Categoría gramatical / tiempo verbal de rascándoles

Como Conjugación De Rascar

Verbo Transitivo

Los Verbos Transitivos son aquellos que necesitan de complemento para tener sentido pleno.

Verbo Pronominal

Los Verbos Pronominales son aquellos que se conjugan junto a un pronombre átono.

Gerundio De Rascar

El gerundio es una forma no personal del verbo y por lo tanto invariable. Se forma añadiendo el sufijo -ndo. Sirve para expresar una acción no finalizada, que todavía está en curso, no finalizada. Existe la forma simple (comiendo) y compuesta (habiendo comido). Dentro de la oración puede desempeñar una función verbal, generalmente en sentido imperativo, o la función de especificar un sustantivo como si se tratase de un adjetivo. Veamos uno ejemplos:

  • ¡Arreando!; todo el mundo a hacer las maletas que nos vamos Aquí arreando actúa como verbo de caracter imperativo
  • Llegaremos andando. Aquí andando actúa como verbo y hace referencia a una acción no finalizada
  • Me quemé la mano con agua hirviendo. Aquí hirviendo actúa como adjetivo, matizando el sustantivo agua

Ejemplos con la palabra Rascándoles

Como su padre andaba aún fuera de casa, Pablo, antes de subir a ella, quiso darse una vuelta por las cuadras, a la sazón punto menos que vacías. Sólo dos parejas de bueyes y algunos ternerillos había al pesebre. El resto del ganado, pocos días antes llegado del puerto, andaba al pasto en el monte al cuidado del pastor del lugar, que lo recogía por la mañana y lo entregaba al anochecer. La disposición de aquellas cuadras era obra del magín de Pablo, y acuerdo suyo también el régimen a que estaba sometido el ganado. Natural era la satisfacción que el mozo sentía, viéndole tan gordo y lozano, en pasarle la mano por el lomo, en llamar a cada bestia por su nombre, en increpar duramente a la que no comía hasta limpiar el pesebre, y en confundirla con el ejemplo de la que no dejaba en el fondo ni la grana. Pues, ¿y los becerrillos? Horas se pasaba con ellos rascándoles el testuz y dándoles palmaditas en la cara. ¡Y cómo se arrimaban ellos a él, y le miraban con sus ojazos bonachones, y se iban adormeciendo poco a poco con el cosquilleo y presentando la cerviz para que también se la rascara, y después las orejas, y luego el pescuezo, y vuelta al testuz y a la cara! Y cuando se cansaba Pablo, la mimosa bestezuela le golpeaba suavemente con la cabeza, le lamía las manos y tornaba a presentarle la cerviz. Lo cierto es que, fuera del corderillo, no hay otro animal de faz más atractiva ni que más se haga querer.
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