Ejemplos con viciosas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Su rechazo de las vanidades, hicieron que tuviera una gran desconfianza hacia sus cortesanos y sobre todo de las mujeres, las cuales consideraba frívolas y viciosas.
Flora era una joven virgen que se lanza de un acantilado para evitar ser violada por el personaje negro Gus, quien era descrito como un renegado, producto de las viciosas doctrinas que los carpetbaggers esparcieron.
El más significativo de éstos es Eugène de Rastignac, el más viejo caballero que aconseja a Valentin de la maneras viciosas en la alta sociedad.
hasta ahora El Pensador y los autores de otros papeles periódicos no se habían propuesto otro fin que el ridiculizar las modas y ciertas máximas viciosas introducidas en la conducta de la vida.
Creían sin duda que era forzoso destruir las cosas útiles, único medio de allanar el camino para la destrucción de la inmensa mole de inutilidades viciosas, y de seculares estorbos.
Era una dama de agraciado rostro, de estatura menos que mediana, edad incierta entre los treinta o treinta y cinco, tipo de lugareña fina, modosa y bien criada, el habla dulce aunque no exenta de viciosas concordancias, vestida con el hábito de los Dolores, limpia, peinada con esmero y un poquito perfumada.
Basta con la primera cava por toda labor, arropándolos bien y disponiendo los tutores antes que tomen direcciones viciosas.
Allí estaban todos los tipos de la belleza femenina, todas las variedades de la hermosura, y de entre las largas filas, de cabezas se desprendían emanaciones turbadoras: olor a lilas blancas que hace traidora la pureza, clavel rojo que huele a clavo, heno fresco que trae a los sentidos laxitud de amores campestres, y aromas intensos del Extremo Oriente, quintaesenciados por las artes viciosas de la Vieja Europa.
Alguna vez, al refugiarse en el cuarto del teatro, contemplando a solas su gallarda figura ante el espejo, sintió deseo de riqueza, quizá, ebria de adulaciones, resplandores y músicas, soñó despierta con la realidad del amor, mas ni el fantasma del lujo ni la tentadora voz de la Naturaleza lograron rendirla, porque se sentía humillada de no despertar en los hombres más que la misma impureza que les inspiraban aquellas de sus compañeras, viciosas o hambrientas, que se vendían por un traje o se prostituían por una joya.
Había rendido mujeres sosas de las que caen sin lucha ni gracia, como fardos abandonados a su propio peso, señoritas imbéciles, tocadas de fría sensualidad, mozuelas que ceden por cálculo y se equivocan en la cuenta, casadas de las que se visten con gajes del adulterio, viudas aventureras, semejantes a los aros de circo con el papel ya roto, en que no deja señal un salto más o menos, pecadoras por hambre, que soportan los besos haciendo números de desempeños y deudas, lascivas por codicia que ponen el cuerpo a interés compuesto, y también disfrutó alguna de esas mujeres inocentemente viciosas, alocadas, que se entregan sin pensarlo, y a quienes se goza de improviso cortando la monotonía de la vida, como esas ráfagas de aire fresco que interrumpen de pronto el bochorno asfixiante de un día abrasador.
Las mujeres a quienes venció no eran dignas de ser conquistadas: unas, porque valiendo poco le costaron mucho, otras, porque no se rindieron al galán seductor, sino a su propia desesperada lascivia, ya eran jovencillas viciosas, exvírgenes locas, ya mal casadas, ya viudas consumidas en forzosa continencia.
Pero su alma permanecía serena en medio de sus tentativas viciosas: las mismas con quienes pasó ratos agradables le repugnaban después, y como las viera venir por la calle, les huía el bulto.
La juventud, digan lo que quieran los modernos, se inclina al vicio y a las acciones viciosas.
Ha sido muy calavera, y sus padres no le han vuelto a ver desde que se marchó a Francia hace quince años, huyendo de una persecución muy merecida, a consecuencia de sus barrabasadas y viciosas costumbres.
Creían sin duda que era forzoso destruir las cosas útiles, único medio de allanar el camino para la destrucción de la inmensa mole de inutilidades viciosas, y de seculares estorbos.
Yo confieso que en alguna parte tienen razón, que hay hoy más mujeres viciosas y perdidas que ha habido jamás, mas no que falten tan buenas que no excedan el número de las malas.
Pues si les dejan el jornal, que ganan según el ajuste, a su arbitrio y discreción, lo común es emplearlo en cosas viciosas o pasajeras.
Esta experiencia diaria es la que los dirige a las buenas costumbres, o a las viciosas de su padre o maestro.
De ahí vienen las quimeras en sus casas, cuando toman estado, el mal trato de sus mujeres, la pérdida de la salud, y finalmente el mal ejemplo, que dan a sus propios hijos, los cuales rara vez dejan de imitar las costumbres viciosas, y relajadas de los padres, o de aquellos con quienes tratan frecuentemente.
otras dos, viciosas, coleccionadoras de sensaciones, aleccionadas por.
Antigenidas creía que los jóvenes oirían con más gusto a los buenos flautistas después de haber oído a alguno malo, pues del mismo modo me parece a mí que nos dedicaremos con más ardor a observar e imitar las vidas ordenadas y buenas si no carecemos del conocimiento de las viciosas y vituperadas.
tan mal que todos se tapan las narices cuando sienten la hediondez de sus viciosas.
Y estos tales campan por sus respetos en todo París, viviendo regaladamente de timos, de robos a mano armada, de las viciosas artes de malas pécoras, de asesinatos y del terror, mientras el Sr Bativelli, dice Le Matin, «fué honrado y trabajó durante sesenta años, así, pues, tuvo que suicidarse vencido por la miseria».
Si Nana es una novela que tiene valor, no es, pues, por su enseñanza pornográfica, sino porque imita bien la naturaleza, e imitándola, crea la belleza de baja ley, que halaga las imaginaciones viciosas, y hasta algo de una belleza superior, por contraste, porque el arte lo purifica todo, y porque, en imagen o representación y no en realidad, tal vez gustan la cabeza del tiñoso en el cuadro de la Santa Isabel, de Murillo, y las figuras que, de espaldas y arrimadas a un muro, se ven en los cuadros de un pintor flamenco.
Las malas compañías, la falta de relaciones íntimas con familias honorables, su educación, sus pocas ocupaciones, la absoluta libertad para ausentarse de su casa, las bebidas y los alimentos excitantes, los espectáculos y las lecturas, lo habían improvisado hombre antes de tiempo, y como las plantas que crecen viciosas al calor artificial del invernáculo, sus sentimientos y actividad, que la imaginación agigantaba llenando de fiebre su organismo, abrieron brecha, como corcel desbocado, en el sendero que las circunstancias dejaron libre a su expansión.
viciosas maneras de gobierno no hay ninguna verdadera amistad, y menos en la.
viciosas y dignas de reprensión.
¿Entre las razas reputadas más perfectibles, no se hallan naciones tan bárbaras, tan esclavas y viciosas como en las demás?.
Los colosos que habían llegado después eran gentes bárbaras y viciosas, sin educación universitaria y de una capacidad estomacal que acababa causando grandes escaseces y hambres en la nación.
Por lo demás, varios montones de escombros sobre los cuales crecían viciosas las hierbas, y a los costados, formando un cuadro incompleto, zanjas semi-cegadas, de cuyo fondo surgían saúcos y cicutas en flexibles bastones ornados de racimos negros y flores blancas.

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