Ejemplos con tímidas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Tras la Segunda Guerra Mundial surgieron algunas tímidas voces pidiendo la autodeterminación de Mozambique, debido a que otras colonias lograron la independencia en una ola de descolonización.
Sin embargo, son bastante tímidas, y por lo general esconden la cabeza enrollándose por protección.
Son bastante tímidas, y ante el mínimo movimiento irán hasta el fondo del acuario y se enterrarán en la arena pero con el tiempo van perdiendo esta timidez.
Son bastante tímidas, y ante el mínimo movimiento irán hasta el fondo del acuario y se enterrarán en la arena.
Usualmente estas chicas son presentadas como tímidas y débiles en varios grados, con un lado oscuro que las llevan a cometer actos tales como asesinato o suicidio.
Son característicamente tímidas y cuidadosas y al sentirse en peligro escapan a pie o si están asustadas hacen un vuelo rápido y corto hacia los matorrales.
Generalmente estas apariciones son tímidas o en algunas circunstancias incluso han llegado a ser de índole casual.
Son tortugas apacibles y tímidas, es muy común observarlas tomando baños de sol para regular su temperatura corporal después de haberse dado un baño.
En muchos sentidos, aquellos que presentan un perfil con TCL tienen síntomas opuestos a aquellos que presentan un perfil clásico de TDAH: en vez de ser hiperactivos, extrovertidos, entrometidos y arriesgados, quienes presentan TCL son personas pasivas, soñadoras, tímidas e hipoactivas tanto en lo físico como en lo mental.
Son mucho más evasivas y tímidas que sus parientes, y normalmente son difíciles de encontrar en los bosques malgaches.
Jaime sonrió al oír las tímidas excusas del cantor.
Las cabras silvestres, en sus alturas inaccesibles, saltaban de meseta en meseta, y únicamente cuando rodaba el trueno en el azul sombrío y los rayos como serpientes ígneas bajaban con veloz angulosidad a beber en el inmenso abrevadero del mar huían las tímidas bestias con balidos de terror a refugiarse en las oquedades cubiertas por el ramaje de las sabinas.
No ¡no! Y el esfuerzo de su voluntad sólo servía para hacer mayor su angustia, obligándola a humillar el rostro como las bestias dulces y tímidas, que creen salvarse del peligro ocultando su cabeza.
Como todas las naturalezas dulces y tímidas, Belarmino tenía ahorrados el coraje y la violencia en un depósito a réditos con interés compuesto, y cuando llegaba la coyuntura excepcional de gastar las reservas se exaltaba en términos que parecía un poseso.
Ella, que le escuchaba con aire distraído, no queriendo entender sus tímidas insinuaciones, respondió una tarde categóricamente:.
Esta prodigiosa facultad inutilizaba en parte los colores de que se visten las especies tímidas para fundirse con la luz o la sombra.
Eran tres nada más: un joyero viejo que venía de visitar sus sucursales de América y dos muchachas comisionistas de la , las personas más modositas y tímidas de a bordo, vestales de ojos alegres y nariz respingada, que se mantenían aparte, sin permitirse la menor expansión en este ambiente poco grato.
Pero otras cosas más inmediatas quedaban en su interior y parecían asomar a los ojos, tímidas y vacilantes, antes de escaparse en forma de palabras.
Experimentó una sensación de disgusto ante las hembras serviles y tímidas, acostumbradas al golpe, y que buscaban resarcirse con avidez de las grandes quiebras y desengaños sufridos en su comercio.
Hallábase el mundo invadido por una especie de locura, tanto más triste y frenética cuanto más extendida estaba por las imbéciles plumas de imaginaciones calenturientas, cundía por todas partes el mal gusto y gastábase inútilmente en lecturas perniciosas, cuando hé aquí que aparece esa luz brillante que disipa las tinieblas de la inteligencia, y cual suelen las tímidas aves huir al divisar al cazador o al oir el silbido de la flecha, así desaparecieron los errores, el mal gusto y las absurdas creencias, sepultándose en la noche del olvido.
¡Muerte é infierno para los que se atrevían a perseguir a los verdaderos representantes de Jesús! Su contradictor mantuvo opiniones de dulzura y olvido, objeciones humildes y tímidas, preparadas por los maestros.
Las más tímidas formaban en torno de ella a modo de aduladora corte, para atraerse su protección, limpiándola la casa o haciendo la cocina, mientras Mariquita, vestida de hábito y cuidadosamente peinada, único lujo que le permitía su tío, salía al claustro con la esperanza de que subiese algún cadete o se fijasen en ella los forasteros que iban a la torre o a la sala de los gigantones.
Cuando la vejez enfriaba su corteza, la vida animal asomaba como una consecuencia del medio favorable, ajustándose a las condiciones de éste, comenzando con formas tímidas y microscópicas de existencia, con el musgo que apenas cubre las rocas, con el animal que apenas presenta los vestigios de un organismo rudimentario.
Y todo porque con unas cuantas operaciones tímidas, yendo a la zaga de otros más expertos, había ganado mil duros.
Marchaban al paso, tímidas, anonadadas, haciendo comentarios en voz baja, siguiendo de lejos a una compañera infeliz que, retorciéndose y gritando como una fierecilla en el cepo, era arrastrada por un alguacil.
En medio de este continuo pregonar, entre la descarga de ofertas a grito pelado, destacábanse algunas voces melancólicas y tímidas ofreciendo ¡medias y calcetines!.
Tímidas y cautelosas se detenían allí, un instante nada más, y luego avanzaban presurosas hacia la plaza.
Sencillas, vestiditas modestamente, ajenas a las modas y a los figurines de París, modositas, tímidas, pacatas, tristes, como si a los quince años empezaran a envejecer, niñas grandes, que me parecían sin ilusiones ni esperanza, y para quienes el mundo se reducía a la silenciosa ciudad nativa.
Los varones, agrios, displicentes, huraños, sombríos, las mujeres, tímidas, asustadizas, amables, pero con amabilidad monjil.
Pintadas mariposas revolaban de acá para allá, no ménos lindas que las flores en que libaban, y más libres que ellas, miéntras que tímidas alimañas y recelosas aves codiciadas por los cazadores retozaban descuidadamente, áun en el odiado camino de herradura.

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