mi tugurio.
Lo arrastré bajo el techo de la galería.
Empeñosamente la arrastré hacia el escondite de los tallos verdes, que trazaban innumerables caminos.
Y enredándome los pies en la orla de mi ropón, me arrastré hasta la puerta, abriéndola.
¿Qué de potentados no arrastré a la zaga de mi carro?.
Cuando recibí el balazo, me arrastré y os esperaba.
Tras la cena, ofrecí las mismas señales de embotamiento que la víspera, pero esta vez, como si sucumbiese a la fatiga o como si me familiarizase con el peligro, me arrastré hacia la cama a hice semblante de adormecerme.
Me arrastré hacia mi cama, para buscar allí la única defensa que me quedaba, mi cuchillo salvador, pero no pude llegar hasta la cabecera: caí de rodillas, con las manos aferradas a una de las columnas del pie, entonces comprendí que estaba perdida.
Como seguía agitándose la dije: «Aguarda, chiquilla, que te impida cantar,» y cogiéndola por la garganta, la arrastré hacia el Sena.
Procuré levantarme, y me arrastré hasta lo más tupido de la maleza.
Jamás olvidaré vuestro sublime valor, cuando una vez vuelto en mí me arrastré expirante hasta el pie de la escalera, donde expirante vos también me salisteis a recibir.
Entonces me arrastré dolorosamente hasta la morada de mi joven esposa, y llegado a la puerta, que encontré abierta todavía, entré silenciosamente y fui a caer consternado sobre los almohadones del salón.
Al ver tan próximo el horror del fin, me arrastré arrodillado hasta acercarme al jefe, y con voz de súplica ardiente, le imploré:.
-Mi comandante, cuando los demás se retiraron con la bandera, viendo yo que nadie me recogía, porque no me oían o no me veían, me arrastré como pude, y me escondí en unas pajas a ver si en la noche me podía escapar.

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