Ejemplos con valle

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¡Claras tardes del otoño moguereño! Cuando el aire puro de octubre afila los límpidos sonidos, sube del valle un alborozo idílico de balidos, de rebuznos, de risas de niños, de ladridos y de campanillas.
Y yo creo oír, sí, sí, yo oigo en el poniente despejado, endulzando todo el valle de las viñas, tu tierno rebuzno lastimero.
No se conformaban, claro está, con que todos, el prójimo y ellos, salvasen el alma de la misma suerte, pues también en el cielo, como en este valle de lágrimas, hay capas sociales, hay coros, dominaciones, tronos, etc.
Todo es paz y todo es contento en el valle de lágrimas.
Y eso que Coteruco era antes el mejor pueblo del valle, y aun el dechado de todos los pueblos de la Montaña, por la honradez y amor al trabajo de sus moradores.
Ya se me figuraba hallarme cerca del lugar tan deseado, después de un día de marcha fatigosa: el sendero iba haciéndose más practicable, y parecía descender suavemente al fondo de una de las gargantas de la sierra, que presentaba el aspecto de un valle risueño, a juzgar por los sitios que comenzaba a distinguir, por los riachuelos que atravesaba, por las cabañas de pastores y de vaqueros que se levantaban a cada paso al costado del camino, y en fin, por ese aspecto singular que todo viajero sabe apreciar aun al través de las sombras de la noche.
El día que el hombre se transforme en ese ser superior, con todo el desarrollo de sus facultades intelectuales, hoy casi embrionarias, la tierra ya no será el valle de lágrimas de que hablan las religiones, sino un paraíso como no lo soñaron los poetas.
En las vertientes, en los repliegues de las montañas, en las espesuras del valle, fulguraban las hogueras.
¡Singular alegría la de aquel valle! ¡Espléndido panorama el de aquel paisaje en que se mezclan y confunden la serenidades de la tierra fría con la vegetación abrumadora de las regiones cálidas! Pero ¡ay! no busquéis en los habitantes de Villaverde una alegría placentera, como pudierais esperarla, en harmonía con la naturaleza, no busquéis allí caracteres regocijados, espíritus afables y risueños.
¡El aire de la tierra natal! ¡Qué grato y qué fresco esa mañana! El sol inundaba el valle y dibujaba en los muros de las vetustas casas la sombra ondulada de los aleros.
¡Cómo suspiré, durante diez años, en las soledades del Colegio, por aquellos sitios y por aquel espectáculo! ¡Cómo, mil y mil veces, a la hora de la siesta, desde el balconcillo del dormitorio, ante la colina poblada de cactos, cansada de las arideces del Valle de México, soñé despierto con la húmeda belleza de la tierra natal!.
Este mundo es un valle de lágrimas, pero la vida del hombre es pasajera, y algo divino llevamos aquí dentro.
La noche era magnífica, una de esas noches de Villaverde, tibias y benignas, sin nubes ni celajes, en que los astros centellean como diamantes, en que los vientos traen a la ciudad el rumor de los campos adormecidos, los cantares del perezoso río y los gratos perfumes del valle.
La música de los campanarios caía sobre la ciudad en frescas oleadas y se difundía por el valle, a manera de río desbordado que quisiera escaparse por los barrancos.
Desde allí se domina toda la parte meridional del valle, limitado por las montañas de la Sierra, sobre las cuales desplegaba el cielo de invierno sus incomparables constelaciones: Orión, el Can, y el Navío entre cuyos mástiles centelleaba el soberbio Canopo.
Aun brillaban en la Sierra los últimos reflejos del día, y mientras subían del valle los mil rumores de la naturaleza adormecida, las voces del río y el canto de los pájaros, me puse a contemplar el magnífico cuadro que tenía delante.
Brilló en el río la última ráfaga de luz, la verdosa claridad del aire se tornó en un vago reflejo de color de violeta, ennegrecióse el valle, y llegó la noche.
¿No piensas que me calumnias, que calumnias a tu Rodolfo? Huérfano, desgraciado, pobre, el mundo era para mí un valle de dolores, quise cerrar mi corazón a todo afecto, no amar ni ser amado, cuando te conocí y te amé.
La lluvia no invadió el valle, se detuvo en las montañas, descargó allí, y pronto fué despejándose el cielo.
Pero ¡ay! de repente me sentía yo acometido de profunda tristeza, de mortal melancolía, de aquella melancolía mortal, mi dulce compañera en las tardes de otoño, cuando sentado en la florida vertiente del Escobillar me abismaba en la contemplación del hermoso valle nativo iluminado por los últimos fuegos del crepúsculo.
De aquí proviene que, cuando recorremos los puestos de la Feria, nos parece que visitamos un cementerio, y que cada objeto es una tumba, o que ya estamos en el Valle de Josaphat, y asistimos a la gran cita de los pecadores, en que cada uno debe presentarse con su historia a la espalda, descalzo de pié y pierna, y no sabiendo quién lo rematará a su favor, si Dios para aumentar su gloria o el diablo para aumentar su infierno.
de mí! ¡Hace muy cerca de veintisiete años que ando desaladamente por este valle de lágrimas que llamamos , buscando, como si se me hubieran perdido antes de nacer, cinco millones de duros del reinado de Fernando VII, o sea cien millones de reales!.
Pasemos ahora a los Morenos, procedentes del valle de Mena, una de las familias más dilatadas y que ofrecen más desigualdades y contrastes en sus infinitos y desparramados miembros.
Aquella mujer mimada por Dios, que la puso rodeada de ternura y bienandanzas en el lugar más sano, hermoso y tranquilo de este valle de lágrimas, solía decir en tono quejumbroso que.
¿Qué?Vivir Vivir es nuestra primera obligación en este valle de lágrimas, y sin embargo ¡qué pocos hay que sepan desempeñarla! Se lo dice a usted un hombre que ha visto mucho mundo, que ha tenido, como usted, un corazón del tamaño de hoy y mañana.
Evaristo, que tan práctico quería ser en la vida social, debía de serlo más en la doméstica, y, conforme a sus ideas, lo primero que tiene que hacer el hombre en este valle de inquietudes es buscarse un buen agujero donde morar, y labrar en él un perfecto molde de su carácter.
Había rehusado meses antes una comisión del Gobierno para examinar bajo el punto de vista minero la cuenca del río Nahara en el valle de Orbajosa, pero los proyectos a que dió lugar la conferencia referida, le hicieron decir:“Conviene aprovechar el tiempo.

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