Ejemplos con susurro

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ya pesar del respeto con que hablaba al herido, sus palabras tenían un susurro de cariñosa intimidad, como si don Jaime fuese otro para ella luego que la desgracia los había aproximado.
La voz de Febrer, como un susurro, acarició las orejas de la muchacha.
Habló con acento firme, poniendo un intento de fascinación en la fijeza apasionada de sus ojos, aproximando su boca a ella, como para acariciarla con el susurro de sus palabras ¿Y él? ¿qué pensaba Margalida de él? ¿Y si se presentase un día a Pep diciendo que quería casarse con su hija?.
Pasaba largas horas meditando con los codos en la mesa, pero atento al mismo tiempo a un susurro de ligeros pasos que podía sonar de un momento a otro en el corredor inmediato.
¡Sálvame, amor mío!seguía gimiendo el susurro implorante.
¿Querer? Bien se lo decían aquellos ojos agrandados por el lápiz de tocador, en los que el instinto femenil ponía el fuego que no lograba dar la pasión: los pasos felinos, de gata enardecida, con que se aproximaba entre el susurro acariciador de sus ropas interiores.
Estaba junto a su mamá y llegaban hasta ella algunas de sus palabras como un lejano susurro.
La joven ya no oyó más que un lejano susurro, sin distinguir una palabra.
Volvía a oírse el susurro de los palomos, y abajo, en el jardín, piaban unos pájaros, como enardecidos por el rayo de sol que reanimaba la verdosa penumbra.
El cubo del jardinero rompía un instante la capa verdosa de su superficie, dejando ver el azul negruzco de las grandes profundidades, pero apenas extinguidos los círculos excéntricos de la inmersión, volvían a aproximarse y a confundirse las verdes lentejas, y otra vez desaparecía el agua bajo su mortaja vegetal, sin un estremecimiento, sin un susurro, muerta e inmóvil como el templo en el silencio de la tarde.
Al fatigarse, descendían al claustro, y agarrados a las barandillas, emprendían un susurro que estremecía el religioso silencio como un suspiro de amor.
Era un rumor de avispero, un susurro de colmena, lo que oían mañana y tarde los huertanos al pasar frente al molino de la Cadena, por el camino que va al mar.
En la vega, que azuleaba bajo el crepúsculo, no se oía mas que un ruido lejano de carros, el susurro de los cañares y los gritos con que se llamaban de una barraca a otra.
En el zumbar de sus oídos, en el latir de sus sienes ardorosas por la fiebre, creyó percibir el susurro amenazante de aquel avispero.
Por la puerta abierta y lóbrega llegaba como un lejano susurro la respiración cansada de la familia, todos caídos, como muertos de la batalla con el dolor.
¡Zorrilla! Le conocía yo, le había oído leer de un modo maravilloso sus admirables versos, aquellas serenatas que eran, en labios del poeta, miel de abejas, susurro de arboledas, cantos del agua en las acequias de la Alhambra, música del cielo.
Por el balcón, abierto de par en par, llegaban hasta mí, en alas de la brisa, los rumores del río, el susurro de los árboles, el zumbido de los insectos, el silbido de los reptiles, la voz vibrante de alado trovador.
¡Qué bien se harmonizaba aquel vibrante vocerío con el despertar de valles y montañas, con los preludios del pueblo alado, con el susurro de las arboledas, con el canto idílico del Pedregoso, con el centellear de los luceros, y con el mugir de las vacadas en el cercano ejido!.
El Carnaval tenía para él mala pata, y al susurro de la orquesta que sonaba abajo, salía bailoteando siempre la carta contraria y se llevaba al montecillo del banquero las pesetas de mamá.
Estoy en casa vistiéndome siento un susurro, algo así como paso de ladrones, miro, veo un bulto, doy un grito Es ella, la rata que ha entrado y se va escurriendo por entre los muebles.
Hallábase Moreno contemplando una imagen yacente, encerrada en lujosa urna de cristal, cuando sintió a su lado este susurro:.
Nicolás repitió la pregunta hasta tres veces suavizando el tono, y al fin oyó un susurro que decía: Muchas.
Para oír el susurro que produjeron las hojas y la maleza al desviarse y abrir paso a un cuerpo, necesitábanse realmente sentidos de cazador.
Llegado que hubo a las habitaciones altas, residencia de los señores, de tal manera supo amortiguar el ruido de sus pisadas, que el oído más fino lo confundiría con el susurro del aire al agitar una cortina.
Era la noche, como se ha dicho, escura, y ellos acertaron a entrar entre unos árboles altos, cuyas hojas, movidas del blando viento, hacían un temeroso y manso ruido, de manera que la soledad, el sitio, la escuridad, el ruido del agua con el susurro de las hojas, todo causaba horror y espanto, y más cuando vieron que ni los golpes cesaban, ni el viento dormía, ni la mañana llegaba, añadiéndose a todo esto el ignorar el lugar donde se hallaban.
De lo que el buen Sancho me ha contado me anda brincando un escrúpulo en el alma y un cierto susurro llega a mis oídos, que me dice: Pues don Quijote de la Mancha es loco, menguado y mentecato, y Sancho Panza su escudero lo conoce, y, con todo eso, le sirve y le sigue y va atenido a las vanas promesas suyas, sin duda alguna debe de ser él más loco y tonto que su amo, y, siendo esto así, como lo es, mal contado te será, señora duquesa, si al tal Sancho Panza le das ínsula que gobierne, porque el que no sabe gobernarse a sí, ¿cómo sabrá gobernar a otros?.

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