Ejemplos con ternuras

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Cuando comienza a cortejar a la hembra le muestra su colorido llamativo: si ella le brinda si atención, va al nido de burbujas y ejecuta un largo ceremonial compuesto de ternuras y violencias para convencerla.
Y no creería yo cumplir con lo que pienso y con lo que siento, si no terminase este prólogo estampando, al lado del nombre del gran pintor realista de las , el nombre del pintor idealista, rico en ternuras y delicadezas, que ha envuelto aquel paisaje en un velo de suave y gentil poesía.
Ella le protegería y le alegraría con ternuras de madre y caricias de amante.
El señor Pereda, por lo mismo que siente mucho y bien, es enemigo jurado de la sensiblería, pero cuando llega a situaciones patéticas, encuentra para el dolor o la alegría la expresión natural y no rebuscada, y conmueve más que otros novelistas serios y estirados, por lo mismo que no se esperan tales ternuras en un autor de continuo alegre y jacarandoso.
En las tertulias del senador pedía noticias al ingeniero de la marcha de sus negocios, interesándose por el desarrollo de aquella fábrica, de la que hablaba con ternuras de padre.
Voy a trabajar por el pequeño, y en nombre de mis sacrosantas ternuras de padre de familia, reventaré si me es posible a otros padres de familia que se me pongan por delante, dispuestos como yo a toda clase de porquerías para asegurar el bienestar de su prole.
Yo vengo aquí, sin más autoridad que la del limpio corazón enamorado de lo sublime, a rememorar, siquiera sea brevemente, la vida meritísima y gloriosa, la vida llena de infinitas ternuras y cruentos martirios de ese enorme soñador melancólico, caballero de todas las justicias, que sufrió por la patria al través de los años de su existencia, cuanto hombre puede sufrir, y cayó desplomado de su corcel de guerra, para no levantarse jamás, como un Aquiles de poema, en la trágica hermosura del combate, peleando como simple soldado por la libertad, en un luminoso mediodía de mayo.
Pero tuvo un consuelo, una medicina que de los más graves males cura al hombre: las ternuras y cuida dos de su esposa que allí lo esperaba y los besos de su amado chiquitín, el hoy coronel de nuestro Ejército.
Allí, en los campos de Dos Ríos, campos ya para siempre memorables, se apagó aquel astro inmenso que parecía inmortal, allí cayó peleando por la independencia de su patria, arremetiendo contra los defensores de la tiranía, la cabeza imperial descubierta y nutrida de leyendas y de asombros, con el alma en el aire, el batallador infatigable que fue para los cubanos, con sus racimos de palabras y sus manantiales de ternuras, como otra isla sonora y espiritual.
Pero ¿qué te hago yo que explique esas durezas tuyas de carácter, para mí que vengo a ti como viene el sediento a un vaso de ternuras? Más cariño no puedes desear.
A pesar de estas ardientes ternuras, tuve que darle palabra de casamiento para continuar nuestros amores.
Volvió a la carga Lea, tratando de vencer a su hermana con cariños y ternuras, ya que los razonamientos no habían sido eficaces, y media hora larga empleó en este sistema de expugnación, a ratos creyéndose victoriosa, después abatida y desalentada por los revuelos que hacía la otra, movida de una pasión irresistible.
Me llamaba a su cuarto, y ya solo conmigo, me decía ternuras, me besaba y lloraba a veces.
Se despertaban en mi mente dulces memorias, y estremecían mi corazón sentimientos y ternuras del amor primero.
Ahora tenía ternuras y delicadezas que conmovían profundamente.
El origen de esto habrá que buscarlo quizá en ternuras domésticas o en hábitos de servidumbre que trascienden sin saber cómo a la vida social.
Con aquellas ternuras se le pasó a la Delfina todo su furor de coscorrones.
Siempre que el servicio militar lo consentía, el cadete venía a Villabermeja, hablaba por la ventana con la chacha Victoria, y se decían ambos mil ternuras.
Pedro, puede usted dejar a un lado el disimulo, confesando que las ternuras y patéticas declaraciones de este joven no le causan desagrado.
Le he prometido, le he rogado, le he amenazado, le he dicho mil finezas y ternuras, y nada, no quiere salir.
Lino Paniagua, diligente vehículo que llevaba al través de las prosaicas calles de la capital las palpitaciones ardorosas, las delicadas ternuras, los suspiros, las languideces, las esperanzas, los sueños y desesperaciones del amor.
¿Y cuando se dicen aquellas ternuras y se ponen a llorar junto al tronco de una encina, diciendo tales tonterías que no se les puede aguantar?.
Fáltale la delicada sensibilidad propia de su sexo, y su trato desagrada a cuantas personas no se ocupan en galantearla, aspirando a domar por el amor aquel carácter inflexible y refractario a todas las ternuras.
mientras la voz que canta, ternuras narra,.
No te juzgues incompleto porque no responden a tus ternuras:.
Aquella era la fuente, allí estaba el manantial de las verdaderas ternuras.
Porque el tío Roque no quería dejar nada a la inspección ajena, la más insignificante semilla pasaba por sus dedos antes de caer en la tierra, aquella tierra suya, completamente suya, a la que amaba con ternuras de abuelo y codicia de amante celoso, tierra de la que no se había separado nunca y de la que parecía hijo, mejor que hijo, producto.
Por tal causa resultaba armónico y tenía no sé qué misterioso encanto aquel grupo de hombres y mujeres, separados ellos de sus familias, faltas ellas de las ternuras y de goces íntimos del hogar, y reunidos en el comedor de una entretenida, para formar una familia de artificio, que, al deshacerse, grabaría un recuerdo grato en la memoria de todos, sin dejarles ni el sabor acre de la ruptura, ni las tristezas del desengaño.
Trini movió nerviosamente la cabeza para ahuyentar sus recuerdos, no quería pensar en sus tíos, cuando la imaginación la hacía ver sus rostros entristecidos, sus ojos llenos de lágrimas, sentía que el corazón se le partía, ella había pagado con la más negra ingratitud sus desvelos, sus ternuras, sus sacrificios, verdad que ella había huido engañada, a ella Antonio habíale dicho que en el instante en que ella huyera con él, ellos tendrían que dar su consentimiento, y en cuanto lo dieran.
-Jesús, María y José -exclamó en aquel momento, apareciendo como por arte de magia en el umbral de la habitación, Joseíto el Perchelero, con una sonrisa picaresca en la boca sensual y juvenil y llenos de acariciadoras ternuras los ojos grandes, garzos y de expresión adormecida.

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