Ejemplos con valerosos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los hombres de Arwad con tu ejército se erguían en torno a tus murallas, valerosos hombres se hallaban en tus torres, colgaron sus escudos en torno a tus murallas, han perfeccionado tu belleza.
Sus restos reposan en la Cripta de los Héroes, al lado de otros valerosos combatientes de la Guerra del Pacífico como Grau, Cáceres y Bolognesi.
Jinetes de Dragón: Una agrupación de valerosos y justos guerreros que gobernaron Alagaësia en el pasado.
La Guardia valona gozó en España de muy justo renombre conquistado por sus valerosos hechos en los campos de batalla.
Procedía de valerosos prohombres, especialmente de aquellos hidalgos precursores que de las primeras expediciones expoliadoras del nuevo continente y de esa futura Nación, de la estirpe de los Bazán de Pedraza, Ferreyra de Acevedo y de Vera y Mujica , enraizada en familias de conquistadores, según los genealogistas, historiadores y tratadistas, adjetivados como Miembros de una de las Familias más relevantes de la sociedad colonial, españoles de buena sangre, de linaje y fineza , jóvenes nobles de casa conocida y ejemplar, personas principales y de mucho nombre, merecedores que su Majestad y el Real Consejo de Indias, les den oficios en el Real Servicio, llenos de méritos y honores, tenidos por los más principales, hijosdalgos, y beneméritos.
Es el caso de Meton y Euripide, valerosos soldados quienes se reparten regularmente los honores guerreros.
Para los Febrer era todo cuanto arrojaban en el inmediato muelle las galeras de alto castillo, las cocas de pesado casco, las ligeras fustas, las saetías, panfiles, rampines, tafureas y demás embarcaciones de la época, y en el inmenso salón columnario de la Lonja, junto a los fustes salomónicos que se perdían en la penumbra de las bóvedas, sus abuelos recibían como reyes a los navegantes de Oriente, que llegaban con anchos zaragüelles y birrete carmesí, a los patronos genoveses y provenzales, con su capotillo rematado por frailuna capucha, a los valerosos capitanes de la isla, cubiertos con la roja barretina catalana.
El tío Ventolera, por no ser menos, narraba historias de piratas y de valerosos marineros de Ibiza, apoyándolas con el testimonio de su padre, que había sido paje en el jabeque del capitán Riquer, asaltando detrás de este héroe la fragata , del temible corsario el Papa.
Su casa iba a verse frecuentada por los más valerosos de la isla.
El tío Ventolera pasaba de Riquer a otros valerosos patrones de corsos anteriores a él, pero Jaime, molestado por su charla, en la que latía un deseo de asombrar a la isla de Mallorca, vecina y enemiga, acabó por impacientarse.
Esta navegación continua a través de mares infestados de piratas había hecho de la familia de ricos mercaderes una tribu de valerosos soldados.
Si algún temor le quedaba de perder la vida, desapareció bajo la caricia de esta falsa gloria ¡Morir contemplada por tantos hombres valerosos que le rendían el mayor de los honores! Sintió la necesidad de ser admirable, de caer en postura artística, como si estuviese en un escenario.
Los hombres más valerosos y serenos juraban al ver la barra interminable de la bruma cerrando el horizonte.
Los valerosos arrieros del mar desafiaban al enemigo en buques indefensos, sin telégrafo y sin cañones.
Los abuelos de su padre habían sido valerosos y obscuros navegantes, y allá en la Marina estaba su tío el médico, un verdadero hombre de mar.
¡Parecía imposible que un vizcaíno hiciese tal pregunta! ¿Qué tiempos habían de ser? Los del Señorío, cuando Vizcaya era independiente y estaba gobernada por los prudentes y valerosos, cuando la mala peste del no había aún invadido la santa tierra del árbol de Guernica, cuando los vascos en Padura, en Gordexola y en Otxandino hacían morder el polvo a los españoles, del mismo modo que siglos después, en nuestra época, sus descendientes habían derrotado a los y los de pantalones rojos que enviaba España para acabar con los últimos restos de sus libertades.
Pero si Fortuny, Rico, Zamacois y otros pintores, han encontrado en el extranjero un Goupil para sus cuadros, aún no han florecido para los escritores de España los Levy, Dentu y demás inteligentes libreros de vecinas y de luengas tierras, a pesar de ser el habla de Cervantes la más extendida por ambos hemisferios, gracias al esfuerzo de nuestros valerosos é intrépidos progenitores.
—¡Oh lamentables ruinas de la desdichada Nicosia, apénas enjutas de la sangre de vuestros valerosos y mal afortunados defensores! Si como careceis de sentido, le tuviérades ahora, en esta soledad donde estamos, pudiéramos lamentar juntamente nuestras desgracias, y quizá el haber hallado compañía en ellas aliviaria nuestro tormento: esta esperanza os puede haber quedado, mal derribados torreones, que otra vez, aunque no para tan justa defensa como la en que os derribaron, os podeis ver levantados, mas yo desdichado ¿qué bien podré esperar en la miserable estrecheza en que me hallo, aunque vuelva al estado en que estaba ántes deste en que me veo? tal es mi desdicha, que en la libertad fuí sin ventura, y en el cautiverio ni la tengo ni la espero.
Quiso la reina saber de Ricaredo menudamente cómo habia pasado la batalla con los bajeles de los cosarios: él la contó de nuevo, atribuyendo la victoria a Dios y a los brazos valerosos de sus soldados, encareciéndoles a todos juntos, y particularizando algunos hechos de algunos que mas que los otros se habian señalado, con que obligó a la reina a hacer a todos merced, y en particular a los particulares, y cuando llegó a decir la libertad que en nombre de su Majestad habia dado a los turcos y cristianos, dijo:.
Y las que se intentan por Dios y por el mundo juntamente son aquellas de los valerosos soldados, que apenas veen en el contrario muro abierto tanto espacio cuanto es el que pudo hacer una redonda bala de artillería, cuando, puesto aparte todo temor, sin hacer discurso ni advertir al manifiesto peligro que les amenaza, llevados en vuelo de las alas del deseo de volver por su fe, por su nación y por su rey, se arrojan intrépidamente por la mitad de mil contrapuestas muertes que los esperan.
A los valerosos sí, que tienen envidiosos de su virtud y valentía a muchos príncipes y a muchos otros caballeros, que procuran por malas vías destruir a los buenos.
Un Viriato tuvo Lusitania, un César, Roma, un Anibal, Cartago, un Alejandro, Grecia, un conde Fernán González, Castilla, un Cid, Valencia, un Gonzalo Fernández, Andalucía, un Diego García de Paredes, Estremadura, un Garci Pérez de Vargas, Jerez, un Garcilaso, Toledo, un don Manuel de León, Sevilla, cuya leción de sus valerosos hechos puede entretener, enseñar, deleitar y admirar a los más altos ingenios que los leyeren.
No puedo yo negar, señor don Quijote, que no sea verdad algo de lo que vuestra merced ha dicho, especialmente en lo que toca a los caballeros andantes españoles, y, asimesmo, quiero conceder que hubo Doce Pares de Francia, pero no quiero creer que hicieron todas aquellas cosas que el arzobispo Turpín dellos escribe, porque la verdad dello es que fueron caballeros escogidos por los reyes de Francia, a quien llamaron pares por ser todos iguales en valor, en calidad y en valentía, a lo menos, si no lo eran, era razón que lo fuesen y era como una religión de las que ahora se usan de Santiago o de Calatrava, que se presupone que los que la profesan han de ser, o deben ser, caballeros valerosos, valientes y bien nacidos, y, como ahora dicen caballero de San Juan, o de Alcántara, decían en aquel tiempo caballero de los Doce Pares, porque no fueron doce iguales los que para esta religión militar se escogieron.
¿Quién piensas tú que arrojó a Horacio del puente abajo, armado de todas armas, en la profundidad del Tibre? ¿Quién abrasó el brazo y la mano a Mucio? ¿Quién impelió a Curcio a lanzarse en la profunda sima ardiente que apareció en la mitad de Roma? ¿Quién, contra todos los agüeros que en contra se le habían mostrado, hizo pasar el Rubicón a César? Y, con ejemplos más modernos, ¿quién barrenó los navíos y dejó en seco y aislados los valerosos españoles guiados por el cortesísimo Cortés en el Nuevo Mundo? Todas estas y otras grandes y diferentes hazañas son, fueron y serán obras de la fama, que los mortales desean como premios y parte de la inmortalidad que sus famosos hechos merecen, puesto que los cristianos, católicos y andantes caballeros más habemos de atender a la gloria de los siglos venideros, que es eterna en las regiones etéreas y celestes, que a la vanidad de la fama que en este presente y acabable siglo se alcanza, la cual fama, por mucho que dure, en fin se ha de acabar con el mesmo mundo, que tiene su fin señalado.
Y todo esto se hace por industria y sabiduría destos sabios encantadores que tienen cuidado destos valerosos caballeros.
Yo soy aquél para quien están guardados los peligros, las hazañas grandes, los valerosos fechos.
Yo soy aquél para quien están guardados los peligros, las grandes hazañas, los valerosos hechos.
Puestas y levantadas en alto las cortadoras espadas de los dos valerosos y enojados combatientes, no parecía sino que estaban amenazando al cielo, a la tierra y al abismo: tal era el denuedo y continente que tenían.
Aquí, aquí, valerosos caballeros, aquí es menester mostrar la fuerza de vuestros valerosos brazos, que los cortesanos llevan lo mejor del torneo.

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