Ejemplos con anca

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Anca Juli o Ancajuli pequeña localidad de la provincia de Tucumán en el departamento de Tafí Viejo, Argentina.
La presencia de anticuerpos anti-MBG sugieren el tipo I, los anticuerpos antinucleares apoyan el diagnóstico de lupus y el tipo II de la GNRP, y el tipo III así como el idiopático, pueden verse asociados a un ANCA positivo.
Lleva una lanza cónica de metal en un anca y un escudo triangular en la otra.
Habíalos normandos, poderosos de anca, fuertes de cuello, lucios de piel, pausados en el manoteo, que arrastraban a un tiempo pujante y suavemente las anchas carretelas, habíalos ingleses, cuellilargos, desgarbados y elegantísimos, que trotaban con la precisión de maravillosos autómatas, árabes, de ojos que echaban fuego, fosas nasales impacientes y dilatadas, cascos bruñidos, seca piel y enjutos riñones, españoles, aunque pocos, de opulenta crin, soberbios pechos, lomos anchos y manos corveteadoras y levantiscas.
Hizo breve seña al más próximo, y el auriga vasco, alzando su fusta, halagó con ella el anca de las tarbesas jaquitas, que, la cerviz enhiesta, se prepararon a arrancar.
¡Al campo, al campo! Cuatro mulas tiran del carruaje, con collares de plata y cencerro, porque Ana vaya alegre: y las mulas llevan atadas en el anca izquierda unas grandes moñas rojas, que lucen bien sobre su piel negra.
Allá en el fondo del establo columbraron al pobre animal, que temblaba, con las orejas gachas y el ojo amortiguado, la sangre de sus heridas, en negro reguero, se había coagulado desde el anca a los cascos.
Sin gritos, sin improperios, casi silencioso, con un ¡hijo mío! para el que cae de frente y otro ¡hijo mío! con un lanzaso para el que vuelve el anca.
Ahora, con la digestión principiante, don Narciso queda pensativo, acordándose de sus años de mocedad, cuando con el lazo en el anca del caballo, las boleadoras en la cintura, el sombrero de alas anchas levantado por delante, a lo gaucho, o por detrás, a lo compadrito, de fular punzó de la India en el cuello, con el cigarro negro entre los bigotes nacientes, de chiripá, muchas veces, o de bombacha y de poncho pampa, iba recorriendo los campos, aún casi desiertos y sin valor, arreando hacienda, formando tropas, apartando en los rodeos animales extraviados o campeando lejos los porfiados que siempre querían volver a la querencia.
Se acercó el gaucho, miró el rastro que le indicaba el muchacho, y antes que tuviera tiempo de decirle: «Esto no es león, es tigre!» Su caballo recibía en el anca un terrible manotón que lo hizo encabritar.
¡Sabe Dios cuando hubieran acabado aquella terrible mercolina! Pero el padre dominico, que estaba cada vez más arrebatado, manoteaba como un energúmeno sobre la cabeza misma del burro, este había intentado recular al principio, pero como al mismo tiempo le descargaba tantos garrotazos el de la anca, la pobre bestia se encontraba en un formidable aprieto, y acosada al fin, embistió a mordiscones con el atleta del frente.
-¡Aguanta, ñor Perico! -le gritaba un fraile joven y rollizo, desde el anca de un burro, a un zambo taimado como de sesenta años, que con su ancho sombrero sobre los ojos y metidas sus manos debajo del poncho, miraba entrar los buques como los demás.
Se cruzó, en el camino, con unos gauchos que arreaban una tropilla y, junto con ellos, pasó un puente, ¡un puente, qué lujo!, y fijándose en los gauchos aquellos, notó que a pesar de llevar el lazo en el anca, no tenían ya el garbo peculiar de la raza, algo, en la facha, como de gringo tenían, y más bien que jinetes, eran hombres a caballo.
Otro vino de resero, de lazo en el anca, de tirador con monedas, habiendo dejado, decía, la tropa que conducía, a dos leguas del pueblo por tener que esperar un dinero que le debía mandar su patrón y que no le había llegado todavía.
Y todos los apóstoles hincaron con un huesecito el anca de los rucios y a galope pollinesco se encaminó la comitiva al poblado.
Paréceme que el milagro no es anca de rana.
Terminado el saludo de la turbamulta, saludé al cacique, dándole un apretón de manos y un abrazo, que recibió con visible desconfianza de una puñalada, pues, sacándome el cuerpo, se echó sobre el anca del caballo.
Le exigirán la innoble faena de desembuchar, si la suerte le ayuda y el terror no le paraliza, algo de los millares de palabras sin sentido que devoró durante las últimas noches en vela, espoleado por la prueba próxima, le exigirán un cerebro bastante blando, bastante pasivo, bastante resignado para que los tipos de imprenta, al modo del hierro candente en el anca de la res, hayan dejado auténtica la marca del dueño, le exigirán que sea fonógrafo, y si funciona bien, los señores del tribunal firmarán que el fonógrafo sabe matemáticas, historia, química, literatura.
Al terminar su carrera oficial, esmaltada de saineterías de seminario y ayudada por habilidades de político, habrá de volver a comenzarla por su cuenta, y en serio, el honrado ciudadano a quien repugne abusar del terrible poder social que le confiere la marca que en el anca lleva.
El sol cae en el anca.
¿Lo llevaría, ya que era de su marca, o lo dejaría, no más, como olvidado? Y pensándolo, se aproximó al animal, mirándole maquinalmente el anca.
Salió afuera y se le vio desatar del palenque un caballo bayo overo, sobre cuyo apero se veía un cuzquito que paseaba alegremente de la anca a la cruz.
No fue tan feliz el Cacique, que resbaló por la anca y cayó al suelo, previniendo a Moreira con sus ladridos, que necesitaba ayuda para volver a subir.
Allí permaneció hasta eso de las tres de la tarde, hora en que se levantó, acomodó el freno al cuero, subió al Cacique en anca y siguió la marcha.
Moreira se deslizó a lo largo del caballo hacia el pescuezo, y vino a quedar al costado derecho del soldado que marcaba el último, siguiendo la vuelta que ejecutaban los otros para salirle por el anca del overo.
Moreira, ágil y sereno, se protegió contra los encuentros del caballo del capitán, que se había adelantado mucho sobre el anca del overo, hizo puntería, y antes que aquel pudiera bajar el sable, se sintió una detonación doble casi simultánea, y aquel joven desgraciado cayó de espaldas sobre el anca del caballo que disparó dando con su cuerpo en tierra a pocos pasos de distancia.
E eso mesmo tenían de aquella agua que davan a la muger que la çelava su marido de adulterio, que tenían que, beviéndola, se le avía de caer el anca e avía de finchar el vientre.
Los indios nos ponían las lanzas en el pecho y las hincaban a las mulas en el anca para hacerlas disparar.

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